Hábitat en Bahía Blanca: Una mirada desde los barrios

Por: Tomás Casella

Bahía Blanca es una ciudad que atraviesa una fuerte crisis en cuanto al hábitat urbano. Esto es, no solo la calidad de la vivienda en la que una familia reside, sino toda la estructura alrededor en cuanto al acceso a servicios públicos, salud, educación, seguridad, y otras cuestiones básicas que hacen al bienestar de cada individuo.

De más está decir que asegurarse de que cada familia pueda vivir en un hábitat digno es una responsabilidad del Estado en todos sus estamentos. En nuestra ciudad, esto deja mucho que desear: Según un relevamiento de distintas organizaciones sociales, en Bahía Blanca hay 32 villas y/o asentamientos de los cuales 25 son barrios populares. Para ser calificado de esta forma, un barrio debe tener al menos la mitad de su población sin acceso a dos o más servicios públicos, y además el 50% de sus residentes no debe tener acceso a las escrituras de su propiedad. Esta es la realidad que atraviesan miles de bahienses.

Tratando de darle seguimiento a un tema tan importante, hablamos en notas anteriores sobre el funcionamiento (o la falta del mismo) en el Consejo Local de Fomento del Hábitat, así como también de diversas políticas públicas que se están llevando adelante para ofrecer respuestas desde el Estado. Aquí intentaremos, a través de la voz de las y los vecinos, entender qué pasa en los barrios populares de nuestra ciudad.


Un espacio que se reactiva 

A modo de introducción, es importante actualizar la situación del Consejo Local de Fomento del Hábitat. Ese cuerpo, creado por ordenanza en el 2017, reúne representantes de distintas organizaciones sociales con trabajo en el territorio, de la UNS y la UTN, de colegios profesionales, y del Municipio, a través de la presidencia de Martín Castro, director de Planificación y Desarrollo Urbano.

Según la norma que le da creación, el Consejo debe reunirse una vez por mes, aunque en lo que va de 2021 solo fue citado en dos oportunidades. En septiembre el espacio volvió a funcionar, lo cual fue celebrado por sus protagonistas. Facundo Damiani, secretario de Hábitat del Movimiento Evita, señaló que “nos juntamos los primeros días del mes de septiembre, era una reunión muy esperada por los integrantes del Consejo, y por los y las vecinas. No podíamos creer que en 2021 no hubiéramos tenido una reunión, 9 meses sin reunirnos nos preocupaba muchísimo”.

¿En qué cuestiones se puntualizó en las dos reuniones? Por un lado se creó la comisión de territorio, que se reunirá una vez por mes entre las reuniones principales, y se planteó la creación de dos más para ocuparse de otros temas específicos. Además, elevaron una nota al intendente Héctor Gay  expresando una “profunda preocupación por la crítica situación que se suscita en relación al agua potable en la ciudad y región”. Allí marcaron que no sólo se trata de un tema preocupante en cuanto al acceso de los y las vecinas de la ciudad a ese recurso, sino también porque dificulta la ejecución de proyectos y programas de infraestructura para los barrios.

Pero por último, una de las cuestiones más interesantes para analizar, es que las organizaciones sociales integrantes del Consejo realizaron un exhaustivo relevamiento en el cual enumeraron cada falencia relacionada con el hábitat encontrada en una importante cantidad de barrios en nuestra ciudad. Además, en una actitud propositiva, clasificaron las vulnerabilidades según la complejidad de las obras necesarias para su solución.

Allí se encontraron con que, por ejemplo, 12 barrios de nuestra ciudad (de los relevados, que todavía no son la totalidad) conviven con calles en mal estado; 9 presentan una falencia en cuanto al acceso al gas natural; 8 tienen un problema de recolección de residuos; 7 presentan falta de mantenimiento de sus espacios públicos; 6 barrios cuentan con serias dificultades en su red de desagües cloacales;  5 de ellos no consiguen que sus vecinos accedan a la regulación dominial, entre otras diversas problemáticas.


La voz de las y los vecinos

Abrimos la nota con una pregunta, ¿qué pasa en los barrios de nuestra ciudad? Uno de los sitios con más vulnerabilidades relevadas en el informe fue el 9 de Noviembre, barrio que se extiende por 16 manzanas. Allí, notaron que faltaban obras de cordón cuneta y asfalto, había falencias con la red de desagües cloacales (tanto en el alcance de red y como con desbordes), falta de acceso a la red de gas natural, de alumbrado público, mantenimiento del espacio público, y carteles nomencladores.

