El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne aseguró que todas las decisiones económicas que adopta el Gobierno nacional, incluida la reforma tributaria, tiene el mismo objetivo: bajar los índices de pobreza.
«Todas las medidas son pensadas para combatir la pobreza, que es el objetivo de este Gobierno», enfatizó Dujovne en diálogo con radio Con Vos.
Según dijo el funcionario, en los últimos 15 años la Argentina «acumuló un conjunto de impuestos que no existen en ninguna parte del mundo» y los calificó de «impuestos malos» porque «no permiten a las empresas generar trabajo».
Para Dujovne, los impuestos al cheque, al trabajo y a las ganancias «no permiten a las empresas argentinas competir con las empresas de afuera». Por ese motivo, proponen reducir las cargas patronales, por ejemplo: «Pretendemos un mínimo no imponible para que no se paguen impuestos patronales».
En esa línea, recordó que durante el gobierno de Carlos Menem la reducción de aportes patronales duró solo un año y negó consecuencias negativas en esta medida. «Sería muy extraño que por bajar un impuesto caiga la demanda de trabajo», subrayó. «Todos los países con los que compite Argentina tienen impuestos al trabajo muchos más bajos», agregó.
La reforma tributaria reducirá o compensará impuestos sobre la producción y la actividad empresarial, con la que espera crear empleos y atraer inversiones, mientras se buscará mayor equidad del sistema con cambios en gravámenes, como el de transferencia de inmuebles. El gobierno calculó un costo fiscal de la reforma propuesta de 1,5 puntos del PBI en cinco años, que se suma a los 2 puntos ya resignados desde 2016.
Entre las medidas, se destaca una reducción en cuatro años, del 35% al 25% en 2021, del Impuesto a las Ganancias que no se distribuyan; se gravarán las rentas financieras a personas físicas, con una tasa del 5% a las ganancias mayores a $ 52.000 en plazo fijos; habrá una devolución anticipada de los saldos a favor del IVA para las empresas que hagan inversiones y no hayan recuperado esos montos en seis meses; se prevé que los contratos menores a $ 12.000 no paguen contribuciones patronales, y las sumas superiores, pagarán de manera proporcional al excedente; el gravamen a los débitos y créditos bancarios se podrá deducir del Impuesto a las Ganancia de manera creciente para alcanzar a su totalidad dentro de 4 años.
Entre las subas tributarias, también se planteó elevar las cargas impositivas para las bebidas azucaradas, del actual nivel de entre 4% y 8% al 17%; para los vinos y las sidras, a 10% de manera gradual; las cervezas, del 8% al 17%, y el whisky y otras bebidas blancas, del 20% al 29%. Otra de las propuestas es la eliminación del 1,5% del impuesto a la transferencia de inmuebles (ITI) e introducción de un impuesto a la ganancia de capital realizada con la venta de un segundo inmueble no destinado a casa-habitación. Y propuso la modificación del impuesto a los combustibles para que el nivel del gravamen dependa de la cantidad de dióxido de carbono que emitan las empresas.
El ministro aseveró que el país tiene que «cambiar la forma de generar empleo» y remarcó que desde 2011 a 2015 en el país hubo un «estancamiento del trabajo privado» por falta de generación, algo que esta reforma se plantea revertir.
Por último, justificó la suba de impuestos internos al vino, las bebidas azucaradas, el champagne, el whisky y la cerveza, entre otras bebidas, y evitó la comparación con gobierno anteriores. «Esto no es la década de los 90’s para nada. Elegimos ser cuidadosos y graduales en el reparo de la economía argentina. Vamos a reducir dramáticamente la pobreza en Argentina. Seremos un país exitoso en ese tema», concluyó.
Fuente: ambito.com