La emisión de un título a un siglo es algo inédito para la Argentina. La colocación por 2750 millones de dólares se realizó a una tasa de interés muy superior a la de otros países. La extensión del plazo no permitió bajar el costo.
La liberalización de los movimientos de capitales y la desregulación cambiaria que tuvieron lugar en diciembre 2015 fueron la piedra basal para el ciclo de endeudamiento externo iniciado con el pago a los fondos buitre. Desde entonces el Gobierno de Mauricio Macri entregó deuda en moneda extranjera para todos los paladares. Entre los bonos ofrecidos al mercado hubo colocaciones en dólares, euros y francos suizos con plazos de entre 3 y 30 años. Las tasas de interés pagadas no mostraron las bajas prometidas y la economía no despegó pero Argentina se convirtió en el país emergente que más deuda en moneda extranjera emitió en los últimos 18 meses. El Ministerio de Finanzas decidió coronar el proceso de reinserción plena en los mercados financieros internacionales con el lanzamiento de un título en dólares a 100 años. La operación a cargo del cuarteto compuesto por HSBC, Citigroup, Santander y Nomura permitió captar ayer 2750 millones de dólares, aunque los bancos extranjeros recibieron órdenes de compra por una suma cercana a los 10.000 millones de dólares. “Una emisión de este tipo es posible gracias a que logramos recuperar la credibilidad y la confianza del mundo en Argentina y en el futuro de nuestra economía”, celebró el ministro de Finanzas, Luis Caputo. Ni la credibilidad ni la confianza permitieron una reducción significativa en el costo del financiamiento. Los bonos centenarios tienen un cupón de interés de 7,125 por ciento anual y, como los títulos se vendieron por debajo de su valor nominal, el rendimiento asciende a 7,9 por ciento.
La emisión de un bono a cien años era algo inédito hasta ahora en Argentina. El título terminará de pagarse en 2117. Quiere decir que, si no se modifica la Constitución o no hay una recompra anticipada, habrán transcurrido 26 mandatos presidenciales cuando ese pasivo se cancele de manera definitiva. Asumiendo que las fronteras y finanzas europeas se mantengan inalteradas, Irlanda y Bélgica habrán cancelado el año anterior sus respectivas colocaciones en euros. Las emisiones realizadas por esos países el año pasado fueron simbólicas: 100 millones de euros con tasas de interés del 2,3 por ciento. Quien también terminará de abonar sus bonos centenarios en 2116 es México, que tomó 1500 millones de euros pagando tasas inferiores al 5 por ciento. “Estamos más cerca de países normales como Bélgica o México que de Venezuela, con quien el gobierno anterior solía endeudarse a 5 años y a tasas de un 15 por ciento. Es un sello de confianza no sólo en esta administración sino también en el futuro del país”, enfatizó el ministro de Finanzas, para quien el endeudamiento externo es una condición necesaria para crecer y generar empleo. A pesar del entusiasmo oficial, la exitosa reinserción del país en el mercado financiero internacional no solo no ofreció esos resultados sino que los fondos obtenidos fueron utilizados para financiar la fuga de capitales y la remisión de utilidades en el marco de una asfaltada y bien señalizada bicisenda financiera. La medida recibió duros cuestionamientos de todo el arco opositor e incluso de economistas del establishment (ver aparte).
Una descripción más precisa sobre el origen y los objetivos de la operación provino desde una de las entidades colocadoras. El Jefe Global del Debt Syndicate del HSBC, Adam Bothamley, indicó ayer que la operación fue ofrecida al gobierno argentino por los bancos al tiempo que consideró que la colocación “no es tanto sobre un título a 100 años, es una forma de expresar con fuerza la trayectoria de la historia a los inversores”. Es el broche de oro para el abandono de la política de desendeudamiento, una herencia que facilita al proceso iniciado el año pasado.
El regreso estelar de la Argentina a los mercados financieros internacionales podría registrar hoy un nuevo hito. El ministro Caputo está convencido que Morgan Stanley mejorará el status del mercado bursátil local, que pasará de ser considerado “fronterizo” a “emergente”, incentivando mayores flujos de capitales hacia activos locales.
Durante una conversación que mantuvo con periodistas acreditados en el Palacio de Hacienda, el jefe de gabinete de Finanzas, Pablo Quirno, desestimó los cuestionamientos a la operación al sostener que “uno toma las decisiones con la información del momento, ya que con el diario del lunes todo sería más fácil”. En el caso de la deuda externa, la “información del momento” excede a la que muestran las pantallas Bloomberg utilizadas por los operadores del mercado. Los datos históricos son contundentes: los ciclos de endeudamiento externo como el que caracterizó a la Argentina entre 1976-2001 no tuvieron un correlato con procesos de desarrollo económico, ampliación de la capacidad productiva y mejoras sostenidas de las infraestructuras. En cambio, incrementaron la vulnerabilidad externa, generaron nuevas fuentes de volatilidad macroeconómica, tensionaron las cuentas públicas y profundizaron los problemas en la balanza de pagos. Tomar deuda en sí no es malo, el problema es el uso que se da a esos flujos.
Fuente: pagina12.com.ar