La CGT sellará hoy su acercamiento a movimientos sociales con presencia callejera, con vistas a un eventual agravamiento de la relación con el Gobierno y en medio de advertencias de un posible inicio de medidas de fuerza. Como había adelantado este diario, el triunvirato de líderes recibirá a dirigentes del Movimiento Evita, Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) como parte de una agenda de encuentros multisectoriales más amplia, y que apunta a constituir la central obrera como faro de las expresiones opositoras.
La de hoy será una instancia bisagra para el sindicalismo tradicional: por primera vez en décadas, y de manera institucional, abrirá un sendero de entendimientos con agrupaciones que incluyen a trabajadores precarizados, informales y desocupados, con las que en general los dirigentes de la CGT rivalizaban por considerarlas de izquierda y eventualmente desestabilizadoras de sus propias organizaciones.
El encuentro encierra para ambas partes ventajas potenciales: en la central obrera admitieron que el actual escenario de ajuste económico priva a los asalariados formales de herramientas de protesta como el paro y la movilización callejera, lo que puede ser reemplazado por las agrupaciones de informales. En las organizaciones sociales, en tanto, buscan de parte de la CGT un paraguas institucional para fortalecerse ante el Gobierno y construir sus propias estructuras, entre las que se destaca una obra social y mecanismos de negociación similares a las paritarias.
La reunión comenzará a las 10.30 en la sede de la CGT con la presencia de los secretarios generales de esa organización, Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña, y miembros del Consejo Directivo. La voz cantante por las organizaciones sociales la tendrán los líderes del Movimiento Evita, Emilio Pérsico y Fernando «Chino» Navarro, de filiación política cercana al kirchnerismo.
Esos referentes fueron los arquitectos de la cumbre de hoy junto con Schmid (a quien conocían como aliado principal de Hugo Moyano desde los años 90) y con dirigentes como Gerardo Martínez (albañiles, UOCRA) y Andrés Rodríguez (estatales, UPCN, y actual adjunto de la CGT), ligados al gremialismo más tradicional e históricamente refractario a expresiones de izquierda. Según Pérsico, el acercamiento tuvo que ver con que la central obrera «entendió que hay 50% de los trabajadores que no tiene representación sindical formal (ya sea por su condición de informal o porque no se desempeña en una actividad regida por convenios colectivos) pero que existen y su presencia es insoslayable».
Un eje del encuentro es coyuntural. La CGT tiene pendiente con el Gobierno un pliego de demandas que va desde el tarifazo y la inflación hasta el Impuesto a las Ganancias, las leyes de primer empleo y de riesgos del trabajo, y un aumento de emergencia para los jubilados, y un plazo teórico hasta el 23 de septiembre, cuando llevará a cabo un Comité Central Confederal. Ayer dirigentes como Acuña volvieron a agitar la posibilidad de un paro nacional. El acercamiento a grupos sociales, así como la reunión que tendrá el miércoles que viene con la Conferencia Episcopal Argentina de la Iglesia Católica, y luego con los intendentes del conurbano, apuntan a sumarle a la organización masa crítica para presentarse ante el Ejecutivo como una amenaza en varios frentes.
El otro eje es de mediano y largo plazo y apunta a la integración de las organizaciones sociales en esquemas institucionales bajo el amparo de la CGT. Como ejemplo, Pérsico explicó que la obra social creada por el CTEP cuenta con unos 40 mil afiliados sobre un total de 900 mil monotributistas sociales que, en su mayoría, se atienden en las organizaciones de salud de los gremios tradicionales. En la misma línea, los movimientos aspiran a encontrar una vía de diálogo institucional más firme con el Gobierno para la negociación de subsidios y eventuales medidas para el sector informal.
Fuente: ambito.com