LAS ALZAS DE AGOSTO Y SEPTIEMBRE SERÍAN MENORES QUE LAS ESPERADAS
El entusiasmo se basa en que el incremento del dólar no se trasladó a los precios, con lo que no habría habido “pass through” y en que Aranguren “está controlado” y no aplicará alzas en naftas o servicios públicos hasta después de las elecciones.
El Gobierno está entusiasmado ante la marcha de la inflación. Con los datos de agosto, por ahora muy preliminares, y las proyecciones de septiembre, se habla en el «ala política» (Olivos) que puede haber una «inflación electoral». Esto es, que agosto arroje un indicador bastante menor que el 1,7% de julio y que septiembre muestre un IPC en los menores niveles del año. El optimismo que permitiría certificar ambas afirmaciones parte de dos convicciones que maneja el macrismo: no habría existido «pass through» entre julio y agosto entre el alza del dólar y los precios y Juan José Aranguren está políticamente controlado. En otras palabras, el reacomodamiento final de la divisa norteamericana a partir del 13 de junio no habría provocado estragos mayores en la inflación; y el Ministerio de Energía no aplicaría inoportunos aumentos ni de servicios públicos ni de combustibles antes de las elecciones del 22 de octubre.
El próximo IPC del INDEC que maneja Jorge Todesca se conocerá el martes 12 de septiembre, mientras que el jueves 12 de octubre será el turno del indicador de septiembre. En el primer caso, el indicador sería menor que 1,5% mientras que el segundo, espera el Gobierno, sería el menor nivel del año, cerrando por debajo incluso que el 1,2% de junio. Lo importante, electoralmente hablando, será que el macrismo piensa ir a las elecciones del 22 de octubre mostrando que el alza de los precios está controlada y con los menores índices de crecimiento posibles. Lo que no podrá evitar el oficialismo es que la proyección anualizada esté por debajo del 20% anual y que se cumpla la meta de 17% que figura en el Presupuesto nacional. Pero ya habría tiempo luego de las elecciones para dar las explicaciones correspondientes y defender luego que para 2018 se espera un 15% anual.
Si el oficialismo logra evitar este fenómeno de «pass through» (traslado del alza del dólar a precios estructurales), podrá decir que se pudo revalorizar a un ritmo acelerado el precio retrasado del dólar hasta llevarlo a un nivel de equilibrio sin que esto afecte la inflación. El dato es técnico, pero reflejaría que, al menos una vez, se pudo utilizar una corrección del tipo de cambio sin consecuencias sobre los precios, algo que habitualmente ocurre en cualquier economía ordenada pero que va a contramano con la experiencia histórica de la Argentina. Los indicadores de agosto y septiembre se ubicarían en un nivel «razonable» y «dominable» para el resto del año. Los candidatos del oficialismo llegarían a las legislativas de octubre (en definitiva, las que valen) con un dato defendible y, lo más importante, podría ser cierta la proyección en la que insiste Federico Sturzenegger sobre un alza del IPC del 1% (o incluso menos) en el último tramo del año. El tema, a diferencia de las PASO, quedaría fuera de agenda.
En el macrismo se considera este mínimo «pass through» del aumento del dólar a precios de julio como el primer aporte importante del «Círculo Rojo» al oficialismo para el proceso electoral de 2017. Dentro del, por ahora prudente, optimismo hay igualmente algunos capítulos que generan bronca y malhumor en el oficialismo. En especial por el comportamiento de dos rubros. El primero es la evolución de los precios de la construcción, que en promedio se habrían revaluado en un 5%, cumpliendo la premisa eterna de la Argentina de los últimos 35 años que indica que una suba del dólar inmediatamente es trasladada a los valores de los materiales; aunque, en su mayoría, no tengan ningún componente importado. En el oficialismo prometen concentrarse en los controles futuros a este rubro.
Lo que se logró también dentro del Gobierno es controlar políticamente las acciones, a veces independientes, del Ministerio de Energía de Aranguren. Aún se recuerda cuando el primero de julio la cartera autorizó una suba en los combustibles; decisión que, en los hechos, provocó una mayor presión en los precios que el aumento del dólar y sus efectos sobre los precios luego de conocidas las listas electorales de las PASO. El análisis que hizo el oficialismo sobre el 1,7% de julio es que tuvo mayores consecuencias en el aumento el alza de las naftas que la evolución del dólar; y que si Aranguren no hubiera aplicado el incremento, la suba del mes pasado no hubiera superado el 1,5%. No se quiere en el oficialismo que la mala experiencia se repita. Cualquier alza en los servicios públicos deberá esperar a octubre, y que se refleje en las tarifas que lleguen a los domicilios desde noviembre. «A un burócrata se le ocurrió subir las naftas un mes antes de las elecciones en lugar de esperar a la segunda quincena de agosto, a la primera semana de septiembre», se lamentaba una fuente oficial a horas de las PASO, señalando a los autores intelectuales de la medida que ahora se quiere reprimir.
Fuente: ambito.com