La noción de políticas de reducción de daños y riesgos en materia de consumo de drogas comenzó a aparecer en agenda en la Argentina en febrero último, luego de que la venta de cocaína adulterada en Puerta 8 –en la zona oeste del Gran Buenos Aires- matara a más de una veintena de personas. El mismo concepto emergió en las últimas horas, pero quedó envuelto en un cruce de tinte político. Fue luego de que el Municipio de Morón distribuyera un folleto sobre consumo seguro, cuestionado fuertemente por la oposición pese a que la medida surgió de una ordenanza sancionada por unanimidad en el Concejo Deliberante de ese distrito.
La norma busca impulsar distintas acciones desde el Estado local para reducir las consecuencias negativas que genera el consumo en los usuarios de sustancias adictivas.
Hugo Kern, jefe del departamento de Salud Mental y Adicciones del Hospital Municipal de Bahía Blanca sostuvo que la campaña de reducción de daños no alienta el consumo de drogas sino que da información y advirtió que «hay personas que no pueden o no quieren dejar de consumir alguna sustancia, entonces la política de reducción de daños apunta a aquellos que continúan un consumo activo».
En ese sentido, consideró que «pareciera que el contenido y la forma en que se distribuye la información en este caso no es la forma adecuada, la reducción de daños debe apuntar a poblaciones específicas».
No hay droga que no tenga efecto negativo en una sociedad. Estemos de acuerdo o no, el consumo forma parte de la realidad y crece día a día.
Los datos que brinda el SEDRONAR señalan la magnitud del problema y la necesidad de tomar acciones que reviertan años de persecución. De las 13.182 muertes relacionadas al consumo durante 2021, el 80 por ciento tuvo relación directa con el tabaco y solo el 1,1 por ciento con estupefacientes y el 0,2 con sustancias de uso indebido. Sin embargo, también llama la atención que las muertes atribuibles al consumo de drogas por enfermedades neuropsiquiátricas fueron 237 en 2019, un nada depreciable 1,8 por ciento del total de las muertes por consumo de drogas.
Para Hugo Kern, el problema son las políticas prohibicionistas: «El prohibicionismo no solucionó el problema, si no que lo agravó».
En cuanto a la situación en Bahía Blanca, explicó que «hay una red publica de salud, una familia puede acudir al hospital municipal o a cualquier unidad sanitaria, fundamentalmente en las etapas iniciales del problema».
Las internaciones se realizan en Gral Arias a través del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, también hay un dispositivo en el Htal Penna y en el CPA. Sin embargo, explicó: «La mayoría de las situaciones se pueden resolver con tratamientos ambulatorios, hay que desmitificar que todos los tratamientos sean con internación».
Por último recomendó la terapia grupal. «En Bahía está Narcóticos Anónimos que dan una respuesta enorme a la problemática en la ciudad».
Por otra parte, hablamos Roberto Alarcón, integrante de la ONG Remar una de la organizaciones que trabajan la temática, «tengo 36 años y estuve con problemas de consumo 20 años de mi vida, acá me han brindado un camino, una experiencia y la posibilidad de encontrar a Dios, te habla alguien que nunca creyó».
REMAR es una ONG sin ánimo de lucro, con sede en más de 70 países que cuenta con personas dedicadas íntegramente a la ayuda humanitaria, que en su mayoría han sido primeramente ayudados a salir de situaciones precarias y que deciden amparar a otros que se encuentran en situación de emergencia.
«Esto empezó hace 30 años y hoy en dia está en todas las provincias de la Argentina», contó.
También detalló: «Tenemos una granja en la que se trabaja la desintoxicación, se trabaja con los animales, salir del circuito acelerado de la ciudad. Es una experiencia linda, es la fase 1».
Además cuenta con centros comunitarios tanto para hombres y mujeres, donde no solo realizan trabajo de desintoxicación al cual llaman primera fase, sino que también llevan al individuo a resocializarse y entender que a través de algún oficio o tarea puede enfrentar una nueva etapa de su vida sintiéndose útil para la sociedad, a esta etapa le llaman segunda fase. Remar no es un centro de rehabilitación o un programa clínico con médicos o consejeros, donde recibe una desintoxicación medicada, remarcó.