Este domingo, 193 países pertenecientes a la ONU enviaron a sus representantes a firmar el Pacto del Futuro, que marca ciertos acuerdos entre estados a la hora de luchar por la paz y el cambio climático, entre otras cuestiones. Por su parte, el Gobierno argentino anunció a través de su secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo, que en nuestro país «no hay lugar para agendas internacionales totalitaristas», y que no adherirá a la firma.
María Ibañez, economista especializada en energía, explicó en comunicación con Radio Urbana que «Argentina no formó parte del grupo de países que firmaron la adhesión a compromisos que tienen que ver con estrategias de desarrollo sostenibles, la erradicación de la pobreza, la mitigación de carbono y sus emisiones. Quedarse afuera tiene implicancias en la política exterior, pero también hacia el adentro. Cuando uno adhiere, es sobre esa base que uno piensa las políticas económicas del país tanto hacia fuera como hacia adentro.
«Cuando un adhiere a estos compromisos internacionales, son manifestaciones que el país hace hacia afuera respecto a cómo coordinar sus políticas internas y sus relaciones exteriores. Esto nos hace no estar en línea con 193 países, son señales que les das la comunidad internacional» María Albañez.
En términos de la misma lógica interna del Gobierno nacional, la especialista plantea que «la no adhesión es una manera de no coincidir con las políticas ‘totalitaristas’ que se imponen desde afuera, y así tener mayor grado de libertad para pensar las políticas del país. Personalmente no tengo claro cuáles son los objetivos de desarrollo sostenible que el Gobierno interpreta como totalitaristas, y en cuáles específicamente no está alineado. Eso nos ayudaría a entender la postura de no firmar».
Ibanez concluyó que «no está claro qué motiva la decisión del Gobierno, o qué datos se toman como relevantes para no adherir. La agenda internacional marca pautas desde los países centrales, y como país en desarrollo tenemos una dependencia a los desarrollados. Se pueden pensar las estrategias desde el sur y pensar en qué cosas nos podemos comprometer y cómo hacer los caminos, pero nunca la vía es salirse de los métodos que hacen que tengamos todos un norte en común. Pensando en energía, no nos podemos comprometer a hacer la misma transición que los países del norte, porque tenemos otros problemas y otra matriz energética; pero la discusión es el cómo, no si lo hacemos o no. El problema es que ahora damos la señal de que no lo haremos, y parece un berrinche para que el mundo nos mire«.