Dujovne, preocupado por suerte política de su “mecano fiscal”

SEGÚN SU VISIÓN, EL PAQUETE YA NO RESISTE MÁS RECORTES DE INGRESOS
Parte del “ala política” considera que si la reforma previsional sigue limitándose, deberán comenzar a reducirse los fondos prometidos a provincias.

Nicolás Dujovne está preocupado y en contacto permanente con la jefatura de Gabinete. Desde la oficina de Marcos Peña le aseguran que no habrá cambios en el proyecto de reforma previsional. Primero le garantizaban que habría tratamiento de la ley la semana próxima. Luego, que se aprobaría por un Decreto de necesidad y Urgencia (DNU). Y siempre se le confirmaba que la fórmula «70/30» (70% inflación, 30% evolución de los salarios en blanco) negociada en el Senado continúa vigente. En todo momento, sus números fiscales serían resguardados.

Igual Dujovne se mantuvo preocupado. Alguno de sus colaboradores escuchó a Elisa Carrió en el recinto, donde la diputada dijo que los jubilados «serán recompensados»; y desde el «ala económica» se sorprendieron. No sabían a esa hora de la tarde (aproximadamente las 15:30) a qué se refería Carrió con «recompensados», ni quién le había hecho la promesa a la legisladora. Lo cierto es que la posibilidad de una «compensación» no estaba en sus cálculos. Al ministro de Hacienda le ratificaban ayer que la estrategia continuará siendo la misma, y que el Gobierno volverá a la carga con la ley de reforma previsional, tal como ya había sido negociada en el Senado.

Dicho de otra manera, la estrategia fiscal que Mauricio Macri aprobó por la cual el déficit fiscal debe bajar de 4,5% de este año al 3,2% de 2018 sigue vigente. Son entre $120.000 y $130.000 millones, que deben obtenerse del gran «mecano fiscal» elaborado a partir de la combinación de reforma impositiva y previsional, las que deberían aportar unos $30.000 millones la primera y $80.000 millones la segunda. El ministro está al límite. Los cálculos originales sumaban unos $40.000 millones por la reforma impositiva y 100.000 millones de pesos por la segunda; pero que por las negociaciones que debieron hacerse con gobernadores de todas las banderas (incluso las propias) y con legisladores opositores; comenzaron recortes al «Mecano», que le hicieron perder ingresos por casi 30.000 millones. Dujovne ya descartaba que eso iba a suceder con la reforma tributaria, donde los impuestos internos al vino, gaseosas y cervezas eran una invitación a la polémica con los gobernadores. El macrismo utilizó este capítulo de la reforma impositiva para que las provincias acordaran firmar el pacto fiscal y, lo más importante, para que haya manos levantadas en el Senado y Diputados para la reforma previsional. El «mecano» original de Dujovne sólo aceptaba rebajas en los ingresos que no superaran los $10.000 millones, lo que rápidamente fue negociado con el desmantelamiento de los impuestos internos. El problema para el ministro es cuando la reforma previsional sufrió la poda del cambio de fórmula del aumento a jubilados de un 100% de medición por la inflación al 70/30, con lo que se perdieron ingresos por unos $20.000 millones más. Al «mecano» le faltaron así unos 30.000 millones. En un primer momento se pensó que ese gap se recuperaría durante 2018 con un incremento en la recaudación proveniente de la AFIP, fruto de un crecimiento mayor de la economía al 3,5% que figura en el presupuesto. La esperanza oficial es que 2018 arroje un alza de la economía del 4%, lo que aportaría aún más que esos $30.000 millones. Un dato que había comenzado a preocupar esta proyección es que los primeros análisis de los economistas privados hablan de un nivel de crecimiento igual o levemente menor al de este año, fruto de una contracción del consumo interno y del sostenimiento en los niveles actuales de la obra pública.

Toda el «ala política» coincidía anoche en que si el «mecano» final sufría más recortes, la meta del 3,2% se mantendría inalterable y los que sufrirían los recortes de los ingresos serían los gobernadores. Para Hacienda no se trata de un capricho. Para la tarde de ayer, ya se habían analizado todas las alternativas del paquete tributario, y no había más posibilidades de volver con impuestos que ya se habían negociado (a los vinos o las gaseosas), ni aplicar un alza en la presión tributaria en Renta Financiera (que ya había sufrido un incremento al sumar a la compra de Lebac por parte de los inversores extranjeros para garantizarse los votos del Bloque Justicialista de Diego Bossio). Además la idea de torcer el rumbo del acuerdo y avanzar sobre los gobernadores no cayó mal anoche entre el «ala política», para que sean las provincias las que sufran la amenaza de un mayor ajuste, si continúa el recorte de ingresos en la reforma previsional. En definitiva, se reflexionaba en que fueron los diputados que siguen a sus gobernadores los que no dieron ayer el quorum suficiente y no garantizaron el tratamiento de la ley tal como se había negociado durante la semana. Apareció allí la voz política del ministerio de Interior de Rogelio Frigerio asegurando que si se alteraba su propio «mecano» elaborado en el Pacto Fiscal, todo ese acuerdo se caería, incluyendo la garantía de los $23.000 millones que María Eugenia Vidal ya tiene contabilizados por la reparación de ingresos por el Fondo del Conurbano Bonaerense.

El déficit del 3,2% del PBI es una imposición personal de Macri al resto del Gabinete. Lo considera la base y su primer paso de su gestión poselectoral luego de la victoria de octubre pasado. Lo analiza como la primera reducción importante en el desequilibrio entre ingresos y gastos, la que se complementaría con el dato esperado de 2019, donde el déficit perforaría el 3% y debería llegar al 2% del PBI, en sintonía con las metas que le impone la OCDE a sus países miembros. Según el Presidente, el desquicio fiscal que dejó el kirchnerismo es la verdadera causa de la inflación superior al 20% anual y la falta de crecimiento genuino en el país. Logrado entonces el dominio de la variable fiscal, todo lo demás vendría por añadidura. Por lo demás, entiende Macri un crecimiento anual de entre 3% y 4% del PBI sostenido en el tiempo (o por lo menos durante los seis años que le quedarían por gobernar, reelección incluida), con una inflación de menos del 10%. El resto sería administrar la situación y pensar las estrategias de producción para el largo plazo.

Fuente: pagina12.com.ar

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