El Gobierno está dispuesto a negociar cambios en la estructura básica del Impuesto a las Ganancias -incluyendo una suba del mínimo no imponible-, con mejoras en las escalas el tributo. Sin embargo, la voluntad negociadora será mantenida desde una actitud conservadora: sólo se modificará una pérdida de recaudación equivalente con los ingresos extras que generará el único incremento de recursos que incluye el dictamen oficial aprobado el jueves pasado y que esta semana se discutirá en Diputados para intentar lograr la media sanción. Se trata del impuesto al juego en sus dos versiones, la compra de fichas y el uso de máquinas electrónicas. Acá aparece un nuevo problema: para el oficialismo, lo que calcula el Gobierno que ingresará por este tributo es mucho menos que lo que estima el proyecto original de Sergio Massa. Concretamente, el Frente Renovador prevé que por esta vía podrían recaudarse anualmente unos $2.700 millones, mientras que para el oficialismo los ingresos no serían superiores a los $336 millones. A simple vista, demasiada diferencia para ponerse fácilmente de acuerdo.
Los datos oficiales sobre la recaudación del «impuesto a las máquinas de juego» fueron calculados durante el fin de semana anterior por el propio equipo de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) que dirige Alberto Abad. Según los números generales de esta medición, el proyecto del massismo provocaba una pérdida de ingresos de $100.659 millones, con unos ingresos de $16.530 millones. El Frente Renovador niega estos números, y confirma que los datos serían de pérdida de recaudación de $81.354 millones, y de ingresos por unos $ 37..900 millones. Ambas propuestas porfiaron el miércoles en la Comisión de Presupuesto de Hacienda sobre la veracidad de los dos cálculos, hasta que el jueves se diseñó un dictamen del oficialismo donde se llegó a acuerdos básicos sobre los cambios en el Monotributo, las deducciones por alquileres y viáticos y sobre la aplicación de un impuesto al juego. No mucho más.
Sobre este último punto es donde trabajó en conjunto el Gabinete Económico: si hay que negociar cambios a la propuesta oficial, que se haga sobre los únicos ingresos que estipula el dictamen. Esto es, el tributo a las tragamonedas y la venta de fichas en casinos. En definitiva, afirman desde el oficialismo, la propuesta que en su momento defendió el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, no incluía nuevos impuestos de ningún tipo, con lo que la aparición del tributo al juego serviría de caja de resonancia de las negociaciones.
El problema será entonces ponerse de acuerdo en los números finales que se obtendrían por el impuesto, a partir de la diferencia entre ambos cálculos, la que llegaría a los $2.364 millones. Eventualmente los números oficiales podrían estirarse a los $ 500 millones (dado que no se tuvo en cuenta también los ingresos a la venta de fichas); lo que igualmente determinaría que las mejoras podrían ser sólo simbólicas. Salvo que en el acuerdo final el gobierno acepte incorporar otro impuesto al proyecto final. En el listado, el que más aportes generaría sería el tributo al dólar futuro, que según el massismo aportaría unos $ 11.000 millones; mientras que para el gobierno serían unos $5.680 millones.
Fuente: ambito.com.ar