Milagro Sala recibió a los comisionados con mucha ansiedad. Comenzó la entrevista de pie. No pudo sentarse en las sillas escolares que repartió en el breve espacio de su celda, una habitación con cama, en cuya cabecera cuelga el rosario bendecido que le envió el Papa Francisco. Lo primero que le dijo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) fue que milita desde los 14 años, que militó toda su vida, incluso ahora en la prisión. «Yo quería relatarles a ellos que no soy una dirigente improvisada, que no he heredado un cargo de dirigente sino que vengo desde abajo. Desde los 14 años milité en el peronismo, luego en el sindicato ATE, después en las organizaciones sociales, cuando en la década del noventa empieza la desnutrición infantil, la deserción escolar, la desocupación», explicó la líder de la Tupac Amaru a Tiempo Argentino.
La entrevista que la diputada del Parlasur mantuvo en el Alto Comedero con el presidente de la CIDH, Francisco Eguiguren, la vicepresidenta, Esmeralda Arosemena de Troitiño, y el encargado de las medidas cautelares, Jorge Meza, fue un hecho político histórico. Milagro es la primera presa política visitada en una cárcel por una delegación de la Comisión después de las inspecciones realizadas por el organismo hace 38 años, en plena dictadura cívico-militar.
Pese al rigor del protocolo y la confidencialidad de la visita, Arosemena de Troitiño trazó con una frase el carácter político de la detención. «Podemos recoger de esta entrevista la situación de mucha presión que tiene Milagro Sala, una mujer que tiene todas las características de una líder. Porque así también lo he percibido en el día de hoy, una fortaleza en ese sentido de lo que ella ha hecho», dijo la panameña.
La fugaz conferencia de prensa se realizó en la calle, contra el alambrado perimetral de la prisión. Los comisionados de la CIDH adelantaron que en las sesiones extraordinarias de julio, que el organismo de la OEA realizará en Lima, Perú, estarían en condiciones de resolver la solicitud de la medida cautelar realizada por el CELS, Amnistía y Andhes, en favor de Sala.
Milagro habló del hostigamiento judicial y del que vive en la prisión. Relató los traslados a juzgados y fiscalías sobrecargados de parafernalia policial y relató la destrucción de la Tupac. «La entrevista con la Comisión fue buena, pero hubo cosas de las que no quise hablar porque me agarra miedo. Ellos se van y yo me quedo acá adentro. Mi temor es que se tomen represalias», explicó Milagro tras la visita.
«Les hablé de las torturas pero no tan en profundo como cuando vino la ONU. Porque después de esa vez se hizo público y acá adentro comenzaron los aprietes. Me hicieron más sumarios», detalló. Y apuntó que esa fue una de sus principales preocupaciones: «Quiero que me dejen leer todos los sumarios porque no puede ser que casi todos los días me hagan uno nuevo por cualquier estupidez.»
Milagro remarcó a Tiempo que Eguiguren y Troitiño dijeron que el gobernador Gerardo Morales les dijo que tenía 60 causas en su contra. Que les mostró el video en el que integrantes de una cooperativa retiran dinero de un Banco Nación, algo que no está incorporado en la causa.
La entrevista de la CIDH con Sala duró casi tres horas . Al final, en el pasillo de ingreso al pabellón, la dirigente se tomó un momento para presentar a los comisionados al resto de las presas políticas.
Como ocurrió el 11 de mayo con el arribo del Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU, la visita de la CIDH no pasó desapercibida. Eso no evitó la absoluta carencia de pudor en la gobernación. Antes de ir a la cárcel, Eguiguren y Troitiño se reunieron con Morales. Mientras la entrevista transcurría, el «Cochinillo» René Arellano observaba a unos pasos de esa oficina al grupo de periodistas y las autodenominadas víctimas de Milagro, que esperaban la salida de los miembros del organismo internacional.
Cochinilo es el testigo que declaró en contra de Milagro y que sirvió para que el Tribunal Oral Federal de Jujuy la condenara el 28 de diciembre por una protesta en la que no participó ni ella ni la Tupac. En ese juicio, la defensa demostró que mentía y que era empleado del oficialismo jujeño. La sentencia ahora está en revisión en la Cámara de Casación Penal, y Cochinilo acusado por falso testimonio. Pero el viernes estuvo ahí, a unos pasos, junto a la oficina del secretario general de la Gobernación, Fredy Morales, hermano del gobernador, sin ruborizarse. Huyó cuando advirtió que lo fotografiaban. «
Fuente: tiempoar.com.ar