Fotos: Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires
Por: Tomás Casella
Un problema estructural
Siguiendo el recorrido que iniciamos en una nota anterior, está claro que vivimos en una sociedad cuya estructura está marcada por prácticas machistas, lo que impacta de una forma u otra en diversos ámbitos. Hablamos también sobre los mandatos de la masculinidad hegemónica, aquellas pautas que los hombres deben seguir a rajatabla para ser considerados como tales.
En este marco, se educa a los varones a ejercer una masculinidad prefabricada bajo los parámetros de esa estructura patriarcal. Y si bien apuntamos a ciertas cuestiones que pueden servir como base para desarmar esos mandatos, ¿qué sucede cuando se llega tarde? ¿Puede cambiar un hombre que ejerció violencia sobre una mujer?, ¿Se puede trabajar con políticas públicas destinadas a los hombres que ejercieron violencia de género?
La respuesta del Estado
El Estado posee distintas herramientas para llevar adelante un trabajo directo en relación a esta problemática. Una de las políticas más resonantes en nuestra Provincia es la de “Comunidades sin Violencia” por parte del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad bonaerense. Este programa apunta al fortalecimiento a través de fondos de las políticas de género ya existentes en los distintos municipios, además de financiar la creación de espacios institucionales nuevos para abordar diferentes cuestiones.
Silvia Zaballa es la coordinadora territorial del Ministerio en nuestra región, y nos explicó que el Comunidades sin Violencia “es un programa provincial que supone una transferencia de entre 1,5 y 5 millones de pesos anuales y propone tres líneas”. Por un lado plantea el financiamiento de los equipos locales de cada municipio; la ampliación y refacción de los Hogares de Protección Integral para mujeres y familias en situación de violencia; y por último la creación de dispositivos de trabajo con hombres que ejercen violencia.
Zaballa detalló que en esta última línea “está incluido concretamente el trabajo con hombres que ejercen violencia. No solo con material, sino con recursos para contar con los profesionales que puedan organizar esos dispositivos”.
Numerosos espacios de estas características funcionan en la Provincia. Allí, si bien se alienta la participación de los hombres que se acercan movilizados por su propio deseo de cambio, normalmente lo hacen luego de un pedido de la Justicia. “Ahí es cuando el dispositivo se constituye en base a la construcción de esa voluntad” destacó Zaballa.
Además agregó que “En general esos varones plantean que esa es la primera vez que pueden hablar de algunas cosas, siendo escuchados y no juzgados, desde un lugar de deconstrucción de esos mandatos. Eso los empieza a atrapar para poder seguir yendo a los dispositivos. A veces las medidas cautelares vencen pero los hombres siguen estando vinculados”.
Actualmente en Bahía Blanca no funcionan espacios de este tipo que sean gestionados por el Municipio. Los fondos recibidos por el programa este año fueron destinados a la reparación del Hogar de Protección Integral que sufrió un incendio a principios del 2020. De igual manera, al tratarse de fondos que se reciben todos los años, dispositivos de estas características podrían llevarse adelante en el futuro si así se decide desde la Municipalidad.
¿Cómo se plantea este trabajo?
Un espacio muy interesante a la hora de plantear políticas destinadas exclusivamente al trabajo con hombres es la Dirección de la Promoción de Masculinidades para la Igualdad del Ministerio, la cual es dirigida por Ariel Sánchez. Este espacio surgió con la idea de “repensar y accionar sobre el modo en que se instituye cierto tipo de masculinidad como la hegemónica y las posibilidades de construir otros modos de habitar masculinidades”.
Sánchez explicó que uno de los ejes principales de su Dirección “tiene que ver con el abordaje de los varones que han ejercido violencia, hayan sido denunciados o no. Ahí accionamos para capacitar a equipos técnicos para formar espacios grupales que alberguen a los hombres que ejercen violencia”.
