La salida de Hugo Moyano de la cúpula de la próxima CGT, a partir de agosto, será un paso al costado con el objetivo de motorizar una estructura más horizontal, colegiada, por un año considerado de transición para el sindicalismo peronista, y luego retomar la iniciativa en persona o a través de un delegado de su máxima confianza. Se trata de una estrategia similar a la que lo llevó en 2004 a compartir el liderazgo en un triunvirato en 2004, para quedarse doce meses después con la jefatura a solas y por tres períodos consecutivos.
Cerca del camionero explicaron así la maniobra resuelta la semana pasada de bendecir al portuario Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento) como su referente en un esquema de tres o cuatro secretarios generales, de acuerdo con la manera en que termine por resolverse la fusión en marcha de todas las líneas internas de la central obrera. La elección de Schmid por encima de su propio hijo mayor, Pablo Moyano, causó malestar en el núcleo más cercano de dirigentes que lo acompañan desde hace años, pero en definitiva fue aceptada como una retirada táctica para facilitar la unidad.
Tras un período de pocos contactos los dirigentes de todos los sectores de la CGT tienen previsto reunirse recién la semana que viene para perfilar el Congreso pautado para el 22 de agosto en el que deberá consensuarse una nueva jefatura, unipersonal o colegiada. La última opción es la que manejan, además de Moyano, el gastronómico Luis Barrionuevo, líder de la versión «Azul y Blanca» de la CGT, y también el taxista Omar Viviani, referente del Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) y quien aspira a colocar en ese esquema a un hombre de su confianza, como el ferroviario Sergio Sasia.
La jefatura unipersonal, hoy con menos chances, es alentada por los sectores mayoritarios de la CGT, los «gordos» de los grandes gremios de servicios y los «independientes». El primer grupo tiene a su referente, Héctor Daer (Sanidad) resuelto para encabezar a solas la CGT o bien en un triunvirato o cuarteto. Los «independientes» Gerardo Martínez, Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri, en tanto, observan el proceso y avalan la decisión de la mayoría, a sabiendas de que obtendrán espacios clave en la futura estructura.
Aunque la consagración de Schmid en boca de Moyano la semana pasada en una reunión de la CGT Azopardo molestó a quienes impulsaban para ese lugar al hijo del camionero, el portuario ayer empezó a mostrarse como líder conciliador, un rasgo que no es característico de quien era su competidor como referente del gremio de los choferes. Dijo que no hay margen en la actualidad para un paro nacional por entender que una medida así «perjudicaría más las cosas».
Fuente: Ambito.com