Para algunos es la cuadratura del círculo o una versión del dilema del huevo y la gallina. Lo cierto es que la dificultad del gobierno para domar la inflación al tiempo que aplica una elevada tasa de interés está generando un cortocircuito cada vez más fuerte entre el Banco Central y el Ministerio de Economía, al punto de que las diferencias comienzan a ventilarse en público, algo que no entra en el código macrista de gobierno. Más si hay un gabinete económico para evitarlo.
El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, reclama una baja de la inflación y una reducción del déficit fiscal antes de que la entidad que dirige reduzca la elevada tasa de interés con la que castiga a los que toman préstamos. De la vereda de enfrente, el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, reclama una baja de las tasas de interés como mecanismo fundamental para que caiga la inflación y la rueda de la producción vuelva a girar.
Estas diferencias fueron ventiladas en anteriores oportunidades en ámbitos cerrados, pero la semana pasada fueron expresadas por ambos funcionarios ante el público, con lo que pusieron de relieve con claridad las diferencias que los separan.
Para Prat-Gay, las altas tasas de interés aceptadas por el BCRA el martes 26 en la licitación de Lebacs están «carcomiendo» su plan económico, basado en el acuerdo con los fondos buitre en el juzgado neoyorquino de Thomas Griesa y en las inversiones que él supone que vendrán en forma casi inmediata. Por eso es que aseguró ante un grupo de empresarios la semana pasada que «más pronto que tarde» la autoridad monetaria debería impulsar un recorte en las tasas.
Es que se ha establecido una nueva bicicleta muy rentable con la toma de créditos en el exterior (a tasas cercanas al 2% anual) y su transformación en pesos para luego invertir en las Lebac que rinden cerca del 40% anual. Se trata de un esquema «insostenible en el tiempo», según un referente económico muy cercano al gobierno nacional y que pidió mantener su nombre en reserva.
La misma crítica se escucha desde los sectores productivos, para los cuales tomar un crédito significa un desequilibrio financiero inmediato. Esto porque las Lebac marcan el nivel de las tasas de interés de los créditos, más ahora que los bancos fueron liberados de los topes a los préstamos impuestos por el kirchnerismo.
Desde el Banco Central contestan que las elevadas tasas de interés responden a «la compleja» situación con la inflación, ya que esta no amaina y se fortalece la tendencia hacia una suba anual por encima del 32 por ciento. El jueves pasado, durante la presentación del programa monetario de este año (ver aparte), Sturzenegger indicó que «no hay nada más reactivante que una baja de la inflación», una estocada al corazón de Hacienda. Desde la asunción de Sturzenegger, el BCRA adoptó la línea de «objetivos de inflación», que hace que las tasas de interés actúen como espejo del alza del costo de vida.
Las diferencias entre los dos altos funcionarios ponen de relieve las dificultades del gobierno de Mauricio Macri para resolver el alza de precios que al mismo tiempo estimula con los tarifazos y el parate productivo que impulsa con las tasas de interés por las nubes.
La consecuencia del desequilibrio económico que provocan ambas decisiones es la reducción constante del poder de compra del salario y una transferencia contínua de riqueza desde los sectores asalariados hacia el capital en un escenario de parate económico. «Deberían tomarse un retiro espiritual», apuntó el economista Juan Carlos de Pablo días atrás al referirse al complejo escenario económico que enfrenta el macrismo y que ya augura un segundo semestre con inflación alta y tasas de interés por las nubes.
Fuente: tiempoar.com.ar