El Flaco fuma. Camina por la salida de la horquilla del Gálvez. El cielo plomizo se devora el humo. El fotógrafo pide nuevas poses y el Flaco sonríe. Garúa con intensidad. Fernando Crocceri, a cargo del autódromo, ahí cerquita, le indica a un auxiliar que le hace falta pintura a un pianito. Se hacen bromas. «Ahora tendrías que correr, ahora ves menos y verías las curvas más adelante, y recién ahí frenarías…», le dice el Flaco, lanza una carcajada y tose. Camina por el asfalto, apunta por la larga recta principal, con el brazo y con el faso que tiene en la mano: recuerda cuando se paraba en el acelerador cada vez que la encaraba.
Siempre es pertinente hablar de automovilismo con el Flaco y esta vez la excusa es el aniversario del TC. Faltan pocas horas para que él mismo sea uno de los largadores simbólicos de la carrera. Ahora ya subió a las oficinas, relojeó las coquetas tribunas recién pintadas, prendió otro faso, pidió un cortado y se largó a elogiar a Pechito López. Así arrancó la charla. Así surgió la primera pregunta, tal vez inapropiada, pero que lo puso en el tema que lo apasiona.
–¿Es automovilismo la Fórmula E?
–Hace ocho años, los autos eléctricos eran los carritos de golf. No inventaron la tecnología en ocho años. Todo lo que es eléctrico debería ser separado de lo que es automovilismo. No hace mucho probaron un auto de la F-E sin el piloto. O sea que es solo el auto. Son dos mundos diferentes. Meterlo dentro del automovilismo es un error. Al menos hoy.
–Seguís muy crítico del avance tecnológico.
–Toda la tecnología que elimina al deportista, yo la sacaría. El piloto cada vez maneja menos. Nivela de tal manera, que el piloto que maneja bien no supera al que maneja mal, que no tiene la pasión. Por la tecnología, el piloto que maneja bien no se nota. Que desde boxes vayan modificando el auto de acuerdo al desgaste y las vueltas que falta es una habilidad menos que debe tener el que está arriba. Si no frena en el lugar correcto, frena el auto… Los cambios se hacen solos…
–Ahora, gana el auto…
–Claro, y eso no le gusta al que está en la tribuna. Si invertís la grilla y mantenés los autos, gana el que estaba último… El público apasionado es hincha del piloto, de la marca. Ahora está el motorista, el ingeniero y, por último, el piloto.
–¿Cómo está el TC hoy?
–Sigue siendo la número uno. Tiene toda la historia. Pero está sobredimensionado el auto con respecto a la potencia del motor. Así como largan, llegan… Obviamente, hay carreras que las define el piloto. Pero eso se da, cada vez más, solo cuando llueve o pasa algo en la pista. En condiciones normales el auto es demasiado importante con respecto al piloto.
–El automovilismo como deporte siempre estuvo condicionado por las terminales que son las que invierten la plata. ¿Los dirigentes pueden ponerles límite?
–A veces no puede evitar lo que está pasando. Pero el dirigente, dirige… En el TC están trabajando en función de corregir esto. Saben que se les fue de las manos y que se perdió la esencia. Lo quieren recuperar pero va a tardar. Pero, mirá, hay otro problema: cada vez se aumentan más los costos del automovilismo y eso produce, cada vez más, que el que tiene más presupuesto esté arriba. Obviamente que siempre, para correr, hubo que tener los recursos. Pero yo he ganado carreras con autos que eran los mejores… Hoy el presupuesto manda.
–Probablemente eso aleje al público de los circuitos. Aunque ahora lo ve por televisión.
–Es otra cosa. Antes, los GP paraban una provincia durante una semana… Eso se perdió. Los tiempos cambiaron y hoy no se podría correr de esa manera. Pero yo apunto más que nada a que se perdió la esencia, que es la importancia del piloto. Los estadounidenses hace tiempo que trabajan en eso: por ejemplo, la única comunicación que tienen con el piloto y el auto es la radio y ningún sistema del auto se controla desde afuera.
–Lo contrario a la F-1.
–Yo corrí con Keijo Rosberg, en el mismo equipo, en la F-2. Su hijo, Nico, no es un piloto de primera línea, pero el año pasado salió campeón del mundo. Los dirigentes actuales saben que así se muere la categoría y, poco a poco, van para atrás con el reglamento. Y si hace falta ser buen piloto, Nico no podría correr. Keke lo sabe: lo hizo retirarse. Así se va a tener que ir la mitad de los que corren ahora. A ver: el auto perfecto es el que está en la calle, el que estaciona solo, tiene control de tracción, caja automática. En las pistas, tienen que estar los que son difíciles de manejar. Como será que la gente piensa: hoy, si yo tengo plata, corro.
