Micaela Cuesta doctora en Ciencias Sociales

Una investigación del Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos de Lectura Mundi-UNSAM analizó las preferencias de la población a la hora de vacunarse y qué relación tienen con los discursos de odio.

Hablamos con Micaela Cuesta, doctora en Ciencias Sociales e integrante del Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (Leda). Participó de la investigación y dijo: «Venimos estudiando temas vinculadas a expresiones autoritarias desde el 2013 cuando empezamos a identificar que crecían discursos antidemocráticos en nuestra sociedad».

A cinco meses de iniciado el operativo de vacunación, los nombres comerciales de las vacunas contra el COVID-19 ya son parte del habla cotidiana de los argentinos. Y objetos de disputa. Los primeros resultados de un estudio realizado por el Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (LEDA) de Lectura Mundi UNSAM muestran, entre otras cosas, cómo los argentinos se identifican con las vacunas de Pfizer, Sputnik V y AstraZeneca y Sinopharm.

«La pregunta por la preferencia de las vacunas queríamos ligarla a las expresiones autoritarias y discursos de odio».

En tal sentido, mencionó que el objetivo fue relevar que la población se inclina por algunas vacunas y cuál es indiferente a las marcas y quien es negacioncita el virus y no cree que la pandemia tenga una existencia objetiva

Por eso, «hasta ahora podemos afirmar que quienes optan por determinada vacuna opinaron de determinada manera a ciertas preguntas que constituyen nuestro índice de discursos de odio, esas respuestas tienen alto grado de segregacionismo, discursos xenófobos».

La encuesta del LEDA registró esos posicionamientos, que revelan un mapa heterogéneo: la vacuna con mayores preferencias es la Sputnik V, elegida por un 13,21 % de la muestra. Detrás aparecen la fabricada por AstraZeneca (11,11 %), Pfizer (9,21 %) y Sinopharm (5 %), mientras que uno de cada tres encuestados no tiene preferencias. El otro dato relevante es que una de cada cinco personas desdeña la eficacia o está en contra de la vacuna.

Micaela Cuesta, explicó que estos resultados surgen de una encuesta que tiene sus limitaciones.

Antisemitismo

Este informe también indagó en algunos prejuicios sobre el origen de la pandemia y la reactualización de antiguos prejuicios antisemitas que vinculan a los judíos con el afán de hacer fortuna. Sorprendentemente, casi cuatro de cada diez personas —un 37 %— mostraron algún grado de acuerdo con la idea de que el coronavirus surgió como un plan de empresarios judíos para ganar dinero fabricando vacunas. En el otro extremo, un 43,8 % manifestó algún tipo de desacuerdo.

«Preguntábamos si creían que detrás de la vacuna estaba Soros y los laboratorios en búsqueda de beneficios económicos, por ahí se hallarían respuestas vinculadas al antisemitismo».

En ese sentido, concluyó en que el crecimiento de estas formas radicalizadas del odio social es uno de los mayores desafíos que enfrenta hoy la convivencia democrática.

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