Este domingo se cumplen dos años desde la asunción de Mauricio Macri a la presidencia y el inicio de la administración de Cambiemos. En este período, el bolsillo de la clase trabajadora ha sido una de las principales víctimas de la política económica. La inflación acumulada roza el 80% y el crecimiento salarial está lejos de alcanzar esa marca.
«En el acumulado de los últimos dos años, producto del diferencial de inflación sobre las paritarias negociadas, el salario cerrará 2017 registrando una caída del 13% promedio», aseguró a Tiempo Santiago Fraschina, coordinador de Políticas Económicas del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda.
El economista contrastó su afirmación con datos oficiales y advirtió que «si se considera, por ejemplo, la inflación que mide la Ciudad de Buenos Aires (IPC-CABA) y la evolución de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE, medición del Ministerio de Trabajo), se tiene una pérdida de poder adquisitivo del 5 por ciento».
Además del RIPTE, la cartera que conduce Jorge Triaca informó que según los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), para septiembre de este año el promedio salarial del sector privado se ubicó en 25.090 pesos, un 49% mayor al registrado en enero de 2016. En tanto, el IPC-CABA creció en un 61%, durante ese período. Es decir, los salarios de los trabajadores del sector privado perdieron 12 puntos porcentuales con respecto a la inflación, entre enero 2016 y septiembre 2017. Este diferencial significa una pérdida real del poder adquisitivo del 8 por ciento.
Para graficarlo, imagine a un trabajador que ganaba $ 100, a fines de 2015, y compraba productos por $ 100. Hoy, ese trabajador gana $ 149, pero los mismos productos cuestan $ 161. Los $ 12 que le faltan es la caída de su poder de compra: un 7,5%, si uno se guía por las cifras oficiales. Cabe destacar que esas cifras no miden el trabajo en negro.
El director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), Hernán Letcher, consideró en diálogo con Tiempo: «Tanto las jubilaciones como los salarios registrados y no registrados perdieron por goleada en 2016. En 2017, pese a los signos de recuperación económica, el salario no se recuperó, ya que la mayoría de las paritarias cerraron en línea o por debajo de la inflación, que va a terminar el año entre el 23 y 24 por ciento. De esta forma, los salarios no van a haber recuperado nada de lo que perdieron, a contramano de lo prometido por el gobierno a principios de año. La conclusión es que en 2017 se consolidó la pérdida de poder adquisitivo sufrida en 2016».
Para Letcher, «los salarios y las jubilaciones se están moviendo 6 o 7 puntos por debajo de lo percibido en 2015. Visto a futuro, es mucha plata. Además, con la reforma laboral que pretende imponer el gobierno, todo hace presumir que en 2018 se va a volver a perder poder adquisitivo. Esto quizá no ocurra a través de la relación directa paritaria-inflación, pero sí a través de las modificaciones en los convenios colectivos que logre imponer el gobierno».
En el mismo sentido, Fraschina evaluó: «A lo largo de los últimos dos años, hemos asistido a una mutación regresiva en el mercado de trabajo, donde se verificó el reemplazo de trabajadores plenos de derechos y salarios medios a altos, por otros precarizados. Esta tendencia se profundizará en caso de sancionarse la reforma laboral, que propone incorporar esquemas laborales flexibles, además de un mínimo no imponible de $ 12 mil, para reducir impuestos al empresariado. Este último factor seguirá obrando de incentivo a la mutación de la nómina de trabajadores hacia aquellos de menor antigüedad en el cargo, y por ende, de menores salarios».
Fraschina sostuvo que «la incapacidad del sector privado formal de absorber el crecimiento de la población económica activa, se equilibra por medio de un deterioro paulatino en el poder adquisitivo de los salarios. El convenio rubricado por los metalúrgicos de Tierra del Fuego (NdR: acordaron congelar salarios por dos años, a cambio de no sufrir despidos), tal vez sea el ejemplo más palmario del nuevo esquema de extorsión de conservar el puesto de trabajo, a cambio de resignar poder de compra de los ingresos laborales».
El economista Miguel Bein –que suele acompañar las políticas económicas del Gobierno– advertía a principios de este año que una fuerte recuperación económica era inviable, si no se recuperaba al menos una parte del salario perdido en 2016. «Los salarios tienen que ganarle por 4 puntos a la inflación –dijo en una entrevista cedida a Clarín–. Mi proyección de crecimiento de 5% del PBI fallará si el consumo no crece 3 por ciento. Y esto ocurrirá si el gobierno induce una suba muy baja del salario en términos nominales y no hay mejora del salario real. Y nuestro escenario base es que los salarios se pacten a 27%, con una inflación de 23 por ciento.» La proyección inflacionaria de Bein fue premonitoria y las paritarias estuvieron muy lejos del 27 por ciento.
