“Sería muy lindo que en la cumbre de la OMC en diciembre podamos decir junto a la Unión Europea que somos los paladines del libre comercio”, aseguró Horacio Reyser, secretario de Relaciones Económicas Internacionales. Preocupación de Industriales.
Las palabras, a veces, valen más que una imagen. Representantes de prácticamente todos los sectores industriales ayer se manifestaron en un encuentro privado frente a los funcionarios del Gobierno nacional en relación al acuerdo de la Unión Europea (UE) y el Mercosur. El único que advirtió la baja disposición de abrir fronteras de parte de Europa fue el dirigente de Copal (alimentos) mientras que todos los demás se mostraron preocupados por la capacidad de daño de las importaciones europeas. Este cuadro deja en evidencia que en la negociación con la UE que el Gobierno quiere firmar a toda costa la Argentina industrial tiene más para perder que para ganar. La semana que viene hay una ronda en Bruselas. Las claves de la negociación pasan por los plazos de desgravación arancelaria y las reglas de origen, que es el mecanismo de control comercial que podría evitar que los productos asiáticos ingresen con etiqueta europea.
“Con respecto a la cuestión del `timing´ queremos aclarar que nadie nos obliga a firmar. Pero consideramos que hay una ventana de oportunidad. Nuestro gobierno tomó la decisión de avanzar en una inserción inteligente y creemos que esto va a ser algo positivo. Sería muy lindo que en la cumbre de la OMC en diciembre podamos decir junto a la Unión Europea que somos los paladines del libre comercio”, planteó Horacio Reyser, secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería argentina.
Fue en un encuentro que tuvo lugar ayer en la UIA al que tuvo acceso este diario. De parte del Gobierno estuvieron presentes Reyser y Shunko Rojas, subsecretario de Comercio Exterior, y una treintena de representantes del sector privado. Los industriales saben que el mejor escenario es aquel en donde pierden poco. La cuestión arancelaria en sí misma es innegociable, porque el objetivo del acuerdo es llegar al cero por ciento. Tampoco hay lugar para la exclusión de la desgravación, sólo un puñado de posiciones arancelarias contarán con ese beneficio. Entonces la principal variable ahora es el plazo de tiempo para que aplique la apertura. La desgravación puede ser desde el primer minuto hasta los diez años e incluso el Gobierno negocia una bolsa de posiciones arancelarias extremadamente sensibles a las importaciones que podrían abrirse completamente en quince años. El otro elemento en la mesa de negociación es la aplicación de reglas de origen, que es la única herramienta para frenar el ingreso de productos etiquetados en Europa pero que hayan sido producidos mayormente en Asia.
“En la UE no hay fuertes controles de origen y tienen mucha penetración de importaciones asiáticas. Nos preocupa el tema reglas de origen. Pero además, el arancel europeo es en promedio del 11 por ciento y el nuestro del 35 por ciento. La mayor preocupación es que ante la necesidad de una pronta firma no se puedan negociar las canastas”, dijo en la reunión Horacio Moschetto, de la Cámara del Calzado. “Con el tema de las reglas de origen tenemos un gran desequilibrio con la UE. La regla de origen para nosotros es igual a la subsistencia”, dijo Carlos Vaccaro, de la Cámara Argentina del Acero. María Victoria Vidal, de Adimra, dijo que “nuestro sector es altamente sensible a esta negociación, sobre todo en bienes de capital. La UE tiene aranceles mucho menores a los nuestros –es decir que la desgravación es mucho menos costosa para Europa–. Estamos muy preocupados por la desgravación y por la flexibilidad en normas de origen que pide la UE. También las compras públicas donde se le da tratamiento nacional a las empresas extranjeras es perjudicial para el sector”.
“Si avanza la negociación así como está, será realmente nociva para la industria local, que se compone de 120 plantas. No hay posibilidades de vender a la UE porque ellos tienen restricciones fitosanitarias que son imposibles de saltar”, indicó Armando Allinghi de Ciafa (fertilizantes). “Hay una fuerte asimetría, por eso ellos tienen aranceles del 0,5 o 1 por ciento y nosotros mucho más. Además, ellos tienen un registro de producto por lo cual es absolutamente inalcanzable venderles. Vamos a competir, pero nos preocupa el tema de las reglas de origen”, indicó Jorge Zavaleta, de la Cámara de empresas Químicas y Petroquímicas. “Estamos preocupados por la eliminación de reglamentos técnicos que implicaría el acuerdo y también por las reglas de origen”, dijo Julián Benítez, de la Cámara del Juguete. “Discutimos libre comercio pero UE quiere mantener posiciones de privilegio. Quieren llevar de 20 hasta 25 años la propiedad de patentes. Nosotros estamos haciendo estudios para salir al mercado en productos cuya patente está por vencer”, dijo Mariano Genovesi, de Cilfa (laboratorios). “La UE ensambla partes de textiles producidos en Asia y otros países”, advirtió Adrián Makuk, por parte de la FITA (textiles).
De los industriales, el único que avizoró una posibilidad de ganancia con el acuerdo fue Osvaldo de Imperio, de Copal (alimentos), quien dijo que “la UE no quiere negociar aranceles específicos. Las cuotas que presenta la Copal –para que ingresen productos argentinos– son insuficientes”. “Lo que ustedes tienen que defender es a los que ya invertimos. Cualquier golpe puede tener un efecto terrible. Es un momento en donde no nos podemos ir a sacar la ropa alegremente”, fue el cierre a cargo Alberto Alvarez Saavedra, secretario de la UIA.
Fuente: pagina12.com.ar