Agregó también que la perspectiva de los dispositivos “escapan de la respuesta punitiva. La idea es hacer un trabajo de reconocimiento de ejercicio de la violencia para luego generar prácticas reparatorias y que esa persona no vuelva a ejercerla. Muchas veces cuando se resuelve una denuncia esa persona vuelve a ejercer violencia contra la misma u otras personas. Por eso queremos dar un abordaje integral a la violencia de género”.
“Trabajamos con organizaciones sociales, sindicatos, clubes, etc. promoviendo espacios de reconocimiento y reflexión del ejercicio de formas de violencia y vulneración entre varones. Los hombres no se piensan vinculados a las políticas de género, son ajenos. Por eso buscamos politizar la categoría de varón, reconociendo el ejercicio de un montón de formas de humillación y violencia que ni siquiera reconocen como tal, porque no las viven de ese modo por la naturalización de los mandatos. Ahí se promueve una escucha reconociendo las tramas de género que los involucran, así como el recorrido de los mandatos machistas en sus propias vidas y en sus propios vínculos” Ariel Sánchez.
1 – Se lanzó el programa “Deconstruyendo masculinidades” para varones privados de su libertad en las unidades del Servicio Penitenciario Bonaerense. Se trata de ocho talleres que trabajan en torno a masculinidades hegemónicas y modos alternativos de ejercer la masculinidad. pic.twitter.com/Mq2SyYVv9T
— Ministerio de Mujeres PBA (@MinMujeresPBA) June 8, 2021
Otra iniciativa de esta dirección es la línea “Hablemos” para varones que ejercieron violencia. Sánchez explicó que “muchos de los que llaman son derivados judiciales y hacemos primera escucha, evaluación de riesgo y derivación a los distintos dispositivos. En otros casos también llaman por interés personal para reflexionar sobre ciertas cosas, o notando cierto ejercicio de violencia en su accionar cotidiano”.
¿Funcionan dispositivos así en Bahía Blanca?
Si bien mencionamos que desde el Municipio no se gestionó la creación de espacios que trabajen con hombres que ejercen violencia, este ha sido uno de los ejes de trabajo de la ONG Nido. Esta organización funciona en nuestra ciudad trabajando “la problemática de la violencia familiar, asiste a la mujer maltratada, al hombre violento, a niños y adolescentes víctimas y testigos de situaciones de violencia familiar, realiza una tarea educativa y preventiva en las escuelas, centros comunitarios y otras instituciones”.
Laura Vulyscher es psicóloga e integrante de Nido, y nos explicó que allí llevan adelante un “dispositivo psico socio educativo para varones que ejercen violencia hacia sus parejas. Es un trabajo grupal interdisciplinario con psicólogas, trabajadoras sociales y abogadas” Agregó además que “la idea es trabajar con los hombres para erradicar la violencia y que no vuelvan a ejercerla. Si estos hombres no hacen un trabajo consigo mismos vuelven a formar parejas violentas, con chicos de testigos que crecen en ese ámbito. La idea es cortar con ese ciclo y mostrar otras formas de conducta”.
Al igual que en los ejemplos anteriores, algunos hombres se acercan voluntariamente y otros llegan de parte de la justicia. Sobre esto, Vulyscher mencionó que “el que al principio llega porque lo mandan después empieza a entender que la cuestión pasa por ellos, sino no hay posibilidad de cambio. La respuesta suele ser positiva, pero depende de la personalidad. Estas personas no son psicópatas, por lo que siempre hay arreglo y se puede hacer algo con eso. Son violentos cíclicos que actúan por impulso y luego se arrepienten y quieren cambiar. Cuando ellos reconocen las actitudes ahí se producen los cambios. Son gente que por primera vez empiezan a poner en funcionamiento la palabra en lugar de la acción”.
Tan solo un primer paso
Entonces, en un mundo estructuralmente machista, los hombres que ejercen violencia no pueden pensarse como una excepción. No son (en su mayoría) personas “enfermas” ni “desviadas”, sino que representan el producto de ese sistema patriarcal. Es un accionar que se da transversalmente entre generaciones y clases sociales.
Abordar esta compleja temática con una metodología de trabajo igualmente integral puede resultar un interesante primer paso para construir comunidades libres de violencia de género.