En contra de la versión del “gradualismo” en las subas de luz, gas y demás precios regulados, el titular del BCRA señaló que los aumentos “de shock” fueron la causa del incumplimiento de la meta de 2017. Para este año sugirió excluir las cláusulas gatillo.
El titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, dijo ayer que la meta de inflación de 2017 no se logró debido al “shock de precios regulados”. Lo mencionó en su primera conferencia de prensa tras el cambio del objetivo de precios del 10 al 15 por ciento para 2018. Detalló que el año pasado no pudo conseguir su meta de inflación del 17 por ciento por errores propios y por factores ajenos. Entre los problemas propios aseguró que se apuró en bajar la tasa de interés real a finales de 2016, lo cual ocasionó impacto y consecuencias inflacionarias para el año siguiente. Entre los elementos que no controla planteó que los precios regulados de la economía, en lugar de subir en forma gradual, computaron un alza mayor de lo esperado. Se debió a los aumentos de la luz, del gas, de los combustibles y de las prepagas. Para este año el presidente de la entidad aseguró que los salarios no deberían subir más de 15 por ciento y defendió la idea de que haya paritarias libres pero sin cláusula gatillo.
“Se dio un shock de precios regulados que no se había anticipado”, dijo Sturzenegger al referirse a la inflación de 2017. Esa afirmación contradice la lectura del Gobierno, que siempre habló de “gradualismo” al analizar los ajustes tarifarios. Más allá de trasladar parte de la responsabilidad por el fracaso en el control de la inflación al Poder Ejecutivo –el tiro por elevación le apuntó al ministro de Energía, Juan José Aranguren– el titular del BCRA no modificó un ápice su discurso. Indicó que la prioridad del Banco Central es bajar la inflación y centró gran parte de la conferencia en temas vinculados con los precios. El presidente de la autoridad monetaria se animó a asegurar que este año tiene mejores oportunidades para enfrentar el problema. Esto se debe, aseguró, a que arranca con condiciones iniciales mejores respecto de las de 2017. El elemento que remarcó para argumentar este punto fue que la tasa de interés real cerró el año pasado en 10,5 por ciento, cuando lo había hecho en 3,9 por ciento a fines de 2016. Esto le permitirá tener margen para bajar la tasa de interés nominal sin afectar la política de desinflación.
El punto central es que Sturzenegger sigue insistiendo en que manipular la tasa de interés real (es decir, aplicar un programa de metas de inflación) es efectivo para reducir las remarcaciones del mercado interno. En el Gobierno ya se convencieron que la tasa de interés tiene poco impacto para reducir las presiones inflacionarias pero en el Central siguen sin poder adaptarse a los nuevos aires.
El Banco Central no tiene plan b para atacar las tensiones de precios de la economía y su idea original de resolver la inflación con un esquema de metas no funcionó. En 2016 los precios subieron 41 por ciento, cuando el objetivo era 25, y en 2017 la inflación fue del 24,8 por ciento, cuando la meta era 17. Ahora el Ejecutivo le cambió directamente el objetivo original de precios para 2018, lo cual fue una forma elegante de decirle que la estrategia de metas de inflación no va más.
En 2016, cuando se lanzó esta estrategia anti inflacionaria, el titular del Central planteó que el principal factor para que funcione era la credibilidad de la sociedad. La credibilidad iba a ser, según Sturzenegger, el elemento central para domesticar las expectativas de inflación de la población y reducir el ritmo de aumentos de precios. Los individuos iban a saber que, si la inflación se aceleraba, el Central reaccionaría con aumento de tasas y, por tanto, tendrían desincentivos a subir los precios. Este canal para conectar la política monetaria con la inflación se rompió. Nadie cree que el organismo sea independiente del Gobierno para tomar decisiones de tasa y mucho menos que ahora tenga margen para elevarla, pese a la aceleración de los precios.
La última licitación de pases fue contundente. La inflación de diciembre había sido del 3,1 por ciento, la más alta de 2017, pero el Central igualmente redujo el rendimiento de sus bonos (bajó la tasa en lugar de subirla), por un pedido explícito del Gobierno. En el mercado consideran incluso que esta reducción gradual de las tasas seguirá hasta bajar del 27 al 20 por cinto. Ayer el titular de la autoridad monetaria planteó que las tasas reales en niveles mucho más elevados que a inicios de 2017 le dan espacio para reducirlas en forma gradual. Pero no fue más que un rodeo para dejar en claro que ya no fija las decisiones de tasa. Si no hay independencia y no hay credibilidad, ¿por qué serían efectivas las metas de inflación?
En la conferencia de prensa se habló además de otros puntos como las paritarias. El titular del organismo dijo que deberían negociarse en torno al objetivo del 15 por ciento y se mostró en contra de incorporar una cláusula gatillo.
Fuente: pagina12.com.ar