No es ficción: el club Luna de Avellaneda, al borde del cierre por los tarifazos

Juventud Unida de Llavallol, el club donde reconocidos actores filmaron la película argentina dirigida por Campanella, está en crisis por los últimos aumentos a los servicios. Sus 200 socios se unen para ganarle la pulseada a las abultadas cifras en las boletas. El riesgo es alto: «Esperemos no tener que cerrar», advirtieron sus directivos a minutouno.com.

Al borde del área, Julián Ramírez (19) simula ser un defensor: abre y levanta sus brazos cuando se acerca el rival. «Ahora, largala», le aconseja al nene, para que pase el balón a un compañero que está listo para el lanzamiento. Es sábado, el reloj marca las 12.40 y las indicaciones de los ejercicios apuntan a más de una decena de chicos que entrenan en el Club Juventud Unida de Llavallol, donde hace 13 años se filmaron escenas de Luna de Avellaneda, la famosa película argentina dirigida por Juan José Campanella.

Luego de dar la clase, Julián se acerca a un rincón para abrazar a su primo y compartir unos mates con cinco padres. Lo hace antes de volver a su casa. Desde marzo, su rutina cambió: «Antes nos quedábamos a jugar de noche, cuando la cancha estaba vacía, pero ahora no podemos gastar en luz». Como el film protagonizado por Ricardo Darín, esta institución atraviesa el peor escenario económico desde su fundación hace 81 años: los aumentos a los servicios que aplicó el Gobierno modificaron el día a día de los socios.

«Toda mi familia está acá. Tengo más de seis primos que juegan», comenta Julián. Llegó al club de la mano de Alejandro, su papá -uno de los doce integrantes de la comisión directiva-, cuando tenía 14 años y, con el tiempo, además de calzarse la camiseta azul y blanca, empezó a dar indicaciones desde el banco.

A pocos metros de Julián, Iris Pardal está sentada en la sala de ajedrez. Desde hace dos años es la presidenta del club, que se sostiene con las cuotas que pagan los 200 socios, y acobija a nenes que, a partir de los cuatro años, comienzan a lanzar por primera vez al aro; a niñas que, sobre la misma cancha de básquet, empiezan a practicar con sus patines; y a chicos que viven en la calle. Su gestión tiene por delante un desafío histórico: subsistir frente a los drásticos aumentos de luz que llegaron desde abril.

Al lado de Iris, está Liliana Reboredo. Es la tesorera, está seria y en sus manos tiene la causa que agrava las cuentas del club: las boletas de luz que corresponden a dos medidores. Los números se triplicaron: mientras en diciembre pagaban $2.924 ($1.555 y $1.369), las dos facturas de abril sumaron $8.713 ($4.765 y $3.948), lo que representó un aumento del 298 por ciento.

«Lo paradójico e indignante es que, de hecho, bajamos el consumo: invertimos no sólo en bombillas de bajo consumo sino también en la colocación de vidrios para aprovechar la luz del día», cuentan Liliana e Iris.

«En unos días más va a llegar el aviso de corte. Es nuestro mayor miedo. Encima en cualquier momento llega la bomba de mayo», dice Liliana. A su costado, también está Alejandro, que hace casi una década está en el club y tiene a cargo el área de básquet. «Falta que lleguen las facturas de agua y gas. Si siguen estos números, no se va a poner sostener. ¿Quién va a poner esa plata?», se pregunta, tratando de encontrar una respuesta.

«Bienvenida, campeona», dice un cartel que está colgado en una de las paredes de la cancha. Se refiere a Carolina Burwan, que tiene 16 años, es patinadora y se destaca a nivel nacional. Por el complejo escenario económico, ella tuvo que postergar uno de sus sueños: volver a poder estar en Alemania para participar en la Copa Alemana Friburgo. «Estamos tratando de que pueda estar en el Panamericano de Patinaje Artístico (Brasil), que será en junio», cuentan los directivos.

La realidad supera la ficción: el club por el que pasaron reconocidos actores (Ricardo Darín, Mercedes Morán, Eduardo Blanco, Valeria Bertuccelli, José Luis López Vázquez y Silvia Kutika) para filmar Luna de Avellaneda está en crisis, y los socios se unen para ganarle la pulseada a las abultadas cifras de las facturas. El riesgo es alto; Iris, Liliana y Alejandro lo saben: «Esperemos no tener que cerrar».

Fuente: Minutouno

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