El presidente encabezó los actos patrios en San Miguel de Tucumán sin mandatarios de la región, pero con la presencia del rey emérito de España. La «angustia» en perspectiva histórica. En su mensaje, justificó las medidas «duras» de su gestión, pidió a los ciudadanos «consumir la menor cantidad de energía posible», y criticó «las jornadas laborales reducidas».
Sin presidentes de Sudamérica y con la sola presencia del rey emérito de España, los actos del Bicentenario de la Independencia se realizaron bajo una mirada tradicional y conservadora del hecho histórico y también del país actual. Mauricio Macri relativizó la fortaleza de los protagonistas y la decisión asumida en aquel 9 de julio de 1816 cuando incorporó la supuesta “angustia” que deben haber vivido los independentistas. Luego, se sumergió en las aflicciones actuales como el tarifazo -al que defendió- y recomendó que los usuarios “consuman la menor cantidad de energía posible”. En el cierre, ratificó el rumbo económico y político de su gobierno.
Macri amaneció en Tucumán luego de haber vivido en Humahuaca, Jujuy, la vigilia de la fiesta patria. Acompañado por el mandatario tucumano Juan Manzur, recibió el saludo protocolar de los gobernadores presentes y del rey emérito Juan Carlos. El único momento en que el presidente sonrió fue cuando estrechó la mano del ex monarca. Luego, junto con los invitados, se trasladó hasta la catedral local para participar del Te Deum que condujo el arzobispo de Tucumán, Alfredo Zecca. El jefe de la iglesia local deslizó, entre alabanzas religiosas, un primer mensaje político al sostener que “hoy no es un día para ahondar en la grieta sino para recoger de nuestro pasado líneas inspiradores de vida”. El segundo momento fue cuando hizo leer el mensaje del Papa Francisco. La misiva reivindicó el concepto de la Patria Grande de San Martín y Bolívar, advirtió que «la Patria no se vende» e incluyó una referencia a la profecía de Joel que refiere al juicio a las naciones que perjudicaron y prostituyeron al pueblo de dios que bien podría compararse con el concepto de Patria. Macri escuchó mientras jugaba de manera disimulada con su bastón de mando, mientras su esposa, Juliana Awada, le acariciaba la mano izquierda.
Una vez que finalizó la ceremonia religiosa, el Presidente y buena parte de la comitiva, subió a una combi que, en contramano, lo trasladó hasta a la Casa Histórica ubicada a apenas 150 metros. Las calles fueron valladas y sólo unos pocos pudieron ver cómo ingresaba al edificio. Las pantallas gigantes permitían ver lo que sucedía en su interior, pero en la zona de la Plaza Independencia, donde se encuentra la catedral, la pantalla ya no tenía espectadores.
Macri junto a los gobernadores -faltaron Alicia Kirchner de Santa Cruz (la reemplazó su vicegobernador Pablo González) y el de San Luis, Alberto Rodríguez Saa- firmaron el acta acuerdo 200 años de la Independencia. El texto, con poco contenido político, sólo refiere a un compromiso a que este nuevo siglo sea “el del diálogo y la convivencia, el del fin de las injusticias”.
Poco después, en la puerta de la Casa Histórica, Macri desglosó un discurso muy parecido a los que hizo durante su campaña electoral. Con algunas inconsistencias históricas, como afirmar que la independencia comenzó en Tucumán sin recordar por lo menos los sucesos de mayo de 1810, el presidente interpretó los sentimientos de los hombres de 1816. Dijo que tenían temor por el acto de emancipación que protagonizaban y, mirando al monarca español, afirmó que “tenían angustia de tomar la decisión, querido rey, de separarse de España”.
