La semana pasada, el INDEC dio a conocer los números que grafican una crítica situación social a nivel nacional y local: en la Argentina, la pobreza alcanzó un 52,9%, y la indigencia llegó al 18,1%. Mientras tanto, en Bahía Blanca las estadísticas reflejan un 44,4% y 13,9% respectivamente.
Susana Sánchez, referente de la Corriente Clasista Combativa (CCC), aseguró que «más allá del numero, llama la atención la cantidad de gente que viene a comedores y merenderos de manera constante, antes era normal que algunas familias vengan algunas semanas y otras no, pero ya no es así. A eso se suma que han empezado a llegar muchas personas que nunca antes se habían acercado. Casi duplicamos la cantidad de gente que se acerca a cada comedor o merendero, teniendo en cuenta que aún hay mucha gente que tiene vergüenza de acercarse».
«En este ultimo tiempo, lo que agravó la situación fue que no hay un plan de políticas a nivel social por parte del Gobierno nacional, bajo ningún punto de vista. Y nos vemos afectados como todo el país, que no haya un plan nacional hace muy difícil llevar adelante esta situación día a día» Susana Sánchez.
Pensando en la asistencia por parte del Gobierno nacional, afirmó que «desde Nación no llega ni un alimento desde antes de diciembre, y no va a volver a pasar. No hay un diálogo, no hay un reconocimiento. Casi el 70% de alimentos que se servían en los comedores era de Nación, y hoy ya no llega. El Municipio hace lo que puede, y cada dos meses Provincia manda un camión de alimentos, pero después esta todo lo demás. El precio de los alimentos, de las tarifas. Bahía Blanca está en una situación muy delicada. Sin plan nacional, es muy difícil que salgamos. Todo baja desde lo nacional, y son cosas que no van a continuar».
La militante detalló que «desde la CCC tenemos merenderos y comedores en toda la periferia de la ciudad, en Spurr, en Villa Rosas, en Nororeste etc. Funcionan entre dos o tres veces por semanas, según lo que alcance con los recursos que tienen. Capaz no abrís un día y va gente llorando y pidiendo que abran la puerta porque sino ese día no comen. Mas allá de entristecernos y darnos impotencia, todo esto nos tiene que servir para levantarnos. A la gente la salva la gente, y siempre habrá detractores y gente que no nos va a creer. Esto no le sirve a nadie, pero hay quienes lo sostienen y se olvidan que hay otra realidad que nos pega todo los días una cachetada».