La Cámara de Diputados dio media sanción en la madrugada de ayer a la reforma electoral que incorpora la boleta electrónica y la paridad de género. Pero no consiguió aprobar el cambio en las PASO para que los electores voten en una sola interna.
La alianza oficialista Cambiemos, con el respaldo del massista Frente Renovador y el Bloque Justicialista, logró darle media sanción en Diputados al proyecto de reforma electoral del Gobierno que busca implementar la Boleta Unica Electrónica (BUE) en todo el país en las elecciones legislativas del año próximo y que incluyó –como reclamo transversal de todos los bloques partidarios– la paridad de género en las listas de candidatos. Pero el oficialismo fracasó en su intento de imponer el corralito a las PASO, donde proponía que los electores tendrían que optar por participar de una sola interna partidaria.
A lo largo de casi once horas de debate, el oficialismo buscó vencer con distinta suerte la resistencia de los opositores “amigables” sobre varios artículos de la reforma negociando distintas monedas de cambio en despachos y pasillos. Incluso, sobre la medianoche del miércoles, desempolvó una propuesta que había sondeado en algún momento de la maratónica sesión: incluir en el proyecto la ampliación de la Cámara de Diputados incorporando más legisladores en aquellas provincias que están subrepresentadas de acuerdo a su población actual. Pero, la UCR, que desconocía la iniciativa, se negó y terminó por desactivarla.
A las dos de la madrugada del jueves, Cambiemos confirmó en el recinto la cosecha de voluntades necesarias para aprobar la reforma electoral con su objetivo de máxima: imponer la BUE en las legislativas de 2017. El triunfo fue con 152 votos a favor, 75 en contra y 3 abstenciones. El oficialismo, que esgrimió el “robo de boletas” como principal argumento contra el voto de papel –con el que, sin embargo, llegó al Gobierno– y logró arrastrar detrás de su propuesta al massismo, el BJ y al interbloque Progresista (PS, LdS y GEN), además de partidos provinciales como el neuquino MPN o el santiagueño Frente Cívico y los puntanos de Compromiso Federal, entre otros bloque menores.
En la vereda de enfrente se ubicaron el Frente para la Victoria (FpV), el Peronismo para la Victoria (Movimiento Evita), el Frente de Izquierda (FIT) y monobloques como Proyecto Sur, el Partido Solidario de Carlos Heller y Cultura, Educación y Trabajo de Omar Plaini, entre otros. Las tres abstenciones fueron de los misioneros del Frente de la Concordia.
Desde la oposición no cesaron los cuestionamientos. “Con el voto electrónico hay más posibilidades de hacer fraude, hay facilidades tremendas. No da ninguna garantía”, dijo el jefe del bloque del FpV, Héctor Recalde. Sin embargo, el FpV solo votó a favor de la paridad de género, el artículo de la reforma que más votos cosechó: 214 diputados a favor y solo 4 abstenciones.
“Siguen los pisos proscriptivos y el manipulable voto electrónico, y el Estado desfinanciará a los partidos, agravando la injerencia y la corruptela empresarial en la política, que después cobra caro los favores”, dijo Néstor Pitrola (FIT-PO) y calificó la paridad “como un maquillaje”. Sus tres diputados se abstuvieron de votarlo, mientras que la otra diputada del FIT, Myriam Bregman (PTS) la votó a favor y fue una de las promotoras de la iniciativa junto a diputadas de distintos bloques.
Negociación frustrada
Pero el desafío de Cambiemos era vencer la resistencia de algunos opositores “amigables” al corralito de las Paso. El secretario de Asuntos Políticos del Gobierno, Adrián Pérez, acercó algunas prendas de cambio a la mesa de negociación. Entre ellas, ofrecerles a los partidos provinciales una flexibilización en el corralito de la PASO, abriendo una ventana para que aquellos electores que optaran por su oferta provincial también lo pudieran hacer por un candidato presidencial entre las nacionales. Cerca de Pérez consideraban que el apoyo de los partidos provinciales no necesitaría de los votos del BJ para su aprobación.
Por entonces, el líder Renovador Sergio Massa, desmentía públicamente la resistencia de los diputados al corralito, aunque en realidad estaba apostando a una negociación que por entonces era secreta. En el despacho del presidente de la Cámara baja, el macrista Emilio Monzó, el massismo negociaba –junto a otros bloques– su apoyo al cambio de las PASO a cambio de la ampliación de diputados en las provincias que están subrepresentadas (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y CABA, entre otras) donde hay proyectos de distintos bloques.
El presidente del interbloque de Cambiemos, el radical Mario Negri, se enteró de la negociación por las consultas telefónicas que recibían sus correligionarios de sus propios aliados. Negri reunió a su tropa y se opuso al acuerdo por temor al escándalo político que significaría incorporar entre gallos y medianoche un tema que no estaba en el debate de la reforma. A las cuatro de la madrugada, Cambiemos tuvo que dar marcha atrás en la redacción del artículo 75 del proyecto y abandonar la intención de ponerle un cepo a las PASO.
Ahora vendrá la batalla del oficialismo en el Senado, donde el mismo miércoles los senadores le dieron media sanción a su propio proyecto de paridad de género por fuera de la reforma electoral que votó la Cámara baja. Al tiempo que un sector del FpV presentó un proyecto de voto con pantalla electrónica, pero que incorpora un soporte de papel para el conteo manual de los votos, desechando el conteo y la transmisión electrónica de los cómputos. Un desafío que Cambiemos deberá enfrentar contrarreloj para poder implementar la reforma en 2017.
Fuente: pagina12.com.ar