Los hogares bahienses de sectores vulnerables y no vulnerables presentan significativas variaciones en el uso de herramientas financieras, según el tipo que sea: mientras que el manejo de tarjetas de débito o cajas de ahorro no tiene casi diferencias, otros como el aprovechamiento de tarjetas de crédito o billeteras electrónicas sí. Los datos surgen del tercer informe publicado por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur (UNS-CONICET) sobre los datos relevados en la encuesta general “Inclusión social sostenible: innovaciones y políticas públicas en perspectiva regional”, de la cual ya se difundieron dos informes previos sobre la pobreza multidimensional y la vulnerabilidad ambiental urbana.
“Nuestro objetivo fue determinar el grado de inclusión financiera de la población de Bahía Blanca, entendida como el acceso universal a productos financieros útiles y asequibles que satisfagan las necesidades de personas y empresas, como de transferencias, pagos, ahorros, créditos o seguros, prestados de manera responsable y sostenible”, sostuvo la doctora en Ciencias de la Administración Sofía Orazi.
Según los datos obtenidos, el 9% de los hogares bahienses está excluido del sistema financiero. Esto implica que no utiliza ningún instrumento financiero, entendidos estos como tarjeta de crédito, de débito, caja de ahorro, cuenta corriente, banca internet, billetera electrónica o tarjeta prepaga. Un 21% tiene “baja inclusión” (usan uno o dos instrumentos), el 32% tiene “media inclusión” (tres a cuatro instrumentos) y el 38% tiene alta inclusión (usan cinco o más instrumentos). Este dato contrasta con los niveles de pobreza en la ciudad, mostrando que salvo los sectores en situación de vulnerabilidad extrema, aún los hogares carenciados utilizan dos o tres instrumentos financieros.
“Los resultados indican la existencia de un bajo porcentaje de hogares excluidos del sistema financiero, en concordancia con la evolución experimentada en Argentina; dado que el acceso y uso de cuentas bancarias ha aumentado a lo largo de los años, alcanzando actualmente a un 91% de adultos con al menos una cuenta de depósito según el último informe de Inclusión Financiera del Banco Central de la República Argentina”, señalan Martínez y Orazi.
A su vez, se destaca que casi la mitad de la población adulta tiene al menos una financiación en el sistema financiero ampliado, incluyendo a las tarjetas de crédito, de compras no bancarias y otros proveedores no financieros de crédito que reportan sus carteras al Banco Central.
El análisis de información se realizó comparativamente entre barrios no vulnerables (BNV) y barrios no vulnerables (BV), utilizando la clasificación elaborada por la Secretaría de Estadísticas de la Municipalidad de Bahía Blanca en 2019, a partir de un relevamiento del acceso a servicios en cada sector de la ciudad
En ambos se aprecia un uso sin grandes diferencias de tarjetas de débito (85% y 69%, respectivamente), caja de ahorro (68 y 54%), billetera electrónica (53% y 41%) o tarjetas pre pagas (21% y 26%). Sin embargo, la brecha se expande en otras herramientas: mientras que el 60% de los sectores no vulnerables usan banca internet y el 54% usa tarjeta de crédito, esos porcentajes caen al 34 y 33% en los sectores vulnerables.
Otra diferencia amplia está en la tenencia de créditos bancarios o no bancarios. Los primeros son regulados y se asocian a otras herramientas como cuentas corrientes, tarjetas o cajas de ahorro, mientras que los segundos habitualmente son en financieras o similares, cuya tasa de interés es mucho mayor. El 36% de los sectores no vulnerables declaró crédito bancario y el 22% no bancario, pero esos porcentajes prácticamente se invierten para los sectores vulnerables: el 23% recurrió al sistema formal, mientras que el 37% declaró hacerlo fuera del circuito bancario, con el mayor costo asociado que ello significa.
Respecto a las razones por las cuales no se solicitan créditos, mientras que en los barrios no vulnerables un 41% considera que no lo necesita y un 30% que no quiere endeudarse; los porcentajes prácticamente se invierten en los hogares vulnerables: el 43% manifiesta que no quiere endeudarse, independientemente de sus necesidades, y el 30% que no lo necesita. “Si se consideran solo aquellos hogares que no tienen créditos y se analizan las razones por las cuales no acceden al uso de estos instrumentos, se observa que predomina la exclusión voluntaria del sistema financiero; a la que se suma la exclusión involuntaria, ya que en menor medida fueron mencionadas otras razones como tasas de interés elevadas, inestabilidad del país y desconfianza”, detallaron Martínez y Orazi.
Según explicaron las autoras, “la población excluida en términos financieros y crediticios se caracteriza por no tener ingresos formales o estables, habitar en zonas marginales, tener menores niveles educativos y, por lo tanto, enfrentan mayores obstáculos para acceder al mercado financiero formal”.
“Esto genera un obstáculo sustancial para la planificación del consumo, la ejecución de proyectos familiares, para iniciar o expandir emprendimientos, o para la vivienda, ya que dependen del ahorro nominal (que pierde valor en épocas inflacionarias), de préstamos del mercado financiero informal, el cual tiene costos muy elevados, o de la disponibilidad de fondos de familiares y amigos”, agregaron
Por qué es importante estar “dentro del sistema”
Para ambas investigadoras, “la presencia de un sistema financiero inclusivo es una importante herramienta de desarrollo económico y social, mediante el cual pueden aplicarse políticas públicas determinadas, especialmente en países en vías de desarrollo. La inclusión financiera promueve el ahorro, la inversión y el desarrollo productivo, permite a los hogares suavizar el consumo, afrontar gastos inesperados de salud, de desempleo, o invertir en educación o vivienda”.
“En relación al impacto microecoconómico, para los hogares y pequeñas empresas, el acceso a una cuenta financiera es un elemento clave, tanto para almacenar dinero, como para recibir y realizar pagos. Facilita las actividades cotidianas de los hogares, mejora la capacidad de hacer planes de futuro y afrontar shocks de corto plazo. A su vez, los agentes que acceden a una cuenta bancaria son más propensos a utilizar otros servicios financieros, tales como planes de ahorro, créditos y seguros, para iniciar o expandir emprendimientos, invertir en educación y salud, administrar riesgos y afrontar crisis financieras, reduciendo su vulnerabilidad social, laboral y económica”, agregan las especialistas.
La fuente de los datos
Los datos con los que se realizó este informe corresponden a una encuesta de gran alcance desarrollada en forma presencial en Bahía Blanca durante diciembre de 2021. El grupo de trabajo estuvo conformado por 37 investigadores, investigadoras y becarios y un importante grupo de alumnos y alumnas que visitaron los hogares y realizaron las encuestas. La dirección general fue de la doctora Silvia London y el diseño muestral y coordinación del trabajo de campo de los alumnos estuvo a cargo de la doctora Valentina Viego. Según indican, es “la base de datos más extensa con la cual cuenta la ciudad, dado que el tamaño muestral alcanzado es ampliamente superior a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, y a que alcanza una importante cobertura de los barrios más vulnerables de la ciudad”, lo que garantiza la representatividad de la información.