A los repetidos reclamos de elecciones directas en las calles, se sumó el pedido de juicio político contra el presidente anunciado por la Orden de Abogados de Brasil. El mandatario debió cancelar una cena con aliados por falta de adhesión.
Desde Brasilia
“Fuera Temer”. Esa fue la consigna voceada por los miles de manifestantes que se movilizaron en San Pablo, Río de Janeiro, Brasilia y otras diez capitales, mientras el mandatario permanecía en la residencia oficial reunido junto al núcleo duro de su gabinete, con el cual analizó una estrategia para sobrevivir a una crisis que puede ser terminal. El escenario para el mandatario no podría ser más complicado: la Orden de Abogados de Brasil, una institución reconocida por su compromiso democrático, votó abrumadoramente para presentar un pedido de “impeachment” en su contra en el Congreso y Temer debió cancelar una cena con caciques del aún socio Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) por falta de adhesión.
Sindicalistas, trabajadores sin techo y partidos de izquierda se concentraron en San Pablo, junto al Museo de Arte, en la Avenida Paulista.
“El pueblo brasileño quiere votar, el pueblo brasileño es el dueño de este país, no la red Globo, el pueblo quiere votar diputados, senadores y al presidente” afirmó Vagner Freitas, titular de la Central Unica de los trabajadores ante 20.000 personas, según el cálculo de los organizadores.
“La lluvia en San Pablo fue muy intensa, esto seguramente influyó para que no haya tanta gente como hubiéramos querido, o como en otras protestas recientes, como la que se hizo este año con Lula con más de 200 mil personas” dijo Carlos Zarattini, jefe del bloque de diputados del PT consultado por PáginaI12.
“No esperábamos que sólo un año después del golpe el gobierno ya estuviera corroído, Temer está en ruinas, perdió toda legitimidad” planteó Guilherme Boulous, líder del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo.
En Brasilia los manifestantes se reunieron frente al Museo de Arte Moderno, una construcción semiesférica de concepción modernista, completamente blanca, contra la cual contrastaban las banderas rojas del PT y la CUT.
Unas quinientas personas se concentraron en la Capita Federal a diez cuadras del Palacio del Congreso.
El viernes Temer mantuvo una reunión con el ministro de Defensa Raúl Jungmann y autoridades militares al cierre de la cual se informó que quedó prohibido realizar protestas frente a los palacios del Congreso y de la Presidencia.
La influencia militar ha ido en aumento junto con la erosión de la administración Temer: en los últimos meses el comandante del Ejército, general Eduardo Villas Boas, brindó tres entrevistas de contenido político, en las que aseguró que las Fuerzas Armadas no piensan en volver al poder.
Desde hace años que un alto jefe castrense en funciones no hacía afirmaciones de este tipo. Tampoco era usual ver efectivos del Ejército custodiando el Palacio del Planalto, sede del Ejecutivo.
“Este gobierno ilegítimo, sin votos, ahora no permite manifestar frente al Congreso por la importancia simbólica que tiene la presencia del pueblo ante una Casa donde la mayoría de sus integrantes están de espaldas a una sociedad que quiere tener un gobierno electo”, denunció el petista Zaratattini.
Mañana se tratará en Diputados una enmienda constitucional para convocar a elecciones directas a realizarse en caso de que Temer deje el cargo. La demanda de elecciones es rechazada por el tambaleante Temer y su partido el PMDB, como sus todavía socios del PSDB, que trabajan a favor de las elecciones indirectas en las que esperan instalar un gobierno de transición que permita concluir las (contra) reformas previsional y laboral cuya tramitación quedó congelada desde el miércoles pasado.
La crisis que acorrala al presidente estalló el miércoles pasado cuando la prensa informó que el empresario Joesley Batista, dueño del frigorífico JBS, denunció a Temer ante el Supremo Tribunal Federal donde presentó la grabación con un diálogo entre ambos.
En el audio el gobernante aparentemente avala el pago de un soborno para comprar el silencio de su aliado, Eduardo Cunha, preso por su participación en el escándalo investigado en la causa Lava Jato.
Temer y Cunha, los dos del PMDB, fueron quienes comandaron la estrategia desestabilizadora que derrocó a Dilma Rousseff. Los aliados de Temer en esa faena antidemocrática fueron el ex presidente Fernando Henrique Cardoso y Aécio Neves, del PSDB.
El socialdemócrata Neves, derrotado por Dilma en las presidenciales de 2014, también fue grabado mientras pedía sobornos a los representantes de JBS, por lo que el Supremo lo separó de su cargo legislativo.
Núcleo duro
Temer analizó la situación que jaquea al gobierno junto a los ministros Eliseu Padilha, jefe de gabinete, y Wellington Moreira Franco, secretario general de la Presidencia. Los tres componen el núcelo duro de la gestión post-democrática. Ellos fueron, junto al preso Cunha, dirigentes fundamentales del PMDB en los últimos años y si este gobierno cae les espera un mismo destino: perderán el foro privilegiado y posiblemente serán presos por graves, y en general probadas, denuncias de corrupción.
El encuentro Temer-Padilha-Moreira Franco ocurrió en la mañana de ayer en la residencia oficial, el Palacio de Jaburu, horas después de que la influyente Orden de Abogados de Brasil (OAB) votara por mayoría ampia (25 a 1) el pedido de juicio político (impeachment) contra el mandatario.
El portal del diario Folha habló con fuentes del gobierno que reconocieron la preocupación existente frente a la crisis que tiene en vilo a la administración. Una persona cercana al gobernante dijo que la OAB es una “institución influyente” y la decisión de impulsar el impeachment puede impactar en la opinión pública que ya tiene una imagen negativa del mandatario, ya que solo el 9 % de los brasileños lo respaldan según una encuesta del mes pasado.
En la noche de ayer fue suspendida una cena de Temer con los caciques del PSDB, partido que tiene cuatro ministros en el gabinete, que según rumores analiza la posibilidad de abandonar el gobierno. La ausencia del PSDB fue interpretada como una noticia negativa para el mandatario antes del inicio de una semana en la que se pondrá a prueba su capacidad para sobrevivir en el cargo. En rigor de verdad, cada semana puede ser la última.
Fuente: pagina12.com.ar