Por: Tomás Casella
Quizás no sea ninguna novedad tratándose del tema más importante en la agenda mediática de la ciudad las últimas semanas, pero Bahía Blanca se encuentra atravesando la crisis sanitaria más importante de la que se tenga memoria. Los números hablan por sí solos y muestran que, por ejemplo, la ocupación de camas en terapia intensiva sumando las destinadas al COVID con las que lo están para patologías generales llega al 80%.
Sin ánimos de generar angustia con el repaso de estos datos, resulta importante conocerlos cuando el contexto es el siguiente: El intendente municipal Héctor Gay en conferencia de prensa anunciando que la ciudad bajaba a fase 3 por su compleja situación sanitaria, dijo que el sistema de salud “de ninguna manera está colapsado”, a lo que agregó que “por supuesto que tenemos posibilidades de agregar más camas al sistema hospitalario de nuestra ciudad”. Y para terminar de bajarle el precio al impacto de la pandemia en Bahía, cerró diciendo que “parte del aumento de casos tiene que ver con que se está testeando más”.
¿Qué sucede cuando quienes deben gestionar para mitigar el efecto del virus en la ciudad deciden negarlo?
¿Por qué hablamos de colapso?
Meterse en la discusión semántica para diferenciar si el sistema está colapsado o solamente estresado tiene poco sentido práctico cuando escuchamos a las personas que le ponen el cuerpo a la pandemia desde dentro de las instituciones de salud.
Sobre esto, María Elena Sánchez Bejarano, directora del Hospital de la Asociación Médica, explicó que “Uno puede demostrar que no colapsa porque se pone gente en los pasillos, pero para nosotros cuando se llega a ese punto ya estamos colapsados”.
En este momento los hospitales de la ciudad deben rebuscar la forma de atender la gran demanda de pacientes poniendo camas donde normalmente no funcionarían. Esto es lo que sucede por ejemplo en el Hospital Municipal, el cual además debió restringir la atención brindada en la guardia por una saturación en las posibilidades de atención. En el Municipal se debieron internar pacientes en los consultorios porque las terapias intensivas estaban llenas.
Pablo Fernández Keller, jefe del Departamento de Especialidades Clínicas del Hospital Municipal, marcó lo peligroso que resulta esto: “Cuando el hospital no puede darle una cama y una atención mínima a un paciente sube la mortalidad. Internar a alguien en un consultorio se hace porque la persona está ahí y hay que atenderla, pero no es lo mejor para el paciente y eso nos preocupa”.
La situación no es esquiva a ningún sector y abarca la totalidad de las instituciones. El Penna, hospital más grande de la región, tampoco es ajeno al problema de la ocupación. Su director, Gabriel Peluffo, dijo que ante el aumento de la demanda “no podemos poner camas en cualquier lado porque necesitamos alrededor de la cama una cantidad de elementos y personas que tiene un límite, como sucede en todos los hospitales. No podemos inventar lugares”.
A pesar de que el intendente dijo que “los casos de los últimos días muestran un ligero amesetamiento” los números marcan lo contrario. Los contagios aumentan y el número de personas transitando por la enfermedad en este momento nunca fue mayor (3.150 casos activos). La curva epidemiológica no da indicios de marcar el fin de la segunda ola y los hospitales por sí mismos no pueden resolver una cuestión que los excede.
Keller admitió que “la capacidad de aumento de camas es casi nula”, mientras que Sánchez Bejarano reflexionó acerca de esto y fue tajante: “Según los parámetros epidemiológicos que se presentan está a la vista de todos que aumentan los índices ocupacionales porque aumentan los casos graves. Este coeficiente va subiendo exponencialmente semana a semana. ¿A dónde piensan que va a terminar esto?”.
Un año de ponerle el cuerpo a la pandemia
La segunda ola de contagios de COVID llega para profundizar un sentimiento de agotamiento que ya estaba vigente en miles de trabajadorxs de la salud a lo largo de la ciudad. El peor momento de la pandemia llegó luego de un año de trabajo que ya de por sí fue arduo y complejo.
Sergio Lasdica, jefe del área de terapia intensiva del Hospital Italiano, explicó que “viendo esto, el año pasado no parece tan grave como este. En ningún momento del 2020 tuvimos la carga de trabajo que tenemos hoy. Nunca estuvimos así, cerca del colapso sanitario, con las camas completas y sin saber dónde poner los pacientes”.
