El guionista de Peter Capusotto y sus videos juntó 43 relatos cortos en un volumen cuyo título no entra en este espacio, con “historias un poco absurdas, un poco fantásticas, un poco surrealistas que tocan el fútbol o que nacen ahí”.
Una historia del fútbol en 43 cuentos, 18 testimonios, 99 personajes inciertos, 12 circunstancias discutibles, 5 episodios inverosímiles jamás contados, 4 heridos, 2 de muzzarella, 3 de fainá, 6 cortados mitad y mitad, 1 almendrado y coso. No se trata de una enumeración sin sentido de un redactor bajo los efectos alucinógenos de un cierre imposible. Tampoco de un error de edición. Todo ese rejunte de hechos, comidas y bebidas conforman uno de los títulos de libros más largos de la historia. Detrás de esa excentricidad imposible de recordar no podía estar otro que Pedro Saborido, el guionista que alimentó a grandes humoristas argentinos como Tato Bores y Diego Capusotto. La usina creativa de Magazine For Fai, Delicatessen, Todo x 2 pesos y Peter Capusotto y sus videos acaba de publicar el libro del título infinito (Ed. PLaneta), en el que posa su irónica, grotesca y delirante mirada sobre el mundo del fútbol, en una serie de escritos que le son fieles al estilo humorístico que Saborido supo desarrollar a través de los años.
La idea de publicar un libro sobre todo lo que rodea al fútbol, enfocándose en la periferia más que en el juego en sí, tiene poco de épico. “No tuvo un nacimiento muy romántico”, reconoce Saborido, con esa simplicidad tan suya. “Mariano Hamilton me llamo hace unos años para que escribiera unos cuentos en la revista Un caño. Eran de fútbol, obvio. Así arrancó. No era la idea de un libro. Luego Planeta y Un caño se pusieron a hacer una colección especial, y entre esos libros, propusieron uno mío. Así que no me quedó otra que sentarme a escribir un montón de cuentos de fútbol más. Solo fue una posibilidad”, admite el humorista y guionista a PáginaI12.
A lo largo de 43 cuentos, en los que aparecen nombres de equipos, jugadores y personajes de incomprobable existencia, Una historia del fútbol… propone un viaje al universo menos iluminado del deporte que más millones y pasiones moviliza entre los argentinos. Los secretos de un control de ingreso a los estadios que a través del arte de palpar a los simpatizantes es capaz de conocer las dolencias sentimentales del palpado, o incluso las historias que se esconden en sus mensajes de whatsapp del teléfono móvil que guarda en uno de sus bolsillos, es apenas una de las tantas historias que provocan la carcajada de un lector que no necesariamente debe tener conocimiento futbolero. Cuentos perdidos, relatos delirantes, anécdotas disparatadas: de todo eso se vale Una historia del fútbol…, un libro sobre fútbol que poco tiene de la tradición literaria costumbrista sobre el fútbol.
El mismo Saborido reconoce que de fútbol no sabe nada. “Mi relación con el fútbol es la que se ve en el libro. Nunca fui muy futbolero ni sé un pomo de estrategia ni doble 5 ni catenaccio. Tardé muchos años en poder ver un offside. Pero soy hincha de Racing, quiero que gane. No me importa cómo. Miro las tablas, sé como van Racing, Argentinos Juniors y El Porvenir. Esas son mis preocupaciones. Soy un hicha estadístico-sentimental”, se autodefine, no sin ironía.
–¿Qué se propuso contar en el libro? ¿Qué no quería que fuera y qué deseaba que provocase?
