La pandemia profundizó la crisis económica en la Argentina. Con una inflación interanual del 51.8% y un fuerte aumento en los precios de los alimentos, hoy la mitad de los argentinos son pobres.
En Bahía Blanca una familia de cuatro integrantes necesitó en agosto $75.074 para no estar en situación de pobreza. Y necesitó $33.000 para evitar caer en la indigencia.
En este contexto, los comedores, merenderos y otros espacios comunitarios fueron el lugar de contención de miles de vecinos y vecinas.
Lorena Barrionuevo, del merendero “Sueños de Esperanza”, ubicado en el Barrio Villa Esperanza, nos contó: «La gente viene a tocarnos la puerta de domingo a domingo y se los asiste con lo que hay. Tratamos de darles alimentos, pero cada vez se nos hace mas difícil. La gente ha perdido su trabajo y los ingresos de la gente son cada vez menos».
Asimismo, agregó que en debido a la pandemia, «la ayuda de la gente disminuyó a raíz a la circulación del virus y, luego porqué fueron perdiendo la poca plata que tenían antes de que llegue la pandemia».
Ante esta coyuntura, al ser consultada sobre la asistencia por parte del Municipio de Bahía Blanca, Lorena Barrionuevo, respondió: «Hace dos años le pido asistencia al municipio porqué somos nosotros los que le ponemos el cuerpo en los barrios, pero nunca obtuvimos respuesta».
Para colaborar con Lorena Barrionuevo podés a través de su Facebook, comunicarte al (0291) 155111371 o en el merendero ubicado en la calle Santamaría 225.
Aún reactivadas la mayoría de las actividades económicas, la demanda alimentaria continúa en aumento y la asistencia del municipio no llega.
«Nos sostenemos en base a donaciones de la gente porqué desde el municipio estaban desbordados», sostuvo Noelia Mendel del Barrio Puertas del Sur.
«Hace seis años empezamos con 30 chicos y con la llegada de la pandemia pasamos a recibir a 150 familias. El número creció exponencialmente, también hubo familias que no se acercaron al merendero porqué estaban medianamente bien y ahora llegaron a buscar los bolsones porqué no pueden recuperar el trabajo».
En cuanto a esta problemática, remarcó: «La gente que antes venía a donar alimentos, ahora está pasando por la misma situación y no pueden ayudar a los merenderos». Al mismo tiempo, los espacios de contención en los barrios de toda la ciudad redoblaron sus redes de asistencia: «Empezamos a recibir gente de otros barrios y llevábamos bolsones a otros sectores de la ciudad». En tanto mencionó la ayuda por parte del Banco de Alimentos.
En cuanto a la realidad social del barrio, se mostró preocupada ante la falta de recursos por parte del Estado local. «Es dura la situación que atraviesan los chicos porqué a veces es la única tasa de té que van a tomar antes de acostarse. No hay recursos, además desactivaron los Programas Envión que servían para sacar a los chicos de las calles», detalló Noelia Mendel del Barrio Puertas del Sur.
Por último apuntó la necesidad de profesionales que estén presente en los barrios para contener a les jóvenes, «es muy necesario contar con un grupo con psicopedagogas que acompañen a los chicos para mostrarles que puede existir un futuro mejor».
El merendero de Noelia Mendel se llama «Todos Unidos» y se encuentra en la calle Pacifico al 4320. También se pueden contactar al teléfono: (0291) 155031141
En Bahía Blanca la ONG “Nutrirnos Más” es la organización que participa en la Red de Bancos de Alimentos y, junto con la Universidad Nacional del Sur, Talita Kum y otras organizaciones, se encargan de recolectar y repartir los alimentos en los diferentes espacios de la ciudad.
Hablamos con Santiago Vázquez, trabajador social e integrante del Banco de Alimentos, para conocer como fue la asistencia brindada durante todo el año pasado y actualmente con la entrega de alimentos en los merenderos y comedores de la ciudad.