Por su parte, Elba Mansilla, jefa de enfermería del Hospital Penna, agregó en consonancia que “venimos trabajando desde el año pasado con esta situación. Estamos cansados y emocionalmente muy preocupados con toda la incertidumbre de no saber hasta cuándo sigue esta situación. Estamos cada vez con más demanda, el aumento de casos es exponencial y no sabemos cuándo va a empezar a bajar la curva. Todo eso colabora con el cansancio acumulado”.
Con protocolos complejos y exhaustivos, la presión sobre lxs trabajadorxs de salud es constante desde el inicio de la pandemia. Además, con un virus nuevo y en una situación inédita, se ha tenido que aprender sobre la marcha. Mansilla mencionó que “el miedo de llevar el virus a casa fue mucho. Por suerte hoy en día eso cambio. Tenemos más seguridad porque conocemos las formas de protegernos. Nos impacto mucho el miedo, Yo he tenido colegas que en marzo dejaban los hijos con otros familiares y los veían solo en los días de descanso. Si la sociedad está cansada de los protocolos imagínense nosotros que trabajamos y nos exponemos todos los días”.
Lasdica hizo énfasis en la problemática que significa el recurso humano a la hora de pensar al sistema de salud: “En Bahía Blanca el problema es que la cantidad de médicos y enfermeros somos los mismos pero se aumentaron el número de camas, por lo tanto la relación entre médicos/enfermeros por paciente se desvirtuó, a veces corriendo el riesgo de que la atención para el paciente no sea 100% correcta”.
“La vacuna nos vino a traer una luz de esperanza” Elba Mansilla, jefa de enfermería del Penna.
Pasaron meses donde los insumos de protección y los protocolos fueron la única barrera contra el contagio. Lxs trabajadores convivían con la presión constante de cuidarse para no contagiar a sus familias. En este contexto, el 29 de diciembre llegaron las vacunas a Bahía Blanca, y desde ese momento se logró vacunar a la totalidad del personal de salud que se anotó para hacerlo en la página oficial del proceso vacunatorio.
Maximiliano Boisellier, vicedirector del servicio de ambulancias SIEMPRE, dijo que “teníamos 4 profesionales licenciados por COVID, y hoy están todos en condiciones de reincorporarse por la vacuna. Todos nuestros trabajadores que se anotaron la recibieron”.
Mansilla aclaró también que la totalidad de lxs enfermerxs del Penna que tuvieron interés por vacunarse pudieron hacerlo. Pero aclaró que aún así, los cuidados persisten. A pesar de ser una enorme herramienta sanitaria, agregó que “está probado científicamente que se disminuye la gravedad de los cuadros, lo que es un gran alivio, pero debemos tener presente que ni nosotros como personal de salud ni la sociedad que recibió la vacuna no podemos relegar los cuidados porque podemos seguir contagiando al otro”.
Por su parte, Lasdica también reflexionó acerca de los cuidados y dijo que “hay que ser consciente que la vacuna no cura, sino que protege. Hay que seguir cuidándonos sin relajarnos para no llevar el virus a casa”.
No se puede mirar para otro lado
La situación que se vive dentro de los hospitales es inequívoca, no hay forma de maquillarla a través de frases con poco sustento empírico. En los últimos 7 días fallecieron 35 personas en Bahía Blanca a causa del COVID. Un escalofriante número que resulta suficiente para eliminar todo tipo de dudas: No debería haber otra prioridad ni interés que valga por sobre la vida de lxs vecinxs. Tampoco debemos jamás naturalizar la muerte evitable de tantas personas en nuestra ciudad.
¿Por qué el debate pasa por otro lado? ¿Qué es más importante que la vida de las personas? ¿No debería el cuidado de lxs bahienses ser el eje principal de las políticas públicas? ¿No se tendría que garantizar el derecho a la salud de cada ciudadanx?
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- Gabriel Peluffo, director del Hospital Penna.
- María Elena Sánchez Bejarano, directora del HAM.
- Maximiliano Boisellier, vicedirector del Servicio Siempre.
- Pablo Fernández Keller, jefe del departamento de especialidades clínicas del Hospital Municipal.
- Elba Mansilla, jefa de enfermería del Hospital Penna.