–Lo que puedo compartir no es lo que sé de fútbol ni lo que veo con ojos de un tipo que sabe, porque no tengo esa aptitud. El libro es un poco lo que veo yo del fútbol. Es más lo que hay alrededor. Ya de chico en la cancha me colgaba mas con el tipo que atendía el puesto de panchos con la espalda contra el alambrado y pensaba que ese tipo estaba en todos los partidos, pero sin poder verlos, siempre de espaldas. De eso se trata el libro. Historias un poco absurdas, un poco fantásticas, un poco surrealistas que tocan el fútbol o que nacen ahí. Un poco como “qué pasaría si…” aplicado a cualquier situación. Si una hinchada le grita a la otra “no existís”, la hinchada que escucha eso, se pone a debatir filosóficamente la idea de que puede realmente no existir, y se arma un debate acerca de la posibilidad de que la existencia sea solo una ilusión. Algunos cuentos son mas grotescos, otros mas tranquilos. Pero de eso se trata el libro.
–¿Se puede cambiar de equipo de fútbol? En todo caso, ¿qué opinión le merecen aquellas personas que sí lo hicieron?
–Es raro que alguien cambie de equipo de futbol. Creo que conozco a una persona, de lejos, que lo hizo. O que se hizo de otro club de grande. Por supuesto, no es condenable, pero si es raro. La mayoría hemos acepatado esa decisión que hemos tomado alguna vez. O que nos han impuesto. Es fatal. Y supongo que ante una mala racha de un club, muchos coquetean con esa idea: hacerse hincha de un club mas ganador, o por lo menos, más digno. Lanús siempre es una buena opción.
–Usted está acostumbrado, desde hace años, a escribir guiones para televisión o radio con Peter…. Todos proyectos con apoyo audiovisual, que uno puede comprobar si funcionan en la misma grabación. ¿Cómo es hacer humor únicamente desde la escritura, sin lo visual?
–Por supuesto que sin Capusotto es mas difícil. No solo porque esta él adelante, sino porque hacemos las ideas juntos, se van modelando con el otro. Ya tenés una pequeña certeza de que algo esta más o menos bien. Diego, o cualquier otro actor tan bueno como él, siempre van a sumar, corregir, potenciar, y muchísimas veces salvar un guión. Entonces, la soledad de no contar con el actor, el vestuario, la acción y hasta el espíritu del equipo del programa te deja un poco desguarnecido. Así que apelo a todo lo que pueda realmente aportar para que lo que escribo pretenda divertir. No sabría decir qué se modifica, porque además está la falta de experiencia de aquello que está bien, o que funciona, y lo que no. Pero igual me permito mi viaje personal, algo que muchas veces me divierte solo a mí, y después veo si al que lee le pasa lo mismo. Hasta ahora me pasa algo parecido al programa, cuando consulto con los que lo leyeron: cada uno elige distintos cuentos como los que más les gustaron, o por lo menos recordaron. Así que si cada uno encuentra algo, no me doy por satisfecho, pero al menos quiere decir que el intento algo digno tiene.
–¿Cómo piensa los golpes de efecto para causar la risa del lector? ¿Ironía, absurdo, situaciones delirantes impensadas?
–No sé si logro algo de eso en forma planificada. Generalmente funcionan algunas cosas que pongo al pasar y las que me interesan a mí por ahí pasan inadvertidas. Así que soy de tirar más con escopeta que con fusil. Escribo y voy poniendo de todo, y si me gusta, lo dejo. Entonces aparecen cosas de distinto estilo. Algo grosero a veces, más irónica otra, me meto un poco con algo sobrenatural o de ciencia ficción, o algo de parodia. Como si me fuera divirtiendo con distintas formas, hasta que empiezo a aburrirme de lo que escribo y empiezo a cerrar la idea. Por eso son cuentos cortos, porque empiezo a aburrirme de la trama, del estilo o del personaje, entonces busco terminarlos. Obviamente, leo una semana después lo que escribí y el setenta por ciento me parece una basura. Pero resulta que un día hay que entregar y ahí se termina todo.
–El trabajo de escritura es bastante solitario. ¿Cómo se da cuenta que un texto es publicable? ¿Los dio a leer o fue pura intuición?
