Por segunda vez consecutiva, el tradicional informe del INDEC en cuanto al empleo en nuestra ciudad marcó una particularidad: en Bahía Blanca disminuyeron simultáneamente tanto la tasa de desocupación -hoy ubicada en un piso del 4,4%- como la de empleo, con una tendencia a la baja que ya supera el año y medio.
Gustavo Burachik, doctor en Economía de la Universidad Nacional del Sur, explicó que «son dos fenómenos que parecen incongruentes al mismo tiempo, porque cuando baja el desempleo uno piensa que es porque esa gente consiguió trabajo, pero en la encuesta de hogares se analiza una tercera posición: la inactividad. Una persona inactiva no está buscando trabajo estando en edad de hacerlo. Como no lo ha buscado, no reúne las condiciones para ser considerado un desempleado, sino que aparece como inactivo. Hoy vemos que muchas personas que pierden su trabajo no vuelven a buscar inmediatamente, o personas desocupadas que buscaron por mucho tiempo decidieron dejar de hacerlo».
«En Bahía Blanca el panorama laboral se muestra incierto y poco propicio para encontrar un buen trabajo. La falta de oportunidades atractivas para los trabajadores genera que estos no busquen, generando menos empleados y desempleados. Los desocupados se cansan de buscar y aparecen como inactivos, pero verdaderamente están desalentados» Gustavo Burachik.
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En el 4° trimestre de 2024, las tasas de actividad y empleo en 31 aglomerados urbanos se ubicaron en 48,8% y 45,7%, respectivamente. Y la tasa de desocupación, que se calcula sobre la población económicamente activa, fue del 6,4% https://t.co/3NxEdNR9rW pic.twitter.com/ZCnJRuGV0r— INDEC Argentina (@INDECArgentina) March 20, 2025
¿De qué manera se compone este grupo de bahienses inactivos? «Me imagino que deben haber situaciones puntales, pero en líneas generales pensamos en una persona que tenía un trabajo más o menos fijo y lo perdió, por lo que pasó a hacer actividades circunstanciales o changas, y cuando el encuestador le pregunta dice que perdió el trabajo fijo, sin que eso signifique que esa persona ya no trabaje. Por supuesto que todos los que perdieron el empleo no pueden simplemente no trabajar, sino que seguramente se mantienen con actividades circunstanciales sumado a ayuda de sus familias. A esto es relevante sumar que hay estudios que muestran que ninguna persona, incluso quienes reciben ayuda estatal, puede vivir sin trabajar. Los planes solo cubren una parte muy pequeña de las necesidades básicas de un grupo familiar».
Finalmente, Burachik se refirió a las expectativas a futuro en el mundo del empleo local. Destacó que «hay un escenario donde el crecimiento del empleo sería muy bajo por un rebote de la economía, con una recuperación parcial de lo que se perdió el año pasado. No sería un crecimiento, sino más bien dejaría de bajar o quizás recuperar lo del año pasado. Este es el escenario optimista; el otro que parece estar en la visión de muchos actores del sector financiero tiene que ver con una corrida del dólar, una disminución de los depósitos bancarios, una cobertura cambiaria del futuro del dólar, y un consecuente aumento del riesgo país. Es un escenario de disrupción cambiaria y devaluación que muchos vinculan con el acuerdo con el FMI. En ese caso, continuaría la depresión de la economía actual o incluso se agravaría, terminando en una nueva caída del empleo».
«A mediados del año pasado, 17% de las personas ocupadas igualmente seguían buscando trabajo, ya sea por no estar conformes, por ingresos insuficientes, precariedad laboral, etc. En el segundo semestre ese dato se redujo al 11%. Muchas perdieron la esperanza de conseguir un empleo mejor y están presumiblemente afectadas por el desaliento laboral» Gustavo Burachik.