El juez Julián Ercolini le puso el martes 13 de octubre la firma a la condena de un año y medio de prisión en suspenso contra Ricardo Jaime por corrupción. El ex secretario de Transporte pactó con el fiscal Guillermo Marijuán un juicio abreviado y reconoció sus culpas y aceptó la pena impuesta.
Debía ir a juicio oral y público por dos casos de recepción de dádivas, una forma legal de llamar a las coimas. Se comprobó que la empresa Trenes de Buenos Aires (TBA) pagaba los viajes en taxis aéreos para que Jaime descansara en destinos lejanos los fines de semana largos.
Y también que la empresa Terminal de Buenos Aires (TEBA) le pagaba mensualmente el alquiler de los departamentos donde vivía. Jaime debía controlar que TEBA cumpliera como manda la ley con la explotación del millonario negocio de la Terminal de Ómnibus de Retiro. TEBA explota desde 1993, cuando se la otorgó el menemismo, la terminal de Retiro, una concesión nacional cuya autoridad de aplicación es la secretaría de Transporte y es controlada por la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) que depende la oficina que ocupó Jaime desde 2003 y hasta 2009. El presidente de TEBA Otero y Jaime negociaron la extensión del contrato entre 2006 y 2015. Cuando negociaban Otero le pagaba el alquiler a Jaime. Y Otero, un empresario al que, se suponía, Jaime debía controlar, consiguió condiciones muy favorables en la renovación del contrato.
El caso de los alquileres que el empresario Néstor Otero pagaba todos los meses al funcionario kirchnerista fue revelado periodísticamente en abril de 2010. Y en noviembre de ese año, Jaime se presentó a declarar en indagatoria ante el juez Norberto Oyarbide quien por entonces estaba a cargo del caso. Se negó a declarar pero dejó un escrito de 19 carillas que obtuvo Infobae. Jaime señaló por aquel entonces que «en la labor que desarrollara al frente de la Secretaría de Transporte de la Nación desde que fuera designado y hasta el 1 de julio de 2009 momento de la culminación de mi gestión, no cometí delito alguno, sino que por el contrario, el suscripto actuó con esfuerzo, dedicación y total y absoluta transparencia dando cumplimiento a las leyes y los decretos dictados por parte de Poder Ejecutivo Nacional y demás autoridades para su ejecución y dentro del marco de legalidad correspondiente al cargo detentado y sus obligaciones personales». Mentía, porque para ese entonces ya llevaba siete años viviendo en departamentos pagados por Otero. Hecho que admitió hace dos semanas antes de ir a juicio oral y público. Y por el que fue condenado.
Cuando dio las explicaciones acerca de por qué ejecutivos de TEBA aparecían como garantes de sus alquileres, también mintió.
El primer contrato fue firmado en julio de 2003 (apenas unos días después de asumir como secretario de Transporte) por Silvia Reyss y la empresa propietaria del inmueble de la calle Cerrito al 1500. Reyss era pareja de Jaime desde finales de los 90. Pero ante Oyarbide y el fiscal Carlos Rívolo mintió de nuevo: dijo que recién comenzó a salir con Reyss en 2007 cuando se divorció de la madre de sus tres hijas. Lo que no pudo explicar fue por qué Reyss puso de garante a Edgardo Preiti, por entonces vicepresidente de TEBA. La situación se aclaró cuando Jaime aceptó que cobraba coimas de TEBA.
En el contrato firmado para alquilar el mismo departamento, pero entre 2005 y 2007 desapareció misteriosamente la cláusula del garante.
En 2007 Jaime se mudó a un departamento más confortable sobre la Avenida Del Libertador al 600, que, obviamente seguía pagando Otero. Pero en el contrato de alquiler aparece Alfredo Pielach (ejecutivo de TEBA) como inquilino y Preiti como garante.
La mentira de Jaime cuando intentó negar las coimas allá por 2010 fue desopilante. Dijo que como se tuvo que mudar de su anterior departamento, Pielach y Preiti le ofrecieron que se alojara en el inmueble de Libertador al 600 a cambio de que pagara el alquiler todos los meses. Dijo que se había mudado en 2008 pero en 2007 había puesto algunos servicios a su nombre. Eso lo delató: cuando se mudó cambió la titularidad de la televisión por cable por ejemplo.
La falsedad continuó. El cobrador de la firma que alquilaba, había contado frente a Oyarbide que tenía que presentarse en la contaduría de TEBA, en la Terminal de Retiro, para cobrar el alquiler del departamento de Jaime. Entonces Jaime inventó un argumento: que el le pagaba a Pielach y el ejecutivo de TEBA le pagaba a los dueños del departamento. Para el contrato de 2009 a 2001 (es decir cuando ya no era funcionario) eligió contar la misma historia falsa. Que le pagaba a Pielach y este a los dueños. En el último contrato aparece como garante Gabriel Akerman, también de TEBA, a quien Jaime dijo no conocer. Algo bastante extraño entre inquilino y garante.
En el mismo escrito que destacó su «total y absoluta transparencia» para ejercer su cargo, pidió su sobreseimiento y que se dejara constancia de que la existencia del expediente judicial «en nada han afectado mi buen nombre y honor».
Durante años Jaime negó haber sido coimeado y mintió en los Tribunales. Ahora fue condenado porque finalmente admitió lo que bien sabe que es: un corrupto.
Fuente: Infobae