Por: Tomás Casella
Si nos preguntamos cuáles son las cosas que nos generan orgullo como bahienses, no debemos pensar demasiado hasta nombrar a la Universidad Nacional del Sur. Con más de 30 mil estudiantes, la mitad de ellxs de la región, y 65 años de historia, ha sido indudablemente uno de los motores del desarrollo y crecimiento de Bahía Blanca y la zona.
Y la relevancia académica de la universidad no es una opinión personal. El Center for World University Rankings (CWUR) se dedica a la confección de rankings en los que se evalúan distintos parámetros que hacen a la calidad de la educación. Allí, la UNS se encuentra dentro del 8,3% mejor posicionado globalmente, siendo 8º en nuestro país y 84º en Latinoamérica.
A pesar de esto, lo académico no es lo único en lo que la UNS se destaca. La presencia de la Universidad en la sociedad se ha visto incrementada en estos tiempos de inédita dificultad. Desde la casa de estudios se han impulsado diversos proyectos para el abordaje de las problemáticas derivadas del impacto de la pandemia de COVID-19, de seguimiento epidemiológico a personas con coronavirus, de acompañamiento a las PyMEs locales, o de asistencia a los sectores más vulnerables, entre otros.
Por esto, es importante que la comunidad bahiense participe activamente y se sienta parte de las discusiones universitarias. Hace pocos días se hizo público un proyecto para modificar la dinámica del cursado de las distintas carreras de la UNS. ¿De qué se trata?
¿Qué dice el proyecto?
Para empezar a analizar los cambios propuestos, es importante entender que las decisiones legislativas de la Universidad se toman a través de la votación del Consejo Superior Universitario, conformado por el claustro docente, auxiliares, personal no docente y estudiantes representados en diversas organizaciones. Allí ingresó para ser debatido y votado un proyecto que plantea la creación de un “Sistema Integrado de Cursado y Aprobación de los Espacios Curriculares”.
¿Qué significa esto? La modificación de la forma en la que lxs estudiantes cursan las distintas materias de su carrera. El proyecto generó un importante revuelo en la comunidad universitaria porque, si bien introduce una modalidad novedosa de cursado, también presenta ciertos conceptos poco claros y subjetivos, además de la eliminación de algunos derechos adquiridos por el alumnado. A continuación, alguno de sus puntos:
- Se elimina el concepto de cuatrimestre para dar paso a los semestres. El ciclo lectivo se divide en dos períodos de 20 semanas de duración, comenzando el primero en marzo y el segundo en agosto. Éstos serán conformados por dos ciclos de 8 semanas de clases seguido de 1 semana dedicada exclusivamente a la evaluación. Luego finalizará con 2 semanas dedicadas a “actividades complementarias”.
- Esta última etapa se daría al final de los semestres y serviría para reforzar temas específicos en los que lxs estudiantes no hayan logrado conseguir los conocimientos mínimos para la aprobación de una materia.
- Se introduce el concepto de “evaluación constante” para generar la nota final de las materias. Ya no serán únicamente los parciales y los trabajos prácticos las bases del cursado, sino que se pretende incluir nuevos instrumentos para crear un sistema de evaluación donde se valore el “proceso de aprendizaje” de lxs estudiantes.
- Aquí aparecen dos conceptos controversiales y poco claros que pasarían a ser determinantes a la hora de la evaluación. El proyecto busca que la nota final se construya en base a cuestiones como “la participación en el cursado” y “los aspectos relacionales o actitudinales” y no solamente por el resultado de los exámenes. En ningún momento se explicita específicamente a qué se está haciendo referencia con estas dos cuestiones.
- Uno de los derechos adquiridos por lxs estudiantes es la obligación por parte de lxs docentes de garantizar al menos una mesa de examen final todos los meses del año. De esta forma, cada alumnx goza de una enorme libertad a la hora de planificar la forma de organizar su plan de estudios. La nueva normativa busca restringir esto, haciendo que lxs docentes solo deban abrir mesas los meses de febrero, julio y diciembre.
¿Cuáles son sus fundamentos?
Nota: Debido a la respuesta negativa ante la consulta de Radio Urbana, las declaraciones de Javier Orozco en esta nota corresponden al medio digital Apepe en su ciclo #InstajramLive.
Uno de los impulsores de este proyecto es Javier Orozco, vicerrector de la UNS. Para explicar la necesidad de esta profunda modificación en el cursado, detalló algunos inconvenientes que existen en la Universidad bajo el sistema actual: “Acá hay un objetivo que es el de tratar de solucionar problemas como las cifras de deserción, que están cerca del 50% entre primer y segundo año, y el desgranamiento [alumnos que se retrasan en materias y se mezclan en diferentes años]. No atacar los problemas sería el peor de los males”.
Entrando en el debate de los puntos que detallamos anteriormente, Orozco mencionó que “tenemos que pensar en carreras flexibles. En vez de someter al alumno a una o dos evaluaciones donde un mal día te hace trastabillar y dejar la materia, pretendemos que los docentes adaptemos nuestros mecanismos de dictado. Pensamos prolongar el cuatrimestre con actividades exclusivas de carácter compensatorio para acompañar al estudiante en aquellas cosas que no pudo completar para compensar y evaluar lo que le faltó para alcanzar el objetivo”.
