El tono del discurso, la creatividad de los spots televisivos, los actos y caminatas, son algunos de los elementos clave de una campaña electoral. Ninguno de ellos, sin embargo, tiene sentido si el mensaje que transportan no logra conectar con el electorado, con las expectativas que distintos sectores de la sociedad tienen respecto de la dirigencia política.
Sobre esto hay un ejemplo claro, que hoy es posible analizar por el paso del tiempo. En la campaña para las presidenciales de 2015, el mensaje que desplegó Mauricio Macri después del balotaje porteño, en el que casi pierde, sintonizó mejor con la mayoría de la población. El actual presidente encontró la diagonal que también buscaba Daniel Scioli, prometiendo la continuidad de las políticas económicas y sociales centrales del kirchnerismo con un cambio de «estilo».
Por esto es que son forzados los análisis que sostienen que la sociedad votó «un cambio» hace poco menos de dos años. Macri ganó porque en gran medida prometió continuidad. La segunda lectura, a la del cambio, fue realizada una vez que se había sentado en el poder para intentar darle legitimidad al giro neoliberal que desplegó Cambiemos.
La disputa por la agenda, por el menaje, entonces, es parte central de la batalla electoral. No solo se trata de quién puede imponer los temas. Eso reduciría toda la campaña al poder de fuego mediático de cada espacio político. En ese caso, el macrismo tendría todas las de ganar. Se trata también de sintonizar con la sociedad, que no siempre responde de modo automático a la agenda que plantean los medios dominantes, alineados hoy con el presidente. Si los medios impusieran de modo lineal las preocupaciones de la población, las familias argentinas deberían llevar varias semanas debatiendo exclusivamente sobre la situación del exministro Julio De Vido. Y no es así.
Un indicio sobre las preocupaciones reales de la población puede encontrarse en la última encuesta que la consultora Analogías realizó en la provincia de Buenos Aires a mediados del mes de julio. Una de las preguntas del sondeo consultó sobre cuál era el principal problema del territorio bonaerense. La respuesta no fue «la corrupción», algo que hubiese mostrado el éxito de la estrategia del gobierno. El primer lugar lo ocupó el desempleo, con más del 32% de las menciones.
La problemática desplazó, después de varios meses, a la inseguridad, que quedó segunda con 29 puntos, y que venía liderando el ranking en los números de la misma encuestadora.
«Hace muchos meses que la inseguridad ocupaba el primer puesto», le dijo a Tiempo Fernando Zack, director de Analogías. «Es un tema de años, pero en la última medición el desempleo ganó. Llegó al primer lugar.» A la hora de explicar los motivos, Zack sostuvo que «más allá de la situación concreta que vive cada ciudadano, lo que ha crecido es el temor a perder el empleo.» «La gente ve situaciones como las de PepsiCo o Atucha y se asusta. Puede compararse con el fenómeno de la inseguridad.
La población se entera de casos que ocurrieron en su barrio y se le vuelve una preocupación central.»
Volviendo al inicio de esta nota, a dos semanas de una elección, la cuestión de las prioridades no puede dejar de analizarse en clave electoral. La incógnita es cuál de los ejes de campaña desplegados tiene más posibilidades de sintonizar con el grueso del electorado. Hay que dejar claro primero que Unidad Ciudadana puso el acento en la situación económica, mientras Cambiemos intenta imponer el eje de la «corrupción», y Sergio Massa, fiel al lugar que ocupa, oscila.
«En la elección va a verse cierto voto bronca –remarcó Zack–. Es por la situación económica. Quien pueda interpelar esa decepción tendrá más votos. Cristina sintoniza mejor con los temas económicos y sociales que otros candidatos.»
Para el analista Artemio López, de la consultora Equis, las problemáticas están muy enlazadas con las preferencias electorales. Es decir: las diferencias políticas, como suele suceder en democracias más viejas que la Argentina, se traducen en visiones distintas y valores sobre cuáles son los principales temas a resolver.
«En los electores de Cambiemos es más fuerte el tema de la corrupción –definió Artemio–. Es un mensaje que redunda sobre los votantes duros que tiene el macrismo. No le permite ampliar.» «De todos modos –agregó el consultor–, el tema socio-económico se despliega como tema central en sectores que acompañaron a Macri en la segunda vuelta. Por eso Sergio Massa conserva caudal. Lleva varios meses tomando distancia de la política económica.»
Respecto de la capacidad del gobierno y los medios dominantes de imponer las denuncias de corrupción como problemática central, estrategia que estuvo detrás del intento de expulsión de De Vido del Congreso, el consultor sostuvo: «No se puede suponer que la tele, las radios y los diarios, pueden sostener durante mucho tiempo un ocultamiento de la situación económica. Esto ya desborda la usina que respalda al oficialismo.»
Analía Del Franco, por su parte, sostuvo que «otro tema que preocupa mucho es el costo de vida. No se expresa como inflación sino como recorte de calidad de vida. Casi todo el mundo siente que puede hacer menos cossas que antes», sostuvo.
Fuente: tiempoar.com.ar