La gobernación de Jujuy le quitó a la organización liderada por Milagro Sala la administración de los institutos de educación primaria, secundaria y terciaria. Hasta ahora allí se formaban 5 mil alumnos, en una propuesta basada en la realidad y las necesidades sociales de la región.
«Queremos un colegio para nuestros hijos, gratuito y que los entienda.” Así nació uno de los cuatro establecimientos educativos de la Tupac Amaru en Jujuy. Era 2006, para entonces se habían consolidado un secundario acelerado y el Instituto Superior Tupac Amaru para que quienes terminaban el secundario tuvieran acceso a estudios terciarios. En aquel momento, los delegados de las asambleas pidieron un secundario común de cinco años para los adolescentes de los barrios. Entre 2003 y 2016, la matrícula de las escuelas de la organización liderada por Milagro Sala pasó de 150 a más de cinco mil alumnos. En la secundaria, además de las materias de la currícula oficial, estudiaban historia del movimiento obrero, de los pueblos originarios y una materia llamada Autoestima, que terminó atravesando a varias materias.
Sobre esta experiencia de la Tupac avanzó ahora el gobierno de Gerardo Morales. El Ministerio de Educación provincial notificó a las autoridades de las escuelas que pasan a la órbita del Estado. La justificación técnica es que la organización tiene suspendida la personería jurídica, pero, como saben que eso no es así porque la medida está apelada en la Justicia, agregaron que también es porque la Justicia se demora demasiado en definir esa suspensión. PáginaI12 dio cuenta de esta decisión el 7 de marzo, antes de la notificación oficial. Mientras busca cómo frenar esta nueva embestida de un plan sistemático de destrucción, la Tupac presentó un recurso en Educación para revocar el traspaso “en razón de los notorios e insubsanables vicios que tal decisorio exhibe, así como las violaciones a normas constitucionales, así como los graves perjuicios para la comunidad educativa”. El gobierno de Morales corrió a poner policías en las puertas de las cuatro escuelas para garantizar el acceso de sus supervisores.
El ex ministro Daniel Filmus, autor de la Ley de Educación Nacional que dio marco a este tipo de escuelas de “gestión social”, señala que la avanzada es una enajenación a la conducción de las escuelas, un tipo de establecimientos al que hasta la existencia de esa ley sólo tenían acceso las clases medias. ¿De dónde sale esta experiencia de la Tupac? “De Brasil –explica Filmus–, porque cuando no había escuelas en las favelas, la Teología de la Liberación hizo sus propias escuelas. No tenían financiamiento estatal. Después vino el Estado y les puso electricidad y una heladera. A partir de allí, las comunidades entraron en una crisis. Entendían que el Estado no tenía que pagarles a los docentes pero llegó un momento en que nadie quería ser docente ahí, porque no pagaban bien. Así aceptaron que el Estado se hiciera cargo de los docentes. Hubo un debate enorme, porque el movimiento perdía la conducción.” En cambio, en Argentina se garantizó mediante la ley “la conducción comunitaria de un escuela con financiamiento público. Y lo pudimos hacer –agrega– porque ya teníamos el mecanismo para pensar este tipo de intervención: la educación religiosa.”
La avanzada de la gobernación sobre las escuelas de la Túpac puede parecer inocua porque garantiza los cargos docentes y no docentes y las matrículas de alumnos. Pero también cambiará la conducción. Así, más que garantizar un derecho, le saca a la institución su corazón.
Entre 2003 y 2015, la matrícula de las escuelas de la Tupac pasó de 123 alumnos a más de cinco mil. En ese período se construyó el secundario acelerado Germán Abdala, luego el Terciario de la Tupac Amaru, más tarde el secundario común Olga Márquez de Arédez y la escuela primaria con nivel inicial en el barrio Alto Comedero Bartolina Sisa. Cada una de esas instituciones nació a pedido de la gente reunida en asambleas.
“El secundario acelerado nació como una necesidad y consecuencia del trabajo de las cooperativas en la construcción de viviendas”, explica Juan Manuel Esquivel, diputado de la Tupac y ex director del terciario. “Había una gran cantidad de jóvenes sin terminar el secundario y uno de los primeros objetivos era que esa franja pudiera tener herramientas para terminar la escuela sin dejar de trabajar.” La Tupac le propuso a Educación una currícula de nivel medio más la formación ocupacional, con materias como diseño e implementación de proyectos productivos y sociales, todo basado en la matriz conceptual de la economía social. Los asesoró Inés Arancibia, del equipo de José Luis Coraggio, un economista de la Universidad Nacional de General Sarmiento con larga trayectoria de investigación y docencia. Al plan curricular le agregaron historia del movimiento obrero, cultura originaria y autoestima, un eje que con el transcurso de los años atravesó el resto de las áreas.
“Los estudiantes eran jóvenes de sectores populares de alto grado de vulnerabilidad social y excluidos del ámbito de educación. En ese sentido, también ofrecimos herramientas que hicieran atractivo el ingreso, la permanencia y el egreso, como trato humano, recuperación de la autoestima, preparación para el mundo del trabajo. Educación y conciencia social, en definitiva”, dice Esquivel. En 2010 se creó el Instituto Superior Tupac Amaru ante la gran cantidad de egresados que pedía una oferta educativa superior bajo la misma administración.
El Instituto Superior ofrecía carreras técnicas de tres años, como agente sanitario, turismo, diseño, producción de indumentaria, economía social y enfermería. Hasta ahora se matriculaban unos mil alumnos por año con un grado de retención del 60 por ciento y con cien titulados al año. En 2006 se creó el secundario Olga Márquez de Arédez, una de las primeras mujeres de Jujuy que llevó adelante las rondas de las Madres de Plaza de Mayo. El secundario nació también por una exigencia: “La asamblea de delegados pidió esta escuela: ‘queremos un colegio para nuestros hijos adolescentes, gratuito y que los entienda’. Ese fue el pedido por el cual nació el bachillerato común de cinco años. Y casi con las mismas bases en 2008 comenzaron las tareas de la escuela primaria Bartolina Sisa, que se instaló en el barrio de la Túpac, donde era una necesidad natural demandada por las cuatro mil familias nuevas que se establecieron allí y en los alrededores”.
Fuente: pagina12.com.ar