–Los doy a leer a distintas personas. En este, Hamilton, Fabian Mauri, Nacho Iraola y Rodolfo Gonzalez Arzac fueron viendo y sugiriendo cosas como editores. Alejandro Wall, periodista e hincha de Racing, también me leyó algunas cosas, y le di bola a sus sugerencias. Soy muy inseguro. Ir consultando es algo que hago siempre, haga lo que haga.
–La literatura futbolera tiene a grandes referentes como Roberto Fontanarrosa, Osvaldo Soriano, Juan Sasturain, Eduardo Sacheri, entre otros. Todos ellos siempre fueron vistos despectivamente por la “alta cultura”, pese a que su obra cuenta desde el humor y el fútbol aspectos relevantes de la condición humana y social. ¿Cree que “lo popular” sigue siendo denostado?
–Si algo es denostado por la “alta cultura”, como decís vos, es algo que en principio pueden decidir ellos. Después uno se entera de que es denostado y se hace problema o no. No creo que haya que andar fijándose en qué dice la “alta cultura”. Salvo, obvio, que ese sea tu objetivo. Y cada tanto ocurre que algo “denostado” es valorizado por una oleada de no sé qué. A veces es azaroso. Así que no me preocupa. También me parece exagerado que el fútbol sea un espejo implacable de un ser humano o de la sociedad. A veces hay cosas que se conectan y a veces no.
–¿Cómo se define, humorista o guionista? El de humorista siempre fue un oficio considerado “menor” en la Argentina…
–Todo lo relativo al humor es siempre considerado menor, hasta que llega a alturas como las de Chaplin. Yo prefiero decir que soy guionista. No por despreciar el titulo de humorista, pero creo que este es más específico. “Humorista” ya anuncia que va a hacer reír y prefiero no andar prometiendo risas.
–¿Cómo analiza este momento político y social de la Argentina? ¿Qué piensa del gobierno de Macri?
–Ha superado mis expectativas.
–¿Le preocupan el presente y el futuro?
–Lamentablemente, me preocupan. Siempre. A veces menos y últimamente más. Por los seres humanos en general, y por mi familia y mis amigos en particular. Y la verdad es que lamentablemente me siento más comodo cuando estoy preocupado y ocupado que cuando estoy tranquilo. No sé por qué, pero es así. En todo caso, lo mejor que puedo lograr es estar fríamente y calmadamente preocupado y ocupado. La realidad me provoca eso.
–¿Considera que para que el humor político funcione debe ser siempre crítico del gobierno?
–El humor político no tiene que estar en contra de un gobierno sino en contra de una ideología. Y lo disfruta aquel que está también en contra de esa ideología. En todo caso, tiene que estar en contra del poder; por lo menos, el que prefiero yo. Y no siempre los gobiernos son el poder. Pueden tener un cacho de poder. Pero básicamente habrá quien se ría con Rudy y Daniel Paz, y quien se ría con Nik. Tampoco confiaría en alguien que toma automáticamente la postura de estar en contra, como condición de hacer humor político. El tipo que hace humor también puede apoyar más a este que a aquel, salvo que de verdad sea un cínico o un nihilista absoluto. El nihilismo y el cinismo tienen bunea chapa. Pero también se puede ser frívolamente nihilista o superficialmente cínico. Hay mucha gente estúpida así. Y gracias a la coartada del cinismo y el nihilismo no se da cuenta de su estupidez.
–Usted se considera peronista. ¿Cómo ve el peronismo hoy en día y cómo su reconstrucción?
–Yo soy una de las miles de variables de ser peronista. Y como tal, prefiero ciertos peronismos a otros peronismos. Así que ahora se dirime que octanajes de los distintos peronismos tiene el próximo. ¿Estará más cerca del peronismo de los 90 o el de los últimos años? Ya se verá. Esa es la pelea que siempre se va a dar en el peronismo. El peronismo es una especie de identidad dinámica en discusión. No dudo de que el peronismo va a volver al poder. Lo siento por los que piensan que no es así. Pero hay que ver cuál de todos vuelve. Pero va a volver, porque cuando gobiernan los liberales, el peronismo es inexorable.
Fuente: pagina12.com.ar