La violencia política y las amenazas seguidas de impunidad comienzan a convertirse en regla en Bahía Blanca. El escritor, Mario Ortiz visitó Radio Urbana para analizar los atentados y las expresiones de odio.
El 29 de agosto de 2020 la unidad Básica del Frente de Todos ubicada en Lavalle al 300, amaneció con pintadas ofensivas.
El 17 de mayo de este año la Asociación Israelita de Bahía Blanca, ubicada en la primera cuadra de Lavalle (a 300 metros de la básica del FdT) también amaneció con pintadas antisemitas.
El 25 de mayo fue una explosión en un local de La Cámpora. Seis meses después y sin que se hayan determinado alguno de los responsables de este atentado, el 15 de noviembre detonó una bomba molotov en el frente de la vivienda de la dirigente mapuche Olga Curipan y, 10 días después, se arrojaron folletos el centro cultural Ruka Kimun con amenazas de muerte a Olga que rezaban, entre otros, “¡Muerte a los mapuches!” y firmados por el «Comando de Restauración Nacional Zona Sur Mohamed Alí Seineldin».
El 30 de noviembre apareció un nuevo artefacto sospechoso en un local del Frente de Todos.
Todos estos hechos tienen por lo menos dos cosas en común: en principio, ninguno está resuelto por la justicia, si bien los daños que generaron fueron simbólicos y materiales, todavía no sabemos quiénes son los responsables de estás prácticas. Y en segundo lugar, algo que hay que reconocer, es el repudio generalizado de parte de organizaciones y de todo el arco político que ha generado cada uno de estos hechos.