Mientras se esperaba algún anuncio que tenga que ver con nuevos desembolsos, el FMI lanzó un evasivo comunicado en el que no se menciona ninguna medida en concreto. Allí, resaltan los avances del Gobierno nacional en la reducción de la inflación, estabilización económica y disminución de la pobreza, mientras que «avanzan las conversaciones constructivas para llegar a un nuevo acuerdo con la Argentina». Todo esto se da en el marco de las últimas declaraciones del Presidente Milei, quien destacó que un nuevo desembolso le permitirá al país la salida del cepo a principios de 2026.
Francisco Cantamutto, economista e investigador del IIESS-CONICET, aseguró que «estábamos a la expectativa, aunque este desplante del FMI con el Gobierno de Millei ya es reiterado. Incluso cuando el Presidente viajó a Davos, supuestamente iba a Caputo a cerrar el acuerdo en Washington, y el ministro se tuvo que volver antes para continuar la negociación en secreto desde la Argentina, porque todavía no llegan a un acuerdo común. El FMI es un organismo burocrático técnico que utiliza un lenguaje lavado para no introducir fricción; entonces hacen un elogio del ajuste que se ha hecho, pero siguen presentando dudas respecto de lo que está por venir. La primera reflexión que surge es que el FMI es insaciable. No importa cuánto se le otorgue, siempre va a pedir algo más, porque un ajuste más brutal que el que ejecutó Milei es simplemente imposible».
«Desde hace ya varias décadas que la Argentina no tiene un problema para generar divisas, sino que sus dificultades pasan porque no las puede retener. Los dólares se van por muchos lados, y eso no es sostenible en el tiempo» Francisco Cantamutto.
En ese sentido, el economista agregó que «por otro lado, un punto central son las diferencias técnicas, porque el FMI señala que se tiene que garantizar la puesta en marcha de algunas reformas pensando en el mercado laboral, la pérdida de derechos y una reforma previsional que aumente la edad jubilatoria. Por eso la sesión de ayer en Diputados fue una señal positiva para el FMI, no por los proyectos aprobados en sí, sino por el hecho de que un Gobierno en minoría legislativa puede pasar reformas muestra capacidad de implementar cambios. Aún así, el otro punto de fricción del FMI con el Gobierno argentino tiene que ver con la no acumulación de reservas. El organismo no presenta mayores diferencias respecto del ajuste fiscal, pero las dudas más grandes están más bien relacionadas con lo cambiario, es decir la administración de las divisas que no se logran retener».
Sobre ese punto, Cantamutto destacó que «el año pasado, el Gobierno administró el acceso a una cantidad de dólares inmensa que puede llegar a los $28.000 millones de dólares de superávit en la balanza de pagos. Sin embargo, las reservas brutas aumentaron en sólo US$8.000 millones. Para decirlo de otra forma: Se perdieron US$20.000 millones, y esto es lo que preocupa al FMI. En un año recesivo donde el sector agroexportador liquidó y no tuvo un problema de sequía, donde el sector energético pasó a ser superavitario y va a seguir siéndolo este año, aún así no hay capacidad del Gobierno de retener divisas para mostrar que puede hacer frente a los vencimientos. Por eso Milei intensifica esos gestos, como el de proponer en el proyecto de presupuesto que todo el exceso de ahorro que hubiera se iba a destinar a pagar la deuda. Está sobreactuando la capacidad de pago, pero en el fondo lo que está mostrando es que esos dólares no están garantizados».