A partir de allí Macri habló de “ser protagonistas de nuestro futuro”, de tener fe en nosotros mismos. Todos conceptos que reivindican lo individual por sobre lo colectivo y que aprovechó para deslizar críticas hacia los trabajadores al sostener que es preciso alejarse “de lo que pasó en los últimos tiempos, que creció el ausentismo, las licencias, las jornadas horarias reducidas”. Luego reiteró su convocatoria a la Justicia para que luche contra la corrupción y la impunidad para luego insistir con la apertura de la Argentina al mundo, una frase que se contradijo con la ausencia total de presidentes de la región. Por último, anunció que la inflación está bajando y de paso pidió que los ciudadanos “aprendan a utilizar la menor cantidad de energía posible”. Y agregó:»Hoy nuestro país está entre los que más consumen energía por habitante. No es culpa de ustedes. Fue culpa de una mala política». Y completó: «Algunas medidas fueron duras, pero no existía alternativa».
E insistió con la herencia del gobierno anterior: «Recibimos un país que estaba muy castigado por la mentira y la corrupción que nos sigue irritando todas las semanas». El ministro de Energía, Juan José Aranguren, no pudo escucharlo. No formó parte de la comitiva que viajó a Tucumán.
El desfile cívico militar fue el último acto de la fiesta. Macri estuvo hasta que terminó de pasar el último efectivo y se fue sin despedirse. A esa altura ya no estaba el rey y muchos de los gobernadores. «
«La presencia del rey es una verdadera burla»
En la plaza San Martín de la capital tucumana la música está a su máximo volumen. Un grupo de danza de la comunidad boliviana brilla con su con sus trajes coloridos. Mientras se preparan otros para cantar y bailar, la gente aplaude rodeada de globos negros. Son los elegidos para rechazar la presencia del rey emérito Juan Carlos de España, invitado especial del gobierno nacional para la fiesta del Bicentenario. Entre la gente está Delfín Gerónimo, uno de los representantes de las 15 comunidades del pueblo Diaguita que viven en los Valles Calchaquíes de Tucumán. «La presencia del rey es una burla para nosotros y expresa el pensamiento colonial de los que nos gobiernan», afirma.
–¿Cómo vive el pueblo diaguita esta fecha del Bicentenario?
–Para nosotros el acto de la liberación nace incluso antes de la gesta de mayo porque allí están nuestros héroes Túpac Amaru y Juan Chalimín, todos habían hechos resistencia en esos tres siglos previos. Por supuesto, en la guerra de la independencia los pueblos originarios participaron como héroes anónimos.
–Utilizados sólo para la faena…
–Una vez que termina la guerra nosotros ya no fuimos tomados en cuenta en la repartija. Nuestros pueblos ya no importaban y esa situación se mantuvo a lo largo de estos dos siglos y llegamos a esta fiesta. Vemos que se profundiza la negación porque en la historia desaparecemos como por arte de magia y los Estados americanos se asentaron sobre los hechos de usurpación y exterminio de la colonia y eso no cambió porque las leyes son todas de origen europeo, sus códigos también. Mire, en lo que hace a la aplicación de justicia no hay ninguna de nuestras leyes, hemos sido borrados sistemáticamente.
–La crueldad de la historia oficial…
–Se ha construido un país mirando hacia fuera con un solo tipo de argentino cuando en realidad hay una enorme y rica diversidad. Desde el Estado se ha avanzado desde la letra, pero no se hacen efectivas en la práctica y por eso llegamos al Bicentenario con esa deuda.
–¿Predomina el discurso políticamente correcto hacia ustedes y nada más?
–Así es. Aquí sucede que mientras mostramos nuestro arte y cantamos coplas existen las comunidades pero cuando queremos hablar de derechos ya somos revoltosos y nos piden el ADN porque nuestros intereses chocan con los de personas, instituciones y gobiernos.
–¿Qué le parece la presencia del rey emérito de España?
–Es una burla a nuestros pueblos, una vergüenza. El argentino que no es originario y que reivindica la independencia creo que también piensa que es una burla de nuestras propias autoridades por traer al representante del sistema colonial. Encima se amplía la cantidad de tierra que se puede enajenar en manos extranjeras. Creo que es consecuente con lo que piensa el gobierno actual y la verdad que es una vergüenza porque significa que los que conducen el país no reconocen la identidad propia del país. El pensamiento colonial sigue vigente. La presencia del rey de la corona que cometió el mayor genocidio de nuestros pueblos es consecuente con eso. «
Fuente: tiempoar.com.ar