–¿En qué porcentaje es verdad?
–En un 80 por ciento.
–Flaco, en realidad, esta nota tenía el fundamento de que el TC cumple 80 años y vos ganaste seis títulos. ¿Qué significa eso?
–Gané seis pero participé durante casi 35 años. Obviamente manejaba bien, pero yo entré en el momento ideal, en la última época de (Juan Manuel) Bordeu, (Eduardo) Gradassi, (Jorge) Pairetti, (Eduardo) Copello, (Nasif) Estéfano, (Jorge) Cupeiro, (Gastón) Perkins… Ese grupo no te dejaba hablar: ¡solo podías escuchar! Y yo escuché a todos. Cuando se fueron, apliqué lo que escuché y me cansé de ganar. Hoy no existe eso.
–Ganaste tres con Chevrolet y tres con Ford. Pero siempre te gustó Torino.
–Tuve la habilidad de que, cuando corría con cada marca, la defendí con todo, pero nunca vendí la película de que yo era hincha de esa marca. La gente lo respetó. Siempre fui hincha de Torino, porque era hincha de Copello, cuando corría con el Gordini. Empecé y terminé con Torino, el auto argentino: se tuvieron que juntar las dos terminales norteamericanas para fusilarlo.
–¿Y los pilotos de tu camada?
–Me pelée con todos, con el Loco (Di Palma), Chocho (López), Tito (Bessone), el Yoyo (Maldonado), Silvio Oltra, el Toto(Echegaray), pero no nos llevábamos los problemas de la pista a afuera. Con todos somos muy amigos. Lo fui con Di Palma y las maniobras con Luis eran terribles, nos arrancábamos medio auto… Pero nos decíamos: «A los 15 días corremos de nuevo, vamo’a tomar unos mates».
–A Rossi, Werner lo tiró afuera en la última curva del torneo de TC 2016 y lo privó del título.
–Ahora, esos chicos no tienen códigos. La otra vez estaba con el Toto en una charla con el grupo del TRV6 y les conté: «Con este nos matábamos, pero si yo le ganaba mal el puesto, se lo devolvía…». Hoy, con la profesionalidad, la televisión, la guita… Pero, ojo, pasa en el automovilismo y en el resto de las cosas también…
–¿Lo perdonaste a Ponce de León?
–(Risas) ¡Sí!, me duró diez minutos la bronca. Después le dije: «Nene, si me tirás afuera para pasarme, ¿por qué no lo hacés en la horquilla, así no me estampo contra una pared y casi me mato…?».
–Fuiste campeón del TC y siete veces del TC2000. A la distancia, ¿con qué categoría te quedás?
–Son muy diferentes, aunque con el correr del tiempo, la pista y la tecnología los igualó. Las dos eran espectaculares y hubo un tiempo, con los accidentes de Mouras, de Morressi, en que el TC2000 superó al TC. Esos autos del TC2000 en los que empecé eran inmanejables. Ojo, no poníamos las mejores gomas del mundo, je. Era un automovilismo que desarrollaba, que inventaba. Hoy, todo lo que se gasta está dentro del capot…
–¿Te acordás del primer triunfo en el TC en el ’72?
–El 29 de octubre, con Torino, en 25 de Mayo. Esa no te olvidás nunca. Había cuatro autos oficiales por marca y cuatro semi. O sea, 30 tipos delante a los que no les podías ganar. ¿Por qué anduvo mi auto así? Nadie lo supo. Pero se cayeron los principales. Yo venía muy rápido y Miguel De Guidi se fue afuera en la última vuelta. ¿Ves? Podías ganar aunque no tuvieras con el primer auto…
–¿Y el primer título?
–Se lo gano a Gradassi en el GP del Sur. Ford ya era campeón. No dio orden de equipo y nos dio lo mismo a los dos. Hasta probamos el auto del otro. En la última etapa me llevaba 3 minutos, pero se rompió. Escondió el auto para ver si yo seguía a fondo y rompía. Pero no. Llegué y salí campeón. ¡Sabés lo que era ganarle a Gradassi!
–¿Cuál fue tu mejor carrera, de las 743 que corriste?
–Eh, 743… sí, pero muchas fueron con varias etapas… Fueron muchas más. No, la primera que gané es la que más recuerdo. Gané muchas otras. Aquella con la cupé prendida fuego…
–¿Qué te quedó por hacer en el automovilismo?
