Miguel Vidal, integrante de Cáritas local

En plena semana santa, muchas son las instituciones religiosas que se ocupan de asistir y dar cobijo a las miles de personas que sufren vulnerabilidad económica en nuestra ciudad. Según los últimos datos del INDEC, durante el segundo semestre del 2022 en Bahía Blanca, el 28.4 % (90.465 personas) está bajo la línea de pobreza, y un 7.2 % (22.984) es indigente.

Una de esas instituciones es Cáritas, y Miguel Vidal, uno de sus integrantes, analizó la situación social en los últimos años al marcar que «desde el Gobierno anterior hasta acá la demanda ha sido cada vez más grande. Hay parroquias que acompañan a 250 personas y eso sigue así desde ese tiempo. Hay mucha gente que siempre nos acompañó económicamente y después nos terminó pidiendo ayuda. En 2012 había dos merenderos en Bahía Blanca, y en 2019 había más de 60. Con la pandemia todo eso se agravó».

«Molesta cuando los proyectos de los partidos políticos que supuestamente ganaron las elecciones con una plataforma social después no lo puedan sostener en el tiempo. Al hecho de que una persona no coma se le agrega a que la sociedad lo condena y lo señala como que está sostenido por el resto» Miguel Vidal.

¿Los problemas inflacionarios impactan sobre la capacidad de estas instituciones de dar una mano a la población más vulnerable? Según Vidal, «hay una mezcla de cuestiones: la inflación y los precios son un conflicto para quienes tienen ingresos. Para quienes no lo tienen, es lo mismo. Generalmente hay un mecanismo de asistencia a través de las organizaciones para llegar a estas personas, nosotros acompañamos con productores, y a ellos sí se les complica sostener la ayuda. Por eso este proceso inflacionario es un problema».

A esto se le suman otras cuestiones que tienen que ver con la pobreza y son más amplias que solamente la económica: «El hecho de moverse en el colectivo por la ciudad ya es un tema, no todo el mundo puede comprarse un pasaje. El acceso a la educación es también muy complejo. Lo mismo sucede con la salud, la calidad del agua en los barrios es preocupante. Tenemos un área de trabajo en vivienda que acompaña con microcréditos para la refacción de pequeños espacios. Todo ese trabajo llega a los barrios a partir de encuentros con la gente, y a veces mucha gente no puede acceder al lugar de reunión por cómo están las calles cuando llueve«.

Por último, Vidal analizó la relación entre la política tradicional con las diversas soluciones necesarias para hacer frente a esta situación. Afirmó que «al problema de la alimentación se le agregan muchos otros factores muy complejos, y no alcanza con un esquema solidario con estrategias de asistencia, necesitás otro tipo de políticas que deberían acompañar esos procesos. Cuando se habla de pobreza hay muchos parámetros a tener en cuenta, no es solamente la comida. Eso implica una mirada de la realidad que a veces los espacios políticos no terminan de comprender. Hay mucha gente que cree que las políticas sociales son clientelismo, y en realidad son una forma de ver la ciudad. La resolución no es a través de una asistencia, que es necesaria, pero tiene que ver con una transformación más de fondo«.

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