En las últimas horas, desde el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur (IIESS) lanzaron un interesante informe en el cual se detalla el impacto de la pobreza en Bahía Blanca. A diferencia de los números que comparte el INDEC, aquí no se toman los ingresos familiares como el único parámetro, sino que se utilizan otros indicadores que tienen que ver con el acceso a los servicios básicos o la calidad de la infraestructura vial, entre otras. En ese sentido, la pobreza multidimensional alcanzó al 25,6% de los bahienses, representando unas 84.000 personas.
María Emma Santos, doctora en Economía del IIESS – CONICET, aseguró que «es una medición complementaria a la del INDEC, y el número es menor porque habla de una pobreza de tipo estructural, donde concurren muchas privaciones en simultaneo. Hay hogares con carencias en indicadores directos del bienestar: los materiales de la vivienda, si está afectada por la humedad, la entrada de luz, cantidad de bienes durables, acceso a servicios básicos como luz, gas y agua, saneamiento adecuado en materia de salud, qué fuentes de energía se usan para calefaccionar y cocinar, si los miembros del hogar tienen obra social, si los chicos van a la escuela, si hay desocupados o trabajadores precarios, etc. Es un tablero con columnas e indicadores, y se señalan si se llegan o no a los umbrales mínimos. Si hay muchas cruces, hay muchas privaciones y ese hogar es considerado dentro de la pobreza multidimensional».
Según mediciones de junio 2024, una de cada cuatro personas en Bahía Blanca habita en hogares en pobreza multidimensional intensa o severa: representa al 25.6% de la población, más de 84.000 personas. 🧵 pic.twitter.com/4cETeCemcW
— IIESS UNS – CONICET (@IIESS_CONICET) November 29, 2024
«Toda la zona sur de la ciudad es la que presenta mayor incidencia e intensidad en la pobreza. No está circunscripta a un barrio en particular, y aunque efectivamente hay una segregación espacial, no son unos pocos puntos focales. Eso haría más sencillo el abordaje político, pero en realidad está distribuida en una zona geográfica que barre una periferia amplia» María Emma Santos.
En ese sentido, la investigadora agregó que «lo que permiten estas mediciones multidimensionales es hacer el cruces con la del INDEC, que se toma por ingresos. Ahí podemos armar cuatro categorías: los hogares con los dos tipos de pobreza, multidimensional y monetaria, los hogares donde no hay pobreza de ningún tipo, y los hogares donde se entrelazan alguna de las dos posibilidades. Son grupos distintos que necesitan políticas diferentes, y son caracterizaciones de personas diferentes. El grupo que tiene ambos esta muy marginalizado, y una transferencia monetaria no resuelve su situación. El grupo que es pobre según ingresos pero sin ser multidimensional tiene otros recursos no monetarios, sino de educación, de infraestructura, herramientas con las cuales pueden sobrellevar mejor esa situación de pobreza. Igualmente deben ser abordados, pero de manera diferente».
Por último, Santos resaltó que «hay varios datos interesantes que tienen que ver con la configuración de los hogares. Los hogares monoparentales con figura femenina son más vulnerables a experimentar la pobreza multidimensional. Si focalizamos en ese grupo, allí hay más de 8.000 menores de edad en pobreza multidimensional. Son hogares donde los chicos no tienen cobertura de salud, hay inseguridad alimentaria, donde los adultos a cargo no completaron el secundario, están desocupados o con empleos precarios, hay hacinamiento y las condiciones de la vivienda son malas; es un panorama muy duro».