–Nada. Siempre, hasta la última carrera, yo tuve la pasión por correr, obviamente para ganar, pero si no ganás, será la próxima. Y no se termina siendo campeón, mantenés la pasión por correr. Cuando marcaban última vuelta, decíamos: «Puta madre, se termina…». Ahora, los pibes no ven la hora que les marcan la última vuelta… De estos pibes de hoy hay un grupo muy bueno, pero es difícil de determinar cuál es mejor por lo que te decía de la paridad de los autos. Canapino, Matías Rossi, muy parejo. No es como antes: por ejemplo, Mina Clavero-Carlos Paz: para abajo, ganaba Estéfano; Carlos Paz-Mina Clavero: para arriba, afanaba Gradassi. Hoy los pibes doblan porque ven los carteles. En ese tiempo, Cupeiro me decía: «Si ves gente, frená… Si hay mucha gente, es porque hay algo jodido».
–¿Qué disfrutaste más: ruta o autódromo?
–El autódromo es perfección, técnica, la cuerda, frenaje. La ruta es tan imprevista, que el enemigo es la ruta. Y por eso yo la disfrutaba…
–Para estos 1000 km habilitaron a algunos pilotos sin experiencia y rechazaron a otros como Matías Milla, Nacho Julián… ¿Cómo es eso?
–Son decisiones de las instituciones. A veces las entendés, y otras no, en fin… Volantes no tiene que ver con eso…
–¿Te amigaste con Mazzacane? Vos dijiste que no te gustaba cómo manejaron la categoría el Puma Aventín y él. Incluso que hicieron ganar a sus hijos…
–(Sonríe y piensa un rato) Me llevo bien. Pasa que los dirigentes defienden la tecnología, a los ingenieros… y poco a los pilotos. Si a los dueños de los equipos les conviene que los pilotos vayan en el fondo del baúl, lo aprueban. O cuando se cambian los reglamentos durante el año… Hay cosas que no deberían pasar… Y yo me quejo.
–Flaco, estás menos cabrón…
–Ah, querés que te tire títulos…
El Flaco y la Asociación de Volantes
«Fui vicepresidente de la Asociación Argentina de Volantes durante 30 años. Y un día me tocó ser presidente. Es una institución creada por Fangio, Froilán…, para juntar plata y pagarse los accidentes. Y eso se mantiene. Ningún corredor va al sistema de salud. El año pasado cubrimos 800 y pico de accidentes, en todo el país. Todos los lunes tenemos 10/15. No es grato que te digan se mató un pibe allá, pasó esto allá, hubo un accidente allá. Pero de esta manera se los cubre. Volantes tiene un peso importante, está firme, porque tiene a todos los pilotos de la Argentina, de todas las categorías».
El TC festeja los 80 años de vida con los 1000 km en el Gálvez, con pilotos invitados
Con los 1000 kilómetros del Turismo Carretera que se correrán hoy en el autódromo Oscar y Juan Gálvez, se celebrarán los 80 años de la categoría más longeva del mundo. La primera carrera duró diez días y empezó el 5 de agosto de 1937: el Gran Premio Argentino, que ganó Ángel Lo Valvo, con una Cupé Ford V8, con un promedio de 80,535km/h. Pasaron muchas carreras en rutas, caminos y autódromos. Y hoy disputarán la competencia N° 1219 de la categoría que sigue teniendo a Juan Gálvez como el más campeón con nueve títulos, y lo sigue el actual rey, Guillermo Ortelli, con siete. Luego están Juan María Traverso con seisy Oscar Gálvez con cinco. Los más ganadores: Juan Gálvez: 56 triunfos; Roberto Mouras, 50 y el Flaco, 46. Ortelli y el Gurí Martínez correrán hoy: de los que están en actividad, con 25 son los que más ganaron. De las cuatro marcas históricas, Ford ganó 38 campeonatos; Chevrolet, 15; Dodge, nueve y Torino, cinco.
Una carrera muy especial. Con 178 vueltas al circuito N° 12 de 5651 metros de cuerda. Se pondrá en marcha a las 10.15. Se calcula una duración de unas cinco horas. Tendrá una atracción particular: habrá pilotos invitados en cada coche, uno o dos. Se calcula que cada coche tendrá al menos cinco recargas de combustible. No habrá clasificación: se largará por la sumatoria de puntos de los torneos 2016/17. Así, Ortelli (988,5) partirá desde la cuerda al lado de Matías Rossi (805). Luego: Silva (723)-Canapino (717,75); Ardusso (714,25)-Mazzacane (655,5); Trucco (628,5)-Di Palma (621,5); Angelini (620)- Castellano (617), hasta completar.
Fuente: tiempoar.com.ar