Un discurso sin anuncios, pero con una fuerte opción por la actividad agroexportadora como estrategia de crecimiento e inserción en el mundo. En 19 minutos, Macri alineó al gobierno con la política y el mensaje “ultraconservador” de la Sociedad Rural.
Sin anuncios, levantando las banderas de “la verdad” y “la credibilidad” como máxima definición política, haciendo un relato de los años recientes y de la situación actual acomodado a las necesidades de su discurso, Mauricio Macri hizo uso apenas durante 19 minutos del micrófono de la tribuna central de la Exposición Rural, para provocar el hecho simbólico y político buscado por el gobierno nacionales y las autoridades de la Sociedad Rural: que un presidente de la Nación volviera a hablar en ese lugar, después de quince años, para dejar inaugurada la muestra. Toda una postal de época.
No fue un “discurso conciliador” como lo definieron algunos con ligereza. Macri no se guardó ninguna de las acusaciones al gobierno kirchnerista por lo que habitualmente define como el “desorden económico” que el actual gobierno vino a “normalizar”, ni eludió los ataques a la “mentira” y a la “corrupción” que le imputa al período 2003/2015, con puntilloso cuidado en no salpicar ni a los gobiernos anteriores ni a las prácticas actuales. Tampoco fue una reconciliación con la dirigencia rural, con la que Macri nunca estuvo enfrentado y a la que, incluso, ayer confesó su casi pertenencia, al citar palabras de “mi amigo Alfredo De Angelis” sobre qué significa el campo para él (“mis abuelos, mis padres, un pedazo de mi vida”), con las que dijo sentirse “muy identificado”.
Entremezclando una visión bucólica del campo (hizo la etimología de la palabra “gauchada”, se refirió al gaucho como “esa persona que nunca te deja de a pie”, en una imagen muy forzada para relacionarla con lo que representa hoy la Sociedad Rural o el negocio agroexportador) con la exaltación de la producción agrícola (“quiero hablarles de la enorme importancia que tiene el campo para el país, especialmente en este momento”), Macri se explayó en apreciaciones generales sobre necesidades de infraestructura, inversión en tecnología, y la recurrente muletilla del “trabajo en equipo”. En este último sentido, subrayó las disputas entre el kirchnerismo y la dirigencia rural, señalando que “durante una década escucharon al gobierno hablando de ellos o nosotros, y hoy somos todos juntos (textual), en un mismo equipo, hace siete meses que trabajamos para que el campo sienta que se le sacó la pata de encima”.
Macri no pudo evitar, sin embargo, hacer alguna referencia a la situación que vive el sector lechero, con una profunda crisis que ya produjo, por un lado, el cierre de cientos de tambos en el interior, principalmente en Santa Fe, mientras que por primera vez en décadas el consumo de leche ha empezado a declinar. En su discurso, el titular de la Rural, Luis Miguel Etchevehere, expresó que “la lechería está sumida en una profunda crisis (…), queremos una lechería abierta al mundo y en franca competencia, para lo cual precisamos un Estado presente, que asegure una competencia leal dentro de la cadena, detectando abusos de poder y cartelizaciones”. Por la gravedad de la situación, para este sector se esperaba ayer algún tipo de anuncio, ya fuera en materia fiscal o con cambios de reglas de precios que protegieran la retribución que recibe el productor. En lugar de eso, Macri apenas le otorgó el reconocimiento de la situación y una promesa de ocuparse del tema. “Es verdad que hay economías regionales con problemas, la lechería está enfrentando severas dificultades, pero ya encontraremos juntos la forma de retribuir a nuestros tamberos, que nos brindan su trabajo desde tan temprano”, respondió compasivo.
Macri tampoco anunció medidas para atender otras necesidades de las economías regionales, a las cuales evidentemente la combinación de devaluación y quita de retenciones no les redundó el beneficio que le prometieron, cuando al mismo tiempo hubo un fuerte impacto recesivo sobre el mercado interno y, a su vez, un encarecimiento a valor dólar de los insumos, incluidos los combustibles. En cambio, les prometió que la nueva ley de promoción a las pymes iba a provocar “un impulso mucho más potente que las retenciones a miles de productores”. No fue este pasaje el más aplaudido del discurso.
El eje del mensaje presidencial estuvo, en cambio, más claramente orientado a la actividad agroexportadora, y a exhibir una apuesta al agro para sacar al país del estancamiento productivo del que el gobierno acusa a su antecesor, según repite aun a costa de las cifras del propio Indec remozado. “Este maravilloso país hace muchos años que crece por debajo de su potencialidad, y en los últimos cinco años, nulo crecimiento”, lanzó Macri sin fundamentarlo. No hubiera podido, porque las estadísticas revisadas del producto bruto que ofreció el Indec de Jorge Todesca en las últimas semanas, revelan un crecimiento para el año 2015 del 2,3 por ciento, recuperándose del estancamiento del año anterior. Incluso visto por trimestre, el crecimiento anual estuvo entre el 3,7 y 3,5 por ciento en el segundo y tercer cuarto de 2015 (por encima del crecimiento que Cambiemos promete alcanzar en 2017, que ayer reiteró que sería del 3 al 3,5 por ciento), y una desaceleración al 2,2 por ciento en el cuarto trimestre. En cambio, en el primer trimestre de este año, ya bajo la gestión macrista, el crecimiento se planchó al 0,5 por ciento. “Estamos abriendo mercados para lo que vamos a producir”, aseguró Macri, luego de alentar a asumir “el desafío de dejar de ser el granero del mundo para ser el supermercado del mundo, agregando valor a nuestros productos” ( ver opinión aparte).
La línea del discurso del Presidente acomodó otra serie de datos de la realidad económica a la necesidad del momento. Insistió en que esa apuesta a la actividad agropecuaria está en línea con el esfuerzo por “generar empleo de calidad, verdadera solución de la pobreza”. Los datos oficiales no lo ayudan: las cifras de puestos de trabajo formales en la actividad agropecuaria en el primer trimestre de este año, el primero después de la megadevaluación y quita de retenciones, muestran una caída del 4,7 por ciento en cantidad de puestos de trabajo respecto de un año atrás. Es, detrás de la construcción, el sector que ha destruido más empleo en el arranque de este año. Cerca suyo, en primera fila, lo aplaudía Gerónimo “Momo” Venegas, dirigente de los trabajadores rurales, a favor de quien este gobierno eliminó el Renatrea, organismo de control que en poco tiempo logró combatir el trabajo precario en decenas de establecimientos rurales.
Tras lanzar esa referencia, Macri destacó el trabajo del gobierno “en la dura tarea de normalizar la economía bajando la inflación, una verdadera estafa contra la gente”. Finalizado el primer semestre, el gobierno no logra superar el impacto inflacionario provocado por la megadevaluación y el tarifazo, que ya duplica a la del año pasado, según la medición de la dirección de estadísticas de la Ciudad. Un impacto que, según el discurso de campaña del propio Macri, no iba a suceder pese a la corrección cambiaria. No era a esto a lo que se refería ayer cuando habló de “estafa”.
También hizo un nuevo intento por justificar los tarifazos, “decisiones difíciles y dolorosas que hubo que tomar”, aunque agradeció “profundamente el apoyo mayoritario a pesar de estos duros momentos”. Y prometió trabajar codo a codo con todos los gobernadores en la solución de los problemas sociales y económicos. Giró su cabeza a la derecha y le agradeció su presencia a la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. Esta, como es habitual, le devolvió una amplia sonrisa, que ayer valió más que otras veces: era la única presente, de todos los gobernadores del territorio nacional.
Fuente: pagina12.com.ar