Graciela Brione es vecina del barrio, y dijo que “no tenemos gas natural, no hay acceso. También se debe a que las tierras están en precariedad, hay que regularizarlas. Falta un plan de hábitat para la gente que ya está instalada con su casa o su rancho, yendo por la parte legal para poder exigir cosas como el gas”. También agregó otro de los problemas recurrentes como es el de las calles del barrio. Graciela afirmó que éstas son “intransitables, quedamos abnegados de todo, no pasa el regador, el nivelador. Si llueve es imposible bajar”.

Graciela también manifiesta su indignación con la situación del agua: “Es un problema, estamos precarizados al no tener medidores. No podemos exigirlos porque tampoco estamos en regla con las tierras. Tenemos muy baja presión y en verano tenemos días sin agua”.

Allí, a unas pocas cuadras, quien coincidió con esta mirada fue Lucio Vidal, presidente de la Sociedad de Fomento del Barrio Stella Maris. Él destacó que “de los 12 meses, 5 no tenemos agua”. También marcó otras problemáticas que atraviesan como las calles, la luminaria y los desagües cloacales: “Cuando llueve se hacen mierda las calles. Toda el agua de los barrios alrededor bajan por Stella Maris. Eso rompe todo, y la Municipalidad no viene seguido para hacer los arreglos. Las cloacas son un desastre, se rompen y baja todo por calles donde hay un jardín, una guardería, una primaria y una secundaria. No es fácil convivir con el olor, saltando charcos”.

Ser Comunidad es uno de los dos barrios de nuestra ciudad creados a través del Plan Federal, junto con el Esteban Napal. Son 93 viviendas, y fue inaugurado en 2017 tras 30 meses de construcción. Paola Cejas, referente de la Junta Vecinal, fue clara cuando dijo que “nuestro mayor problema es la iluminación. En la plaza del barrio no se ve nada a la noche, y los nenes juegan ahí. La plaza no está delimitada, son calles de tierra sin cordón. Si desconocés el barrio te subís arriba de la plaza, que ni siquiera tiene nombre. Es un desierto, no tiene ni árboles, ni un farol”.

Luego agregó otra de las preocupaciones que tienen las y los vecinos: “La limpieza es un problema también, con 93 viviendas estamos rodeados de dos baldíos. Uno de los terrenos es privado y más o menos se mantiene, pero el otro está lleno de mugre”.

Por último, otro de los barrios que aparece en el relevamiento con necesidades de las más básicas, como la falta de energía eléctrica, agua potable, calles en mal estado y falta de regularización dominial, es el de Villa Talleres. Su presidente de la Sociedad de Fomento, Roberto Acuña, nos pintó un panorama bastante integral del déficit que atraviesan en cuanto a hábitat en el barrio. Nos explicó que “nosotros vivimos todas esas vulnerabilidades. Entre un 70% y un 80% de las calles están en mal estado hace años. Cuando llueve no hay colectivo ni ambulancias. Una gran parte del barrio tiene una conexión precaria de agua y luz, y los vecinos están dispuestos a pagar el servicio como se debe. Cómo ha crecido tanto el barrio, y más con la pandemia, estamos hablando de más de mil familias. Hay una demanda imponente con el tema del agua, llega el verano y no hay presión. Acá viven muchos chicos, hay una sola escuela y un solo jardín, no hay cupos, la gente se tiene que ir a otros barrios. El barrio creció mucho y los servicios no acompañaron“.

Otro de los temas que aparece de manera recurrente, y que hemos marcado con énfasis en otras oportunidades, es el de la falta de atención primaria de la salud luego del cierre de unidades sanitarias en los distintos barrios bahienses. Villa Talleres es un ejemplo de esta situación: “Estamos en la pelea con la salita médica, tenemos mucha gente mayor, mamás con bebés. La sala médica está cerrada hace 3 años, y si no nos mandan a Villa Esperanza, a 30 cuadras. ¿La gente que no tiene movilidad como hace? Teniendo a dos cuadras una sala cerrada” se pregunta Roberto.


