El gobierno sostiene el tarifazo para asegurar inversiones de EEUU

«Tarde o temprano se van a tener que pagar las facturas de gas.» La certeza fue disparada por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, hace dos semanas y la repitió el viernes el ministro de Energía, Juan José Aranguren, en forma de recomendación para los usuarios. Les aconsejó que cancelen «en la medida de lo posible» las facturas recibidas porque «tarde o temprano «van a tener que hacer frente a su costo». Ambos repiten el verdero pensamiento del presidente Mauricio Macri sobre la aplicación del tarifazo. El mandatario no está de acuerdo con gradualismo alguno. Al contrario, opina que la liberalización de las tarifas y el fin de los subsidios estatales a los servicios públicos como el gas, la luz y el agua son la clave para «atraer inversiones del exterior». La base del sinceramiento, admiten en el gobierno, implica que los usuarios paguen las ganancias de las empresas que se preparan para jugar en el negocio energético. «Así volverá a ser rentable», explican en la Casa Rosada. Detrás de ese principio, que el presidente ordenó defender como un fin en sí mismo, existe un poderoso lobby de empresas multinacionales, especialmente de Estados Unidos, el Reino Unido y China cuyos gobiernos observan con detenimiento la evolución del conflicto desatado por el tarifazo y la capacidad de la administración de Macri para imponerlo.

Espectadores silenciosos

En ese pelotón de intereses están las norteamericanas General Electric, So Energy, la británica APR Energy, la anglo-argentina Pan American Energy y jugadores nacionales como Genneia, cuyo directorio está integrado por el fondo Fintech y el banquero Jorge Brito. También volvió a la carga el Grupo Albanesi, un conglomerado rosarino que hace diez años se quedó con una central riocuartense que perteneció a la norteamericana ENRON. En la actualidad esa corporación opera ocho centrales térmicas en el interior del país y también interviene en el negocio gasífero. El listado tiene a otros dos destacados jugadores nacionales: la estatal YPF y el empresario Marcelo Mindlin, dueño de Edenor, Pampa Energía y flamante propietario de Petrobras. Se trata del mismo empresario que ya visitó dos veces los Estados Unidos, con el auspicio del embajador argentino en Washington, Martín Lousteau. La primera cita se concretó a principios de mayo cuando compartió plaza con 33 miembros de una comitiva integrada por los ministros Andrés Ibarra (Modernización) y Aranguren, además del gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez. Todos hablaron largamente ante la subsecretaria de Recursos Energéticos del State Department, Mary Warlick. La segunda ocurrió el 24 de junio pasado, en Nueva York, donde el dueño de Pampa se mostró junto al ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, y a Martín Marron, CEO para América Latina y Canadá de J.P. Morgan Chase & Co., ex empleadores del funcionario.

Mindlin, además de insistir con vehemencia la necesidad de aumentar las tarifas del gas y la electricidad, es uno de los pocos empresarios que se animó a anunciar su participación en el promocionado negocio de las «energías no renovables», uno de los temas más repetidos por el presidente Macri desde que trabó excelentes lazos con la diplomacia norteamericana desde que asumió. Entre los acuerdos que firmó con su par Barack Obama el 23 de marzo, el capítulo «Cambio Climático y Energía» incluye la cooperación en energía nuclear para usos pacíficos y la reforma de la matriz energética argentina para introducir las energías renovables.

Matriz con poco viento

Un breve repaso por la situación de la matriz energética argentina ofrece un espejo revelador sobre los acuerdos firmados con Washington: en la actualidad las energías renovables, eólica o solar, sólo aporta el 0,3% de la variable demanda nacional. Dentro del parque de generación el principal aporte viene del negocio de las centrales térmicas de ciclo combinado, o alimentadas a gasoil, que ponen el 50% de la generación disponible. Le siguen les centrales hidroeléctricas, que suman un 36% del total. Sólo el 8% es generado por centrales nucleares, dentro de una provisión total de 25 mil megavatios. El verano pasado Macri y Aranguren vieron que la demanda superó la capacidad instalada. «En el pico de mayor consumo faltaron 3500 megavatios que fueron importados del exterior», explicó un alto funcionario del gabinete económico, luego de reconocer que la necesidad urgente del gobierno es llegar al verano próximo con una capacidad mayor. Sin embargo, ninguna de las licitaciones que cerró el gobierno estarán listas en el corto plazo. Son más de 1500 millones de dólares de inversión para sumar 1900 megavatios que recién ingresarán paulatinamente al sistema de distribución de energía dentro de un año y medio.

