Desde el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur (IIESS) lanzaron un informe detallando distintas variables que tienen que ver con el acceso a la educación en nuestra ciudad. Destacaron que se trata de una investigación inédita en la ciudad por tres cuestiones: se encuestaron 4.199 personas, se cubrió en forma extensa los barrios más vulnerables, y por la cantidad de variables tomadas.
Una de las investigadoras a cargo del proyecto fue la economista María Formichella, quien marcó uno de los puntos más impactantes que toman del mismo: el nivel educativo alcanzado por las y los bahienses. Allí se conoció que «en la población adulta encontramos qué hay una disparidad en los máximos niveles educativos de cada individuo. El 35% de los mayores de 20 no completaron el secundario, unos 70 mil bahienses. Son cifras cercanas al resto del país. En la encuesta no indagamos mucho sobre motivos, pero en otros trabajos observamos que en el nivel medio una de las causas es la necesidad de salir a trabajar de los jóvenes. El costo de oportunidad, el ingreso que se pierde por estudiar, es creciente».
Otro dato que se supone evidente es el de la profunda desigualdad que encontramos según el barrio en el que se toma la muestra. La economista afirmó que «pudimos llegar de forma más precisa a los barrios vulnerables. En todos los indicadores que calculamos, no solo de educación, hay diferencias entre los vulnerables y los que no».
¿Cómo afectó la pandemia de COVID-19 a los estudios en niños, niñas y adolescentes? El estudio arrojó que «4.000 de ellos se desconectaron o participaron de manera intermitente durante el bienio 2020/2021. En los motivos, los principales fueron los problemas de conectividad o acceso a dispositivos. En nivel primario el segundo motivo fue la falta de acompañamiento de adultos, y en secundarios problemas de salud por COVID».
«Fue un periodo muy difícil para las familias en cuanto a acompañar la escolarización y a la vez trabajar de manera virtual en el mismo hogar. Otra cuestión que apareció fue la falta de comprensión de las herramientas digitales, y en los adolescentes apareció el desánimo y el desinterés» María Formichella.
Otro interrogante tocado por el informe tiene que ver con la relación entre el nivel educativo y las condiciones laborales alcanzadas. ¿A mayor educación mejor trabajo? Según Formichella «corroboramos con esta encuesta la equidad educativa externa. Dentro de la población económicamente activa, los que tienen un menor nivel educativo tienen mayores dificultades de todo tipo. Menos posibilidad de aportes jubilatorios, acceso a la cobertura de salud, más subocupación, más changas, etc».
Por último, la investigadora se refirió a todas las variables que no tiene que ver con lo estrictamente educativo, pero que aún así afectan profundamente el desarrollo escolar de las personas. Dijo que «hay ciertas condiciones del hogar que hacen que los adolescentes tengan más dificultades a la hora de estudiar. Esa frustración lleva al abandono, aunque sea multifacético. No solo hay que pensar en políticas del sector educativo. En otros trabajos notamos que hay muchas condiciones de origen que impactan en el rendimiento educativo: si sufren o no inseguridad alimentaria, si hay hacinamiento, el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación. Hay que pensar políticas que excedan al sistema educativo».