La «libertad religiosa», la regulación de la homeopatía y el fin de la obligatoriedad de vacunas para menores de edad postulan teorías en las que el conocimiento científico se subordina a las creencias no probadas. Opinan los especialistas.
El oficialismo impulsó, en las últimas semanas, tres proyectos de ley que motivaron considerables críticas de distintos sectores de la sociedad: el Poder Ejecutivo envió al Congreso la Ley de Libertad Religiosa, diecisiete diputados de Cambiemos firmaron un proyecto para regular la “medicina” homeopática y una de las firmantes de esa iniciativa, Paula Urroz, propuso además una nueva norma con el objetivo de terminar con la obligatoriedad de vacunas para menores de edad.
El exministro de Salud, Ginéz González García, criticó en durísimos términos el proyecto de Urroz, al afirmar que «aunque sea desestimado por absurdo, el daño sobre la confianza pública en las vacunas está hecho».
«No puedo creer que este proyecto tenga que ver con una cuestión de ajuste y de reducir costos a corto plazo. Es una cosa tremenda», escribió el exfuncionario en su cuenta de Twitter, donde además destacó que Argentina tiene «el calendario de vacunación más completo del mundo», con 20 vacunas obligatorias y gratuitas.
En ese sentido, González García remarcó que «hay enfermedades que están casi erradicadas gracias a las vacunas» y sentenció: «Este proyecto es un retroceso terrible en la salud pública, un colapso».
«En los tres casos hablamos de lo mismo, es la misma discusión», sostuvo en diálogo con El País Digital el biólogo Pablo González, doctorando en Ciencias Biológicas y fundador del colectivo de divulgación científica El Gato y La Caja, donde se cuestiona cada uno de los proyectos del oficialismo.
El debate, según González, “tiene que ver con qué conocimientos se van a aceptar como válidos a la hora de tomar determinadas decisiones, más que nada decisiones políticas”. Es decir: si el conocimiento científico comprobado estará subordinado a las creencias personales -o de organismos no gubernamentales- que no han sido probadas y si pueden estar por encima de un posible perjuicio a la sociedad.
“Las vacunas son obligatorias no solo porque te protejan a vos, sino porque nos protegen a todos, y ese es el ojo de la cuestión. Las vacunas funcionan como un proceso de inmunidad colectiva”, destacó González.
Urroz, diputada nacional de Unión PRO, presentó hace poco más de un mes una ley que permite que una persona pueda negarse a recibir una vacuna aunque el Ministerio de Salud la considere obligatoria y, en el caso que tenga un menor a cargo, también pueda rechazarla en su nombre.
FUENTE: EL PAÍS DIGITAL