«Rescatamos alimentos que ya no tienen valor comercial, pero si tienen utilidad. Por ejemplo, latas de legumbres un poco abolladas o cajas de arroz que no pueden ser colocadas en góndolas, pero sirven. Tenemos supermercados que nos donan alimentos que están próximos a vencerse. Los vamos clasificando y compartimos en merenderos, escuelas, sociedades de fomento, jardines, entre otros lugares», contó.
Sin embargo, desde la llegada del coronavirus se multiplicaron los pedidos de particulares y se sumaron otros tipos de ayuda, como las colectas en edificios. «Somos el nexo entre las empresas alimenticias y los comedores, hogares y escuelas de la ciudad. Pero en este contexto también tratamos de cubrir a los particulares, gente que en su mayoría se quedó sin changa y no sabe qué puerta tocar».
Santiago Vázquez, cuenta que esta asociación surgió por un contacto con Tandil, donde hace tiempo funciona un Banco de Alimentos.
«En Bahía funciona hace 4 años, pero en la pandemia creció muchísimo la demanda de comedores y entidades y como así también crecieron mucho las donaciones porqué se hizo conocido nuestro trabajo. Además también pasó que muchas empresas tenían una producción prevista y la donaron ya que no la pudieron vender».
«Nutrirnos más” es una asociación sin fines de lucro que funciona en Bahía Blanca desde hace 4 años y forma parte de la red argentina del Banco de Alimentos.
«Se pasó a entregar 5 veces más de lo que veníamos entregando. Hay meses que estamos sobre los 30.000 kg. Sin embargo, en 2020 se donaron 334.000 Kg», resaltó.
La comisión está integrada por 40 personas voluntarias que asisten a 60 lugares fijos a los cuales intentan brindarles alimentos una vez al mes.
«Creo que el trabajo de estos espacios sostuvo la crisis que se dio por la pandemia».
Sobre este punto, profundizó: «Los vecinos salieron a bancar la crisis porqué fueron los que armaron ollas populares en sus casas, al igual que las organizaciones sociales dado que el Estado estuvo super ausente».
«Son cuestiones que debería encargarse el Estado, porque si bien es esperanzador que haya vecinos solidarios que se preocupen por otros, debería haber colegas, médicos, nutricionistas, equipos del estado capacitados para estar ahí. Las ollas del barrio son estructuras endebles porque las personas se angustian», concluyó.
Podés encontrarlos en Facebook (Nutrirnos Más – I. Banco de Alimentos) y en Instagram (@iniciativabancodealimentos). También podés comunicarte telefónicamente al número (0291) 154688965.
En Bahía Blanca el indicador de pobreza según INDEC no llega al promedio nacional, sin embargo, resulta alarmante dado que el 24% de la población, es decir un total de 75.511 personas, se encuentran en situación de pobreza. En comparación al mismo período de 2019 el número decreció un 4,1%, sin embargo, comparando los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares que arrojó los resultados finales en el primer semestre de 2020 también se distingue una disminución de la pobreza de un 9,4%.
Las realidades de los sectores más postergados no empiezan ni terminan en la estadística: los comedores y merenderos de la ciudad se convirtieron en servicios esenciales para los porcentajes cada día más grande de personas que no consiguen sostener ni siquiera una canasta mínima de alimentos.
Elena Porcel del merendero “Mis niños felices” ubicado en la calle Founier 2587, Barrio 9 de Noviembre, dialogó con el equipo de Total Normalidad y brindó detalles sobre el merendero que funciona hace 3 años de lunes a viernes, «asistimos a 115 personas en total con papas y chicos».
«En este barrio la única contención que hay es por parte de los merenderos que dan una comida y pueden hacer algún trabajo como de huerta o la escuelita de fútbol».
Al igual que Noelia Mendel del merendero «Todos Unidos», Porcel, resaltó la falta de asistentes sociales, «no llegan al barrio y todo lo que sea relacionado a ayuda de los niños, no llega al 9 de noviembre».
