El plantel de Chapecoense estaba frente al momento más importante de la historia del club, pero la caída del avión que lo llevaba a Medellín truncó el sueño y vistió de luto al fútbol mundial. Sólo hubo seis sobrevivientes entre los 81 pasajeros del vuelo charter de la aerolínea Lamia.
El fútbol está de luto. El avión que transportaba al plantel de Chapecoense a Medellín para jugar el encuentro de ida por la final de la Copa Sudamericana se estrelló en Colombia, a las 22 del lunes de aquel país (3 de la madrugada argentina), y dejó un saldo de 75 muertos y 6 heridos. El charter, perteneciente a la empresa Lamia, la aerolínea venezolana que opera en Bolivia, fue contratado por el club brasileño para trasladar al equipo, a hinchas y a periodistas a la ciudad donde hoy se debía disputar el partido ante Atlético Nacional. La tragedia dejó sólo seis sobrevivientes: tres futbolistas, dos tripulantes y un periodista.
La delegación brasileña había previsto realizar el viaje en dos etapas. Para la primera abordaron un avión de línea en San Pablo con destino a la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra. Allí, en el aeropuerto de Viru Viru, se subieron al charter de Lamia que los transportaría hasta Medellín, con una distancia de vuelo aproximada de 3000 kilómetros.
El viaje transcurrió sin que se informaran problemas hasta que a eso de las 22 (hora de Colombia), la tripulación reportó fallas eléctricas en una comunicación con el aeropuerto José María Córdoba del municipio de Rionegro, según el testimonio del coronel de la Fuerza Aérea colombiana Edgar Sánchez. Segundos después, el jet desapareció de los radares y fue encontrado partido en tres pedazos en Cerro Gordo, una cadena montañosa con 3000 metros de altura situada a corta distancia del municipio de La Unión, a doscientos kilómetros al noroeste de Bogotá y a treinta y ocho de Medellín, la capital del departamento de Antioquia (noroeste).
La Aeronáutica Civil de Colombia informó que seis personas fueron rescatadas con vida, entre ellas el arquero Jackson Follmann –a quien debieron amputarle una pierna en las numerosas intervenciones quirúrgicas que le practicaron– y los defensores Alan Ruschel y Helio Neto, y estaban siendo atendidas en distintos centros hospitalarios, y confirmó la muerte de las otras 75. Los restantes sobrevivientes son Rafael Valmorbida (periodista), Ximena Suárez (auxiliar de vuelo) y Erwin Tumiri (técnico de aeronave). Uno de los arqueros del equipo brasileño, Marcos Danilo, que había sido rescatado inicialmente con vida, murió en el traslado a un sanatorio (ver aparte). Además, hasta ayer habían sido hallados setenta y dos cuerpos, como lo confirmó el director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Carlos Iván Márquez, quien confió que las operaciones concluirían al anochecer de ayer. En las labores de rescate trabajaban más de 150 personas, quienes debieron sobreponerse a condiciones climatológicas adversas, con mucha bruma y temperaturas de 2º. “Nos encontramos con un panorama desastroso. El avión quedó destrozado totalmente’’, testimonió el capitán de bomberos Elkin González, uno de los primeros en llegar a la zona de la catástrofe.
“Las lluvias afectan, pero nosotros vamos a estar hasta que rescatemos el último cuerpo’’, dijo por su parte el ministro de Transporte colombiano, Jorge Eduardo Rojas, tras hablar con sus pares de Brasil y Bolivia.
Los socorristas que llegaron al lugar del siniestro indicaron que el avión no se incendió, por lo que no se descarta una falta de combustible. No obstante, la Dirección General de Aeronáutica Civil de Bolivia aseguró que el avión siniestrado en Colombia “salió en perfectas condiciones de suelo boliviano” y confió en el resultado de las investigaciones.
La Aeronáutica Civil de Colombia confirmó luego el hallazgo de las cajas negras del avión. “Para el estado en el que acabo de ver el avión, destruido, es un milagro que haya seis sobrevivientes”, dijo el gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez y agregó que lo último que recuerda la auxiliar de vuelo sobreviviente es que “súbitamente las luces del avión se apagaron’’.
Testimonios
El veterano arquero suplente de Chapecoense, Nivaldo, de 42 años, quien no formó parte de la delegación que sufrió el accidente aéreo en Colombia manifestó: “Tengo sensaciones mezcladas. Dolor por perder a todos los colegas que eran parte de mi vida. Es un momento muy difícil”. Junto con Nivaldo tampoco viajaron el delantero argentino ex Chicago Alejandro Martinuccio, Rafael Lima, Neném, Demerson, Marcelo Boeck, Andrei, Hyoran y Moisés.
Matheus Saroli, hijo del DT de Chapecoense Caio Junior, iba a viajar junto con su padre y el resto del plantel pero no se embarcó en San Pablo al haberse olvidado su pasaporte. “Estaba en San Pablo, pero no embarqué porque me había olvidado el pasaporte”, explicó en las redes sociales. “Somos fuertes y vamos a salir de esto. Gracias a todos”, agregó.
Ezequiel Rescaldani, delantero argentino de Atlético Nacional de Medellín, el equipo que debía ser rival de Chapecoense en la final de la Copa Sudamericana, señaló que de no haber sido locales hubieran tenido que viajar a Brasil “en el mismo avión” que sufrió el accidente. “Estamos todos muy shockeados por la noticia. Esta tragedia es muy dolorosa para todos, principalmente para los jugadores de fútbol, que estamos constantemente expuestos a estos viajes”, apuntó el ex Vélez.
Fuente: pagina12.com