La Universidad Salesiana de nuestra ciudad, a través de su Facultad de Ciencias Sociales, llevará adelante durante las próximas horas diferentes actividades que tienen que ver con la reflexión y el análisis relacionado a la comunicación política. El primero de ellos será una clase abierta protagonizada hoy por Julieta Waisgold abogada, periodista y analista política; mientras que el del día de mañana será un conversatorio que también contará con su presencia, además del senador provincial Marcelo Feliú y el ex intendente Jaime Linares.
En comunicación con Radio Urbana, Waisgold aseguró que «transitamos una transformación en la comunicación política, que existe hace 60 años como disciplina. En nuestro país se empezó a hablar de comunicación política desde la llegada de Juntos por el Cambio hace 15 años. En estos años ha ido cambiando de la mano de las nuevas formas de comunicar que trae la derecha radical (o derecha populista)».
«La comunicación política también fue cambiando de formatos ya desde la aparición de la televisión, donde en un principio lo que predominaba era generar emociones, acción-reacción y estímulos» Julieta Waisgold.
En ese sentido, destacó que «la comunicación de esta derecha populista se ha basado en la construcción de identidad muy sólida y cerrada, lo que afecta en qué buscan las nuevas formas de comunicación. No solo emociones positivas, sino afectar de cualquier manera. Si uno va a los populismos del siglo pasado, ve una dinámica de afectividad política. Además, las redes sociales imprimen modificaciones en cómo nos vinculamos; a través de la imagen, una afectividad narcisista. La palabra es una forma de imagen que también nos limita».
En cuanto a la relación con las redes sociales, Waisgold detalló que «nos llevan a un individualismo más exacerbado, por lo que tanto los partidos de masas como la participación masiva han cambiado, cómo participa la gente de forma cotidiana en la vida política. Por eso tenemos modos de relacionarnos con la política diferente a los del siglo pasado. Uno puede tener claro con quién antagoniza, pero no se sabe quién es el ‘nosotros’, es más difuso. Es una identidad política construida a través de la lógica de quién es el enemigo, algo muy cerrado y absoluto. El otro se vuelve un enemigo a quien destruir, sin definirnos a nosotros mismos».