Jubilaciones y AUH
En diciembre de 2015, la jubilación mínima se ubicaba en $ 4299. Hoy, se encuentra en $ 7246. El crecimiento fue del 69 por ciento. La Defensoría de la Tercera Edad calcula una canasta especial para jubilados, que se actualiza de manera semestral. El último número arrojado por la entidad ubica a esa canasta en $ 17.500. Con relación a dos años atrás, los precios de la canasta subieron en un 100 por ciento. Es decir, los jubilados perdieron más de 30 puntos porcentuales, con respecto a noviembre de 2015. Cabe recordar que el 53% de los jubilados cobra la mínima.
El Centro de Estudios de Ciudad, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, publicó en julio último un estudio que detalla la evolución del poder adquisitivo de la Asignación Universal por Hijo (AUH). El informe explica que «en junio de 2015, la AUH alcanzaba el mayor poder de compra desde su implementación: permitía comprar el 73% de la CBA (Canasta Básica Alimentaria-medida por Indec, se utiliza para medir la indigencia) y el 31% de la CBT (Canasta Básica Total-mide la pobreza)». En tanto, «hacia junio de 2017, permitía adquirir el 64% de la CBA y el 26% de la CBT». Es decir, la AUH cayó 9 puntos porcentuales con respecto a la línea de pobreza y 5 puntos con respecto a la línea de indigencia.
El poder adquisitivo «general» de la AUH llegó a ser, en agosto de 2016, un 14% inferior al de noviembre de 2015, y un 22,6% inferior al de junio de 2015, consignó el informe. «
Hay más empleo precario y menos trabajo de calidad
R.S.
Los dos años de macrismo no sólo han dejado un mayor desempleo sino también un reemplazo de empleos de calidad por otros precarios. Así, mientras creció la cantidad de monotributistas, bajó la cantidad de empleo industrial, incluso ahora que comienza a rebotar la producción fabril. La tasa de desempleo pasó del 6,6% de la población económicamente activa en junio de 2015 al 9,3% en el mismo mes de 2016. A junio de 2017 se ubicó en el 8,7%, 2,1 puntos porcentuales por encima de la de dos años atrás.
El flagelo del desempleo golpea con más fuerza a las grandes concentraciones urbanas. El Gran Buenos Aires fue una de las regiones más afectadas por el desempleo. En junio último se situó en el 10,9 por ciento. Según los datos del Indec a junio pasado, los conglomerados urbanos de más de 500 mil habitantes registraban un desempleo promedio del 9,5% mientras que esa tasa era del 5,2% para los conglomerados con menos de 500 mil habitantes.
En este cuadro, el empleo industrial ha sido el más afectado. Entre noviembre de 2015 y septiembre de 2017 se perdieron casi 68 mil puestos de trabajo registrados en el sector privado industrial, lo que implica una caída del 5,4 por ciento. La caída del empleo industrial afectó a todos sus sectores y se mantiene incluso en el último año a pesar del rebote económico: mientras que el empleo total se recuperó un 1,1% en el año que va de septiembre de 2016 al mismo mes de 2017, el empleo industrial cayó un 2,2 por ciento.
Este último dato es relevante porque demuestra ese reemplazo del empleo de calidad por otro que, según el Ministerio de Trabajo, es precario. En rigor, en el último año y medio, el crecimiento de los puestos de trabajo es explicado principalmente por el aumento de los trabajadores monotributistas.
Según los datos de la cartera que dirige Jorge Triaca, el total de trabajadores registrados había caído en 10.276 en septiembre de 2016 respecto al mismo mes del año anterior. Pero para el mismo período, el empleo monotributista había ascendido en un 2,3% al crearse 33.602 nuevos empleos de esta modalidad. Es decir, el crecimeinto del empleo total que suele mencionar la cartera laboral es tal, pero se basa en el incremento del trabajo monotributista y en la reducción del empleo industrial.
Según un estudio de la Universidad de Avellaneda, «esto significa que la destrucción de trabajadores asalariados del sector privado se cubre estadísticamente con más empleo monotributista, haciendo que no suba tanto la desocupación pero que baje la calidad del empleo registrado».
La situación del empleo no registrado prácticamente no tuvo variaciones en estos dos años y se mantuvo siempre por encima del 30%; en junio pasado estaba en el orden del 33,7%. Niveles semejantes de informalidad condicionan los empleos formales no sólo en los salarios sino también en las condiciones de trabajo.
La otra pata del empleo es la estatal. Luego del sacudón del verano 2015/2016, que implicó la expulsión de 40.000 trabajadores públicos tanto de la Nación como de las provincias y municipios, ahora se anuncia una nueva ola de cesantías, con casi 20 mil puestos en la mira. En el medio, las partitarias estatales comenzaron a incluir cláusulas de productividad y presentismo, que innovan en materia de flexibilidad laboral estatal. «
Fuente: pagina12.com.ar