Este semana, el INDEC puso a disposición con mayor profundidad los datos de la Encuesta Permanente de Hogares referida al primer trimestre del 2024. Esto reveló que la pobreza en Bahía Blanca alcanzó el 45,8%, mientras que la indigencia llegó al 14,1%. En comparación, los datos a nivel nacional son del 54,9% y 20,3% respectivamente.
María Emma Santos, doctora en Economía del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur (IIESS – CONICET) expresó que «el 55% de pobreza y 20% de indigencia son valores tremendos que no vemos en nuestro país desde el 2004 cuando estábamos saliendo de la crisis. Más de la mitad de la población pobre es una cifra dolorosa. La mayor incidencia es en los menores de edad; siete de cada diez chicos son pobres, y tres de esos siete son indigentes, es muy preocupante. Se observa que la pobreza tiene mayor incidencia en hogares con jefatura femenina (un 58% contra un 52% en hogares con jefatura masculina). Y en lo referido al mercado laboral, los datos revelan que tener una ocupación informal no alcanza para no ser pobre».
«Se deben ejecutar políticas públicas, porque efectivamente mejorar estos índices llevará mucho tiempo. En ese transcurso hay que hacer asistencia social, focalizando en aquellos hogares con menores de edad» María Emma Santos.
Haciendo un análisis cronológico de los datos locales, la investigadora marcó que «desde el ’92 a hoy, el valor de pobreza más bajo que tuvimos fue del 25% en 2017. Es un piso muy alto, siendo un cuarto de la población. El pico fue en 2001, donde se llegó a un 65,5%, pero cuando desciende queda en un nivel más alto que el previo. Las personas que caen en una situación de marginalidad y exclusión quedan rezagadas en cuestiones sociales, laborales, de vivienda, educacionales, etc. Tienen más dificultades de remontar esa situación y reinsertarse en la sociedad con niveles de salud adecuados o una vivienda digna».
A su vez, Santos recordó la encuesta sobre pobreza multidimensional que llevan adelante desde el IIESS: «En este momento estamos procesando los datos recabados para tener estimaciones actualizadas. Lleva un tiempo, pero la ventaja de tener un relevamiento propio es que pudimos indagar en gestiones como la inseguridad alimentaria, o en detalles como la precariedad de la vivienda. Además, el tamaño de la muestra es mucho más representativo; llegamos en 1.411 hogares mientras que el INDEC solo llegó a 400. Por eso tomo con cautela las cifras de pobreza en Bahía Blanca, tiene un margen de error importante».