Las intenciones de gobernar la provincia de Buenos Aires le duraron sólo cinco meses a Francisco De Narváez. Nada queda de aquella foto triunfante de principios de año con Sergio Massa y su nuevo precandidato a gobernador por el todavía pujante Frente Renovador. La incorporación más polémica del massismo, que sólo le sirvió para sumar problemas, terminó ayer con una declinación que puede servir como gesto anunciador del eventual acuerdo entre el tigrense y Mauricio Macri.
De Narváez entró a la política de la mano de Hilda «Chiche» Duhalde en 2005 cuando logró una banca como diputado por el Partido Justicialista, lo que lo ubicó como el primer extranjero en tener un cargo en la política argentina. Ya en 2007 pegó el salto y quiso ser gobernador bonaerense en una alianza con el PRO que llevaba a Jorge Macri como vice.
Ideólogo de «el mapa del delito», un sistema de denuncia de supuestos lugares peligrosos, hizo de la seguridad su marca política.
También fue el primero en saber explotar la pantalla de Marcelo Tinelli para lucirse. Fue entonces, luego en 2009, tras la crisis del campo, que se dio el lujo de ganarles a Néstor Kirchner y Daniel Scioli en las elecciones legislativas por apenas dos puntos y así renovó su banca de diputado, también de la mano de Mauricio Macri. La suerte no lo acompañó en 2011 cuando se sumó a una alianza con la UCR de la mano de Ricardo Alfonsín: quedó segundo, lejísimo con el 16,12% de los votos, atrás de Daniel Scioli, con una diferencia de casi un 40 por ciento.
El ex empresario, que a fines de los 90 desmanteló la tradicional Casa Tía y dejó más de 3000 trabajadores en la calle, se alió con el movimiento obrero organizado encabezado por el partido político de Hugo Moyano y arañó el 5% de los votos en las legislativas de 2013, donde Massa tuvo su primer y hasta ahora único triunfo con su flamante Frente Renovador.
De esta forma, tras haber nacido a la política en el PJ, haber pasado por alianzas con el PRO para luego terminar en la UCR, en 2015 probó suerte con una fuerza política sui generis llamada Frente Renovador. El 8 de enero se besó con Massa en el Centro de Operaciones de Tigre e incomodó a los otros precandidatos a gobernador bonaerense: Darío Giustozzi, Felipe Solá, Gustavo Posse y Mónica López. Ese amontonamiento de precandidatos fue el principio del fin. Las tensiones que se desataron fueron difíciles de contener por parte del fundador del FR y empezaron las primeras huídas del espacio.
El acto del 1 de mayo en Vélez fue un intento fallido de retención, Giustozzi se fue esa misma semana pero Francisco resistió estoico. Luego se irían intendentes y otros dirigentes de peso, y empezó a hablarse de la posibilidad de un Massa como precandidato a gobernador bonaerense.
De mal en peor, a fin de mayo De Narváez irrumpió en la redacción de la Agencia Nova de La Plata y molió a golpes a su director, Mario Casalongue, quien publicaba notas referidas a la vida privada del ex empresario. Ahora, Massa empezó a evaluar en serio la posibilidad de «bajarse» a la provincia. Pero para eso necesitaba que Francisco le dejara en bandeja esa posibilidad.
Fuente: Infonews