El referente de la UIA y diputado del FR defiende las paritarias, se queja por el precio del dólar y reconoce preocupación por Brasil. Admite que la inflación está «a la baja», pero dice que «el problema es sostenerlo en el tiempo» sin un acuerdo multisectorial.
– La Unión Industrial es crítica de muchos aspectos de la política económica oficial pero coincidió en el reclamo de paritarias de hasta el 27%. ¿Cómo explica ese doble posicionamiento?
– La paritaria es un activo de la economía reciente pero la industria firma casi mil acuerdos frente, por ejemplo, a Comercio, que tiene uno solo. Además hay industrias donde el salario participa de hasta el 60% de los costos. Igual, como dice el presidente (de la UIA, Héctor) Méndez, nosotros no discutimos porcentajes sino tendencias. Este año va a haber acuerdos pero acarreamos el Impuesto a las Ganancias, que no pudimos resolver.
– La postura del gobierno sobre Ganancias es firme. ¿Cómo incide para los industriales?
– Hay que actualizar la escala. El impuesto se pensó para gravar los salarios altos pero debido a la inflación quedó incluida gente que no estaba en los planes. No podemos decir que no importa porque afecta a un 15 por ciento. Pero el tributo además tiene consecuencias para las empresas: no se puede tener un trabajador motivado si cuando le das un aumento gana menos que antes.
– El tema divide las aguas. Para muchos el salario no actualiza poder de compra con una pauta del 27%. ¿Qué opina la UIA?
– Como industriales no podemos decir que en el país no hay retraso salarial pero el sector industrial formal evolucionó el 1675% desde la crisis, con lo cual superó largamente la inflación. En cambio, el salario del sector privado, en general, creció un 1232%, es decir, hasta cuatrocientos puntos básicos menos. Bajar salarios es escupir para arriba.
– Es decir que la pérdida de poder adquisitivo no es un problema de los industriales.
– La industria cumplió y tuvo una recuperación del salario por encima del resto de la formalidad de la economía. Los retrasos salariales están en la informalidad, en el sector público, y después en el resto de la economía formal, como los servicios.
– En buena medida la pérdida de poder es consecuencia de la suba de precios que, a su vez, son obra de las firmas
– No. Lo que aumentan son los costos industriales que en los dos últimos años lo hicieron en promedio un 14% contra un 22% de los precios al consumidor en el mismo tramo. Ese margen no quedó en la industria. Además muchas empresas de la UIA están en Precios Cuidados.
– ¿Qué economía nace con los acuerdos que se firmaron la semana pasada?
– El tema a corregir sigue siendo la competitividad. Para el sector industrial, que compite en el exterior, el costo en dólares es muy importante. Mientras el salario en dólares se incrementó desde 2011, el poder adquisitivo bajó. Esto es pérdida de competitividad. En Argentina un trabajador cuesta U$S19 por hora cuando en Brasil el costo es de U$S es 11 y en México U$S 6. La paradoja es que el trabajador gana bien en dólares pero vive en Argentina.
– Otro tema que divide. ¿Cómo se resuelve esa contradicción para el sector productivo?
– El problema es la inflación: los trabajadores quieren cubrirse y piden aumento en función de una proyección que puede reforzar el proceso inflacionario. Hay que coordinar la política monetaria con la fiscal, con la tributaria, y con la de ingresos. Con un acuerdo social amplio que prevea compromisos mutuos se puede hacer una gran contribución a la baja de la inflación.
Parece algo que trasciende las voluntades
– Los precios muchas veces responden a mercados concentrados bajo control de grandes jugadores.
– No. Hoy la inflación tiene una tendencia a la baja; el problema es sostenerla en el tiempo. Si uno logra ese acuerdo puede pactar en función no de la inflación que pasó sino de la que viene que, creo, es lo que plantea el gobierno. Eso en una paritaria es difícil, lo ideal es un acuerdo amplio con el Estado, los trabajadores, y los empresarios.
– ¿El aporte empresario pasaría únicamente por un compromiso de precios?
– No, pero los costos son muchos. Hay una presión tributaria tremenda. Después, los industriales comprendemos que el salario no es un costo solamente, los salarios son el motor del mercado. Hoy el 27% es un aporte real al poder adquisitivo porque la inflación va a la baja. Me gustaría que fuera a la baja porque hay más inversión pero no. El tema no es enfriar la economía sino calentar la inversión, esa es la forma de combatir la inflación.
– Lo que dice choca contra los proyectos que adelantan un ajuste. El Foro de Convergencia Empresarial, del que participa la UIA, reclama un cambio de rumbo. ¿Cómo se resuelve esa tensión que se genera, por ejemplo, en torno a concepciones del Estado en la economía?
– En la UIA hay intereses diversos que concertar. Nosotros presentamos a los candidatos un proyecto de consenso industrial con una visión de largo plazo, una macroeconomía para el desarrollo, la mejora de la competitividad del país sin bajar el salario. El desarrollo tiene que ser en sintonía con la valorización productiva y no con la financiera. Soy un fanático del proyecto nacional y de la unidad del campo nacional. Hay problemas pero no hay que cambiar todo.
– Hoy parece que la industria tiene un cuco llamado Brasil. ¿En qué medida va a afectar a la producción nacional lo que está pasando en el país vecino?
– Estamos observando con preocupación lo que pasa. Brasil es el principal destino de la manufactura de origen industrial. Ellos implementaron un plan de ajuste severo que en la primera etapa nos va a complicar porque implica menos mercado para nosotros. Además está la necesidad de las empresas brasileñas de colocar sus productos y la asimetría entre los dos países es muy grande. El mejor escenario es un Brasil creciendo y exportando al mundo. Pero este año no nos va a dar una mano para volver a crecer.
– ¿Y qué puede pasar con la sociedad binacional frente al mundo?
Lamentablemente Brasil es un socio muy importante. Sobre todo en los planteos con China. El mundo hoy va por regiones y nosotros tenemos que decir rápidamente donde estamos para ver con quién negociamos. La relación es clave. Con China hay que negociar, pero hay que ver cómo. Ellos no tienen minerales ni agroindustria, dos fallas estructurales. Si sos conciente de tu fortaleza junto a Brasil te podés sentar a negociar desde la fortaleza. Si por falta de mando te sentás desde la debilidad va a pasar lo mismo que pasó con Inglaterra en el siglo XIX. Argentina y Brasil son complementarios.
– Pese a los pronósticos que se hacen por el tema Brasil, no son pocos los que avisoran una industria que va a mantener el ritmo en 2015. ¿Coincide?
– Sí, la actividad va a terminar como el año pasado, a lo mejor un poco más arriba. Va a caer entre el 3 y el 2%, precisamente por Brasil. Pero además por la falta de dólares: con caída de precios de los comoditties y de precios industriales, el ingreso de dólares genuinos se complica. Y hasta que no resolvamos algunas cosas, pedir créditos en el mundo es muy caro. Pero estamos en un período de transición. