Existen estudios oficiales y privados que prueban que una suba del dólar se traslada en aumentos de precios al consumidor, en especial en alimentos. El Banco Central igual sigue postulando que no hay relación entre el precio del dólar y la inflación.
Un documento elaborado a finales de 2015 por la Secretaría de Comercio durante la gestión del economista Augusto Costa advertía sobre el impacto inflacionario de una escalada en la cotización del dólar. En la industria de línea blanca la incidencia de los insumos importados sobre la estructura de costos es del 60 por ciento, en el caso de los fabricantes de motos la participación de piezas provenientes del exterior trepa al 65 por ciento de sus costos, las terminales automotrices requieren de un 50 por ciento en promedio de partes del exterior y la elaboración de pinturas carga con un 55 por ciento de componentes con precios dolarizados. El traslado a precios de un salto cambiario no es lineal ni automático pero, como revela la experiencia histórica, las devaluaciones son acompañadas por aumentos de precios. Una dinámica similar se observa en el rubro alimentos.
Las empresas petroleras acordaron con el Ministerio de Energía realizar una revisión trimestral en el precio de los combustibles. El cálculo contempla la cotización internacional del crudo, el valor de los biocombustibles y el tipo de cambio. En el aumento del 7 por ciento en el precio de las naftas y 5,9 por ciento para el gasoil que comenzó a regir el sábado el valor del dólar fue la variable más relevante.
“El traslado a precios de la suba del dólar de las últimas semanas fue prácticamente cero”, aseguraba en diciembre de 2015 el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. Después de validar el salto cambiario los aumentos de precios que habían anticipado la devaluación anunciada por el gobierno se aceleraron. Desde la perspectiva del funcionario la evolución del tipo de cambio, un valor determinado por el libre juego entre la oferta y demanda, no incide sobre la evolución de los precios internos. La batalla contra la inflación se libra a través de la política monetaria. La atávica visión de Sturzenegger no sólo contrasta con el tímido accionar desplegado el año pasado por algunos funcionarios que intentaron negociaciones con las empresas para minimizar el traslado a precios del aumento en sus costos importados por el alza del dólar sino que choca con la evidencia histórica de las devaluaciones en Argentina. Pero la estrategia del banquero central para disciplinar los precios se impuso y contó con la colaboración de un profundo proceso de apertura comercial.
“El Gobierno no debería ignorar nuevamente que las expectativas devaluatorias inciden sobre los niveles de inflación. La persistencia de las condiciones de incertidumbre que genera la estrategia del Banco Central, lejos de domesticar, puede exacerbar las tensiones inflacionarias. La realidad, reciente y pasada, ratifica una y otra vez que el tipo de cambio no es un precio más en la economía argentina. Tampoco se aplican en estas latitudes las bondades de un tipo de cambio flexible que promueve el manual convencional de economía. Dada la naturaleza de país productor y exportador de alimentos y el elevado coeficiente de importaciones que predomina en muchas cadenas productivas, la cotización del dólar es una de las variables explicativas más relevantes del fenómeno inflacionario en nuestro país”, explica el último informe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo Económico (FIDE) que encabeza la economista Mercedes Marcó del Pont.
El Panorama Económico del sábado último publicado en este diario, escrito por David Cufré, informó sobre el alza en el precio de dos de los conservantes más extendidos en la industria que son utilizados para la elaboración de pastas, galletitas, panes, dulces, mermeladas, jaleas, gelatinas, budines, rellenos, condimentos, salsas, bebidas y quesos, entre otros. El propianato de sodio cuesta 4,40 dólares el kilo y el sorvato de potasio, 6,24. A principios de mayo, los proveedores de esos insumos expresaban el valor en pesos de las facturas a 15,20 por dólar. Esta semana llegaron boletas a 16,65. Es un aumento del 9,5 por ciento. Lo mismo ocurre con colorantes, endulzantes, pastinas y demás componentes básicos del sector que se emplean en prácticamente todas las líneas de consumo masivo (panificados, productos cárnicos, embutidos, bebidas, lácteos).
Fuente: pagina12.com.ar