En esa encerrona energética, la salida en disputa es la generación nuclear que, en los planes que maneja Energía, podría duplicarse al 14 o 16% del total. «La única propuesta que recibió el gobierno argentino para ampliar dos centrales con el fin de incorporar 2000 megavatios es del gobierno de China, que ofreció construirlas con créditos de 12.000 a 14.000 millones, pagaderos a 15 años», explicó a Tiempo una fuente del sector.

Duelo Washington – Beijing

En la Casa Rosada no descartan que Macri firme esos acuerdos, pero luego de acotar la presencia china en Argentina y abrir el desembarco de capitales norteamericanos en la generación energética. La gran interesada es General Electric que, con el auspicio de Washington, promueve una dura disputa tecnológica y política con la diplomacia oriental. «La gran batalla es si entra la tecnología nuclear china, o si el Estado argentino se abre a los negocios de corto plazo que promueve EE UU para que se emita deuda y se le compre tecnología a GE», explicó un asesor del gobierno en materia energética. En esa ecuación, el Plan de Energías Renovables (RenovAr) que impulsa Aranguren para los próximos diez años cuenta con todos los auspicios de la Casa Blanca. Fue uno de los temas que habló hace 20 días con el enviado especial del Departamento de Estado para Temas Energéticos, Amos Hochstein, que coordina una agenda de intercambio que ya suma seis meses. «La nueva administración argentina produjo un viraje en términos de confianza e interés internacional para el desarrollo de nuevas inversiones en este ámbito», celebró el funcionario durante un encuentro en la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina, donde también habló del yacimiento neuquino más famoso. «El potencial de Vaca Muerta es increíble, pero el desafío es cómo reducir costos para operar en un contexto de precios bajos del petróleo», analizó el experto que, además de los discursos sobre las bondades de las energías no renovables, deslizó el interés norteamericano en el desembarco de empresas de bandera estrellada en la generación nuclear y también en la posibilidad de colocar las hélices y turbinas eólicas que los fabricantes del norte no logran acomodar en su mercado local.

En el caso del gas, otro inversor que ya anunció sumar 1400 millones de dólares este año es PAE, cuyo paquete accionario está compuesto por una mayoría del 60% en manos de British Petroleum y un 40% de Bridas, perteneciente a Carlos y Alejandro Bulgheroni, los dos magnates que repiten desde hace seis meses la advertencia que les hizo Macri: «Olvidate de los chinos si querés hacer negocios de ahora en adelante». Consultadas por Tiempo, fuentes de la empresa recordaron que «PAE ya desembolsó 13.000 millones en los últimos diez años y aumentó la provisión de gas en un 67%».

Uno experto del sector empresario confirmó que «si se normalizan las tarifas, luego de diez años, y se diversifica la matriz energética, es una posibilidad muy interesante para países como Estados Unidos, donde ha caído abruptamente la actividad, aunque por ahora, el tema de las energías limpias está muy verde».

Supermartes

Bajo este contexto de negocios en pugna, la mayor preocupación del gobierno está puesta en la virtual interpelación que tendrá Aranguren en Diputados este martes. En la última mesa chica que encabezó el presidente, se decidió que no habrá audiencias públicas para debatir el reajuste porque Macri tiene confianza en el fallo que está a punto de emitir la Corte Suprema. Uno de los hombres que participa de esos encuentros deslizó a Tiempo que la no existencia de un plan B en lo que hace a las tarifas está relacionado a las reuniones que el presidente mantuvo con el titular de la Corte, Ricardo Lorenzetti. «Si la corrección se hubiese realizado antes del fallo de la Cámara de La Plata no tendríamos este problema porque se hubiese bajado mucho de lo que iba a facturarse originariamente», se quejó un hombre del gobierno. Ante la inminencia del fallo de la Corte, el Ejecutivo decidió que Aranguren se presente en Diputados y explique lo que nadie entiende. Antes se dieron algunas tareas para preparar el terreno y convertir esa reunión multitudinaria en un espectáculo que distraiga de lo importante. Lo primero fue dar giro a la comisión de Energía que conduce Julio De Vido a todos los proyectos que existen sobre tarifas. «Será un show», confió un hombre del oficialismo que apuesta a transformar la audiencia en una «interpelación a De Vido y sus vínculos con José López». Atacar al ex ministro y obligar al kirchnerismo salir en su defensa será, para el macrismo, la mejor forma de ocultar los efectos negativos del tarifazo. «

Fuente: tiempoar.com.ar

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