“La universidad argentina en general está en discusión con los planes de estudio. Tenemos problemas para vincularnos con el mundo con los estudiantes de intercambio porque nuestro sistema es antiguo. Las universidades están planteando otro tipo de planes con otros conocimientos y habilidades blandas basadas en objetivos. Nuestro alumno actual no es el que éramos nosotros, no podemos replicar el pasado, debemos generar futuro” Javier Orozco, vicerrector de la UNS.
El vicerrector intentó dejar en claro que los puntos del proyecto no buscan intervenir en la forma de llevar adelante la carrera y organizarse de cada estudiante. Mencionó que “la prolongación involuntaria de las carreras es algo que puede menoscabar tanto la actividad profesional del estudiante como su vida económica. Nos preocupa cumplir con el contrato que tenemos con los estudiantes. Si decimos que una carrera se puede terminar en 5 años debe poder ser factible terminar en 5 o en 6, pero no en 10. Si uno decide que va a trabajar y ser un estudiante part-time, y recibirse en 10 años, bienvenido. La Universidad no va a ser un escollo y nadie lo va a impedir”.
Por último, Orozco destacó que, en caso de ser aprobado, cada Departamento tendrá la potestad de modificar ciertas cuestiones para adecuar el proyecto a su realidad específica. “Esto se discutirá en el Consejo Superior, se llegará a acuerdos y será adaptado por cada Departamento según su propia idiosincrasia. Yo celebro la discusión, sería triste un ambiente universitario donde no pasara nada. Queremos combatir problemas viejos. Podemos discutir en los ámbitos pertinentes pero con la verdad sobre los hechos, sin oportunismos políticos de ningún tipo” concluyó.
¿Qué opinan lxs estudiantes?
Como mencionamos, el envío del proyecto generó un amplio rechazo por parte de los movimientos estudiantiles en la Universidad. Una de las organizaciones con representación en el Consejo Superior es Nueva Universidad. Juan Dellerba, integrante, explicó que este proyecto “plantea un cambio radical de la forma de cursar en la UNS. Viene a modificar el sistema actual, donde el estudiante se autogestiona y decide cómo llevar adelante su carrera. Se busca un sistema más paternalista donde la universidad te marca en qué momento tenés que rendir, marcando el ritmo al que debés llevar tu carrera. Cuándo y cómo hacer las cosas”.
Nueva Universidad llevó adelante una junta de firmas de forma virtual para expresar el rechazo al proyecto del Sistema Integrado de Cursado y Aprobación de los Espacios Curriculares. Consiguieron el apoyo de 4.159 estudiantes en una semana.
Una de las preocupaciones que surge con más fuerza es la carga que se le puede llegar a imponer a aquellxs estudiantes que deben mantenerse con su trabajo a la par de sus estudios. Dellerba menciona que “al pibe que labura o quiere hacer algo más allá de la universidad se lo excluye bastante. Ya de por si hoy es difícil, y con esto ya lo terminás de eliminar al laburante”.
“Desde el primer momento, y al igual que lo manifiesta la comunidad estudiantil, decimos que este proyecto es elitista. Si bien hoy la universidad es pública, no accede cualquiera, y debemos luchar para que cada vez sea más accesible para todos. Este proyecto va en contra de ese ideal” Juan Dellerba, integrante de Nueva Universidad.
Sobre los puntos poco consistentes del proyecto, Dellerba advirtió que “se le otorga al docente facultades discrecionales para construir la nota a partir de elementos que no quedan muy claros. Uno es la participación en clase y otra es lo que ellos llaman aspectos actitudinales. Nadie termina de entender a que se refiere. Un término tan vago no puede ir en una normativa tan relevante. Esto termina volviéndose en una herramienta que puede utilizar el docente para poner notas de forma arbitraria”.
¿Cómo fue el tratamiento de este proyecto en el Consejo Superior? Allí también surgen cuestionamientos a la forma en la que fue presentado. Dellerba cree que “había un intento de que el proyecto salga sin que nadie se diera cuenta. Parecía que quería salir a las apuradas sin que se lo mirara mucho”. Además, agregó que “a partir del revuelo que se armó, este proyecto que estaba en las comisiones se sacó de la orden del día y por ahora no lo van a charlar. El debate está pausado, pero no implica que se haya eliminado. Pienso que este proyecto va a volver con un lavado de cara, diciendo que es algo nuevo, una mejora de lo anterior, y van a seguir insistiendo”.
Un proyecto sin lxs estudiantes
En este contexto inédito, podemos debatir sobre la modernización del plan de estudios sin que eso signifique pasar por encima de los derechos adquiridos por lxs estudiantes. Una reformulación no debería representar un retroceso en este aspecto.
Por otro lado, que algunos términos no sean claros es la prueba fehaciente de que este proyecto no se gestó desde la construcción colectiva. ¿Los planes de estudio de la Universidad deben cambiar? Es probable. Pero no pueden imponerse de forma paternalista y unilateral. Espero que la voluntad de generar un plan novedoso y mejor adaptado a las realidades de los alumnos sea un interés genuino y no la justificación para dejar gente en el camino, y que en un futuro el debate se pueda dar con lxs alumnos dentro.
La Universidad que nuestra comunidad se merece debe incluirnos a todxs, y ser tan heterogénea como las realidades de su alumnado.
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