El ex jefe de operaciones de Inteligencia se presentó ante la Justicia informando que tenía pruebas de una reunión entre el ex canciller Timerman y su par de Irán. Pero sólo citó a una revista que mencionaba reuniones del presidente de Siria.
Antonio Stiuso, el ex jefe de operaciones de la ex SIDE, tiene gran habilidad para volverse necesario en tribunales, o parecerlo. Cuando todo Comodoro Py ya sabía que el juez Claudio Bonadio citaría a indagatoria a Cristina Fernández de Kirchner y Héctor Timerman en la causa por encubrimiento y traición a la patria originada en la denuncia de Alberto Nisman, el espía se presentó en el juzgado para ofrecer una supuesta prueba de una supuesta reunión que habría dado inicio al supuesto pacto con Irán para dar impunidad a los acusados del atentado a la AMIA. Stiuso pretendía decir –como lo hicieron primero que nadie Nisman, el diario Clarín y luego el fiscal Gerardo Pollicita– que el ex canciller se reunió en Aleppo, Siria, con su par iraní Alí Akbar Salehi. Para eso entregó un escrito con la referencia a un “link” de la revista de origen sirio Syria FW Forward Magazine que se remonta a febrero de 2011. Lo insólito es que la nota alude a la visita de Timerman a Siria, y a su reunión con el presidente de ese país, Bashar Al Assad, que fue pública, y señala que ese mandatario también se reunió con el canciller de Irán, pero en ningún momento describe que estuvieron los tres juntos, ni Timerman con Salehi. Incluso, en la foto que ilustra la publicación ni siquiera está el ex funcionario argentino.
En la causa, a través de su abogado Alejandro Rúa, Timerman ya dijo que esa reunión con el canciller iraní no existió. El encuentro que sí reconoce es el que tuvo lugar con el presidente Al Assad, que fue incluso consignado por los cables diplomáticos. La referencia inicial a ese viaje de comienzos de 2011 la hizo Nisman en su denuncia contra CFK y el ex canciller. Allí se refería a esa supuesta reunión con el iraní y la señalaba como base de un acuerdo secreto para desligar a los acusados del atentado. El fiscal Pollicita, que es el continuador de la denuncia del fiscal fallecido, da ese encuentro por hecho a pesar de que no ofrece ninguna prueba de su existencia. Clarín publicó que quien había dado fe de la reunión era el embajador argentino en Siria de ese momento, Roberto Ahuad, en una declaración testimonial de este año, que el propio Ahuad desmintió de inmediato. “No puedo confirmar lo que yo no sé. Han puesto en mi boca cosas que yo no dije”, sostuvo el ex embajador.
Antonio Stiuso, el ex jefe de operaciones de la ex SIDE, tiene gran habilidad para volverse necesario en tribunales, o parecerlo. Cuando todo Comodoro Py ya sabía que el juez Claudio Bonadio citaría a indagatoria a Cristina Fernández de Kirchner y Héctor Timerman en la causa por encubrimiento y traición a la patria originada en la denuncia de Alberto Nisman, el espía se presentó en el juzgado para ofrecer una supuesta prueba de una supuesta reunión que habría dado inicio al supuesto pacto con Irán para dar impunidad a los acusados del atentado a la AMIA. Stiuso pretendía decir –como lo hicieron primero que nadie Nisman, el diario Clarín y luego el fiscal Gerardo Pollicita– que el ex canciller se reunió en Aleppo, Siria, con su par iraní Alí Akbar Salehi. Para eso entregó un escrito con la referencia a un “link” de la revista de origen sirio Syria FW Forward Magazine que se remonta a febrero de 2011. Lo insólito es que la nota alude a la visita de Timerman a Siria, y a su reunión con el presidente de ese país, Bashar Al Assad, que fue pública, y señala que ese mandatario también se reunió con el canciller de Irán, pero en ningún momento describe que estuvieron los tres juntos, ni Timerman con Salehi. Incluso, en la foto que ilustra la publicación ni siquiera está el ex funcionario argentino.