En otra punta de la ciudad, Viviana Rosas sostiene el merendero de San Pedro en Grunbein: “Estamos asistiendo alrededor de 50 familias con bolsones de comida, la mayoría de estas personas o no tienen trabajo o viven con changas. Desde que empezó la pandemia pasamos a trabajar con la modalidad de asistencia con comidas, al principio era una vez por semana, y terminamos con tres ollas semanales, llegamos a dar alrededor de 300 viandas por día”.
El merendero nació en el año 2018 en el cual brindaban una copa de leche los sábados y además, daban clases particulares.
«En 2020, con la llegada de la pandemia, tuvimos que cerrar y empezamos a dar 3 viandas semanales. Sobre fin de año hubo muchos casos de coronavirus en el barrio y empezamos con los bolsones de comida que es con lo que seguimos hasta ahora. El banco de alimentos es una de las agrupaciones que nos ayuda, gente super solidaria que siempre está dispuesta a dar una mano», indicó.
Hay necesidades estructurales que ya se vienen denunciando desde siempre, pero que se intensifican en este contexto de pandemia.
«En este momento estamos trabajando con los curas de «Opción por los pobres» para bajar talleres donde los chicos de 18 a 29 años tengan la posibilidad de tomar clases para poder perfeccionarse con el fin de armar grupos de trabajo o cooperativas para que salgan al mundo laboral», contó Viviana Rosas.
«Hay mucha gente con muchísimas necesidades y sin trabajo».
Por otra parte, habló sobre cuál es la articulación entre el merendero y la municipalidad, «el año pasado cuando llegó la pandemia hicimos algunas actividades con el MBB nos han brindado algo de alimentos, hemos repartido sus bolsones, fue por poco tiempo. Hoy no tenemos conexión con la municipalidad».
En cuanto a la realidad social del barrio comentó que hay mucha gente sin trabajo, «se nota porqué son cada vez más los que se acercan, viene gente de otros barrios como Portal del Este o Punta Blanca» y que «en algunos hogares cuentan con un solo celular que lo usan todos para las clases. Nuestra idea es armar una biblioteca en el merendero y llevar internet para que los nenes vayan y se conecten desde ahí».
Hace falta que las políticas públicas, se generen a partir de una lectura territorial. El Estado debe estar presente y en diálogo con el territorio.
Podés colaborar con donaciones en la calle Rafael Obligado al 5560 o en Sócrates al 1731. También comunicándote al (0291) 156444593
Finalmente conversamos con con Carina Peñalva del merendero «Juntos por los necesitados Maná» del Barrio Villa Rosario: «Abrimos el merendero cuando empezó la pandemia junto a los chicos del movimiento tricolor de Villa Mitre y entregábamos entre 450 y 500 viandas».
Para Carina Peñalva, las necesidades en el barrio son muchísimas, «la necesidad está en todos lados. Nosotros actualmente nos dedicamos a dar el sustento de la comida, más que eso no podemos por el momento».
«La Sociedad de Fomento del barrio no está trabajando, estamos con lo que podemos nosotros. Hay familias y abuelos que están solos».
El merendero «Juntos por los necesitados Maná» se encuentra en la calle Ecuador 290 y el número de contacto es (0291) 154622984.
Todas las personas que sostienen los espacios de contención que abordamos en esta nota son mujeres y madres. La mayoría sostiene que el trabajo se hace sobre la urgencia: el plato de comida es la primera necesidad. Desde ese punto de partida entendemos el dato de más del cincuenta por ciento inflacionario.
Tras un nuevo intento por contactarnos con el área municipal de Políticas Sociales para conversar sobre las líneas de acción, nos hemos encontrado con el silencio de las autoridades. Sin embargo, los números y las experiencias están a la vista. En una ciudad sin estructura pública para sostener las necesidades urgentes de los sectores más postergados, que tiene a sus vecinos organizando redes para llenar literalmente una olla todos los días, ni siquiera llegamos a plantear una agenda de contención social más amplia en la que se analicen los dispositivos comunitarios que, claramente, tampoco ha dispuesto el gobierno local.