La economía argentina enciende las alarmas por diferentes reportes del Banco Central que denotan que el desorden a nivel financiero empieza a repercutir en la economía real. Particularmente, se están empezando a registrar problemas en las cadenas de pagos y un fuerte aumento de la morosidad: en tarjeta de crédito superó el máximo de los últimos tres años, y los cheques rechazados están en su máximo punto en los últimos cinco años.
Christian Buteler, analista económico, explicó que «vos nunca podes separar la economía financiera de la real, porque tarde o temprano terminan confluyendo. No podés mantener un esquema financiero excelente si tenés problemas en la economía real. Una termina siendo derivada de la otra, por lo que es muy importante tener ordenada la real para tener más chances de tener ordenada la parte financiera. Lo que hoy tenés es un problema con la economía real, que muestra complicaciones que no se superan con indicadores que siguen cayendo; las ventas cuestan, hay rubros que no se recuperan como la construcción, el comercio o las actividades industriales. Luego hay otros como el petróleo, gas, la minería y el agro que están muy bien. La economía es amplia y hay sectores que todavía no se recuperan de la crisis que viene de 2023.
«Si mirás la evolución del riesgo país, dejó de bajar en enero tras el pago de intereses y amortizaciones. Habíamos roto el piso de los 600 puntos, y comenzó a subir al momento de la incertidumbre del tipo de cambio. Luego del acuerdo con el FMI volvió a bajar un poco, pero sigue encima de los 700 puntos» Christian Buteler.
En términos concretos, el analista manifestó que «en 2o24 veníamos con actualizaciones salariales por encima de la inflación, que desaceleró mientras las actualizaciones de salarios venían con el envión de 2023: esto se tradujo en números como algún tipo de recuperación. Eso paró completamente cuando la inflación dejó de bajar en 2025; allí los sueldos comenzaron a actualizarse menos, por debajo de la inflación. Eso te da una pérdida de la capacidad de consumo, a lo que se le suma el problema del atraso cambiario y el récord de salida de dólares por turismo. De la misma manera, las empresas cambian producción local por importación porque el dólar barato quedó para todos. Todo esto afecta al empleo y el nivel de actividad. Ahí está no solo la caída en los índices PyMEs de producción y ventas, sino también en la cadena de pagos y la morosidad en tarjetas de crédito».
Finalmente, Buteler destacó que «la situación es disímil entre los segmentos sociales, porque hay sectores ganadores y perdedores. Hoy vemos que mejora la venta de productos más caros como autos importados o propiedades, y hay una caída en ventas de productos básicos. Hay dos segmentos, uno de mayor poder adquisitivo que puede experimentar una mejora, y otro de poder adquisitivo más bajo que debe recortar sobre productos muy básicos. Por ejemplo, hoy los productos de supermercados están cayendo en sus ventas. La gente está ajustando no en salidas, sino en comida que compra en los supermercados. Esa divergencia también se ve a nivel empresarial, con rubros como petróleo, gas, minería y agro que están muy bien, y otros con requerimientos más intensivos de mano de obra, como construcción, industria y comercio, que les va mal».