En la causa, a través de su abogado Alejandro Rúa, Timerman ya dijo que esa reunión con el canciller iraní no existió. El encuentro que sí reconoce es el que tuvo lugar con el presidente Al Assad, que fue incluso consignado por los cables diplomáticos. La referencia inicial a ese viaje de comienzos de 2011 la hizo Nisman en su denuncia contra CFK y el ex canciller. Allí se refería a esa supuesta reunión con el iraní y la señalaba como base de un acuerdo secreto para desligar a los acusados del atentado. El fiscal Pollicita, que es el continuador de la denuncia del fiscal fallecido, da ese encuentro por hecho a pesar de que no ofrece ninguna prueba de su existencia. Clarín publicó que quien había dado fe de la reunión era el embajador argentino en Siria de ese momento, Roberto Ahuad, en una declaración testimonial de este año, que el propio Ahuad desmintió de inmediato. “No puedo confirmar lo que yo no sé. Han puesto en mi boca cosas que yo no dije”, sostuvo el ex embajador.
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Stiuso fue echado de su cargo por el gobierno de Cristina Kirchner y es previsible que haga todo lo posible por enlodar a la ex presidenta y sus funcionarios. El espía fue una especie de socio permanente de Nisman en el caso AMIA, en el que en una década no lograron ningún avance sustancial y el atentado sigue impune. Por su deficiente investigación, el fiscal fue denunciado por familiares de las víctimas. Stiuso se supone que colaboraba con la pesquisa y ahora aparece como si fuera un testigo calificado y transparente cuando, por ejemplo, hasta Nisman le reclamaba un informe sobre el atentado que le prometió durante cinco años y nunca entregó. Ambos estuvieron siempre alineados con las derechas de Estados Unidos e Israel. Nisman incluso entregó una de sus primeras copias de la denuncia por encubrimiento contra CFK a la embajada estadounidense, con las escuchas incluidas, según surgía de su propia agenda. Lo que el ex jefe de operaciones de la SIDE parece no haber perdido es su ascendencia sobre un sector de la “Justicia”, en especial de los jueces federales.
Después que Nisman apareció muerto, Stiuso prestó una declaración testimonial brevísima, en la que dijo que a duras penas hablaba con el fiscal, que se habían saludado para las Fiestas pero que desde octubre de 2015 no se veían. No aportó nada y se fue del país, cuando se desató un reguero de denuncias judiciales en su contra (contrabando, enriquecimiento ilícito en incluso la omisión de investigar el caso AMIA). Estados Unidos lo cobijó hasta que, ya con el gobierno de Mauricio Macri, supo que si volvía no tendría problemas. No bien regresó declaró nueve horas en la causa sobre la muerte de Nisman, sugirió que lo habían matado, apuntó a Irán y responsabilizó al gobierno de CFK. Gracias a él, el expediente pasó al fuero federal, donde finalmente se comenzó a edificar la teoría del homicidio, que tuvo como gran aporte el peritaje de Gendarmería que desconoce todo lo hecho por peritos oficiales que decían que de asesinato no veían nada.
Si lo que presentó Stiuso ante Bonadio sobre Timerman fuera entregado por cualquier hijo de vecino, no valdría como prueba de nada. La nota de la revista Syria FW es confusa, y no afirma que Timerman y su par iraní se hayan visto. Lo que dice es que el presidente sirio “se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Ali Akbar Salehi, y con su par argentino, Héctor Timerman, ambos en Aleppo”. Incluso por esta última aclaración hasta se podría inferir que se reunió en distintos momentos. El escrito de Stiuso especifica que la nota fue publicada el 10 de febrero de 2011 “es decir poco tiempo después de ocurrido ese encuentro (24 de enero) y aún antes de que el fallecido periodista Pepe Eliaschev informara de ello en la prensa local”. La nota de Eliaschev es lo que utiliza Nisman en su denuncia. Dice que la entrega “en la medida en que esta información, de carácter público, pudiera resultar desconocida para esta fiscalía y de interés para la investigación”. Luego agrega una entrevista que le hizo Luis D’Elía en una radio al ex agregado cultural Moshen Rabbani, en abril de 2011, donde se aludía a un acuerdo argentino-iraní. D’Elía está imputado porque aparece en las escuchas de Nisman como alguien interesado en favorecer un acuerdo comercial con Irán, pero lo que parece en los diálogos es buscar rédito personal.
En definitiva, es el aporte de otra prueba sin pruebas, que incluso deja en evidencia que no hubo acuerdos secretos, a la causa iniciada por la denuncia de Nisman, cerrada en dos oportunidades por no haber delito en un memorándum que aprobó el Congreso y que ni se aplicó, y que se reabrió una vez instalado el actual Gobierno.
Fuente: pagina12.com.ar