La recuperación económica del 2022 tuvo su correlato en la caída de la tasa de desocupación – de 9,6 a 6,9 por ciento en el segundo trimestre 2022-2021- y un aumento de trabajadores formales. Sin embargo, el crecimiento del empleo es traccionado por el asalariado informal. Entre los primeros trimestres de 2021 y 2022 la cantidad de trabajadores formales creció un 2 por ciento mientras que la de asalariados informales lo hizo en 18 por ciento, pasando de 4,4 a 5,2 millones de ocupados.
«Las dificultades de la actual matriz productiva argentina para generar trabajos de calidad, con su correlato de desigualdad y concentración de riqueza, se evidencian en la tendencia que se ha verificado en la salida de la pandemia en 2021: la de un crecimiento de puestos de trabajo informales y precarios», determina el estudio «Informalidad y precariedad en Argentina» que elaboró el Centro de Estudios Metropolitanos y desglosa las estadísticas laborales de la Encuesta permanente de hogares (EPH).
De ello hablamos con Darío Romano Investigador del Centro de Estudios Metropolitanos (CEM): «Si uno solo mira los índices de la tasa de desocupación es la más baja en los últimos 10 años. Sin embargo, si estudiamos este número encontramos que la calidad del trabajo es compleja».
Asimismo, profundizó con datos este concepto al marcar que «el 44 por ciento de las personas ocupadas en argentina tienen empleos precarios«.
De acuerdo al CEM, en Argentina hay 19,8 millones de trabajadores ocupados dentro de los cuales el 44 por ciento se desempeña en condiciones de precariedad laboral. En 2005, en el marco del inicio de la recuperación posterior a la crisis de 2001, más de la mitad de los ocupados eran trabajadores precarios (52 por ciento). Ese porcentaje disminuyó hasta llegar a 39 por ciento en 2015, pero volvió a crecer en 2020. «Como consecuencia de la crisis económica desatada a partir de 2018 se vuelve a retomar una tendencia creciente de precarización que se sostiene durante la salida de la pandemia (2022)», asegura el CEM.
«Hoy en día, la magnitud de la masa laboral que compone el universo de la informalidad, lejos de exponer una contingencia o una desviación, evidencia elementos de carácter estructural en la precarización de la fuerza de trabajo», continúa. Del total de la masa laboral, el 48 por ciento son asalariados formales, el 26 por ciento son asalariados informales, el 18 por ciento son cuentapropistas precarios (en puestos de baja calificación), el 5 por ciento cuentapropistas calificados (en puestos de alta calificación) y el 3 por ciento restante personal en puestos de dirección.
Los trabajadores asalariados informales y los cuentapropistas precarios como vendedores ambulantes, volanteros, peones, ayudantes, changarines, jornaleros o cuidadores perciben salarios, en promedio, inferiores a la canasta de pobreza en un 95 y 92%, respectivamente.
Los asalariados informales cobran en promedio un 53% menos que los formales. Los asalariados formales perciben un ingreso mensual promedio de 83.159 pesos, mientras que en el caso de los informales el monto desciende a 38.965 pesos. Por su parte, los cuentapropistas precarios cobran en promedio un 42 por ciento menos que los calificados. Mientras que los cuentapropistas calificados perciben, en promedio, un ingreso laboral mensual de 71.955 pesos, los precarios perciben un ingreso de 41.841 pesos.
En el mundo de los asalariados informales las ramas que presentan los salarios más bajos son el servicio doméstico, donde una trabajadora informal percibe en promedio un ingreso mensual de 22.806 pesos. Algo similar ocurre en la rama alojamiento y servicio de comidas donde el salario promedio de un trabajador informal es de 33.463 pesos, en comercio de 34.995 pesos y en construcción de 38.255 pesos. Dentro de los cuentapropistas precarios, el sector de suministro de agua, alcantarillado, gestión desechos y saneamiento un trabajador en promedio un ingreso mensual de 11.229 pesos. Algo similar ocurre en la rama alojamiento y servicio de comidas donde el salario promedio de un trabajador precario es de $27.851 y en Comercio de $39.984.
«Esto se da en un contexto de bajos ingresos y de caída generalizada del poder adquisitivo de los trabajadores en los últimos años, fundamentalmente a partir de la crisis de 2018 y agravado por la pandemia. La espiral inflacionaria profundizada en los últimos meses afecta principalmente a trabajadores de estos segmentos, quienes al no estar cubiertos por la legislación laboral y al no estar encuadrados en sindicatos carecen de mecanismos efectivos para encauzar sus reivindicaciones».
Al analizar la cuestión de la informalidad por sexo, edad y rama de actividad, se observa que hay segmentos de trabajadores que se ven más afectados que otros. En cuanto al sexo, las mujeres presentan una tasa de informalidad más alta que los varones. La tasa de informalidad de mujeres es del 38 por ciento y la de varones del 34 por ciento. Dentro de los cuentapropistas, los varones presentan mayor proporción de precariedad que las mujeres: el 81 por ciento se desempeña en un puesto precario, y esto sucede en el 70 por ciento de las mujeres.
Los jóvenes son los más afectados por la informalidad y el cuentapropismo. El tramo de hombres y mujeres de entre 18 y 24 años presenta una tasa de informalidad del 66 por ciento y de precariedad del 84 por ciento, el tramo de entre 25 y 30 años tiene una informalidad del 43 por ciento, superando significativamente a la tasa promedio del conjunto de los ocupados. Por otro lado, los adultos mayores de 66 años también presentan una tasa de informalidad elevada que se ubica en el 47 por ciento.
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