Una constante: la falta de respuesta de los funcionarios

Habiendo detallado las distintas necesidades que se viven a nivel habitacional en los barrios periféricos de Bahía Blanca, utilizando estos 4 ejemplos, queda claro que no son pocos los reclamos que se elevan desde los diversos puntos de nuestra ciudad. ¿Cuál es la respuesta con la que se encuentran?

Desde el 9 de Noviembre, Graciela mencionó que “es inalcanzable el Municipio. Hablamos con la delegación, y allí elevamos notas, pero no tenemos respuestas directas de funcionarios. La comunicación es lenta, si pedimos una máquina, si reclamamos agua. Estamos totalmente abnegados, es imposible”. También agregó que “ahora en época de elecciones hay algunos que se acercan para ver nuestras inquietudes. Esperamos que si en algún momento cambia la dirigencia se puedan paliar esas necesidades”.

Lucio Vidal de Stella Maris apuntó en la misma dirección cuando dijo que al romperse las calles con la lluvia “la Municipalidad no viene seguido para hacer los arreglos. Nos reunimos con Jouglard y le planteamos el problema, mandamos notas hasta cansarnos, porque sino no dan bola. Es muy poca la respuesta. Tengo el celular de Gay, de Jouglard, de Compagnoni, de concejales, del gerente de ABSA, y hay muy poca respuesta”.

Por el lado de Ser Comunidad, Paola dijo que desde que el barrio se fundó, hace ya casi 5 años, mantienen un mismo reclamo: el estado de las calles. “Le pedimos a la delegación que traiga las máquinas y nivele, algunas calles son parejas y otras son problemáticas. Antes teníamos contacto directo con el delegado, que venía y mandaba las máquinas. Ahora no tengo contacto con el delegado nuevo por diferencias de opiniones” mencionó.

Roberto de Villa Talleres también se expresó en el mismo sentido, y dijo, refiriéndose también al tema de las calles, que “lo hemos charlado y en algunas cosas el Municipio puso voluntad, pero en otras no tanto. Hablamos con el delegado municipal, pero dicen que no tienen maquinaria, o que se les rompió, cosas ilógicas que no se explican. Se han hecho un montón de petitorios y hemos charlado con el Municipio pero nunca se llega a concretar, dicen que van a venir a arreglar pero vienen, hacen dos cuadras y se van“.

Coincidiendo con el relato de Graciela, Roberto mencionó que “siempre pasa lo mismo, terminamos en momento de elecciones y ahí si vienen con todas las promesas, y no se llega a concretar nada, y lo digo sin ninguna postura política. Hace muchos años que los barrios periféricos quedamos abnegados de los servicios”.


Ante esto, ¿cómo aparece el Estado?

La visita de Jorge Ferraresi, ministro nacional de Desarrollo Territorial y Hábitat, desnudó una realidad evidente: no hay articulación entre la cartera encabezada por el ex intendente de Avellaneda con el Municipio de Bahía Blanca. Por un lado, la llegada del funcionario pasó desapercibida en Alsina 65. No hubo reuniones ni llamados. Por el otro, Ferraresi aseguró en conferencia de prensa que “en Bahía Blanca hay un Municipio ausente. No conozco al intendente, nunca vino a generar un plan de viviendas. Sería bueno que los gobiernos tengan en agenda el tema de las viviendas, y hay muchos que no lo tienen”.

La falta de sintonía fina entre los dos estamentos del estado es clara, y no solo pasa por lo discursivo. Entonces, ¿cómo llegan los programas del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat a nuestra ciudad? La respuesta son tanto los gremios como las organizaciones sociales.

Facundo Damiani, del Movimiento Evita, en coincidencia con el ministro, mencionó que “encontramos en cada lugar que visitamos el malestar total hacia el Municipio, no solo en los barrios populares, sino en todos los sectores de la ciudad. La vinculación con la Secretaría de Integración Sociourbana [de la cual dependen programas como el RENABAP] la tenemos que hacer nosotros directamente, porque no hay voluntad de hacerla por parte del Municipio”.

A través del Consejo Local de Hábitat, el Municipio tiene ojos en el territorio. Sabe qué vulnerabilidades se viven en los barrios, cuáles son y dónde están. Mientras el Estado Municipal, de cercanía, y con las herramientas que tiene, decida no ser un actor activo en el fomento de políticas públicas para mejorar el hábitat en los barrios de nuestra ciudad, miles de bahienses seguirán conviviendo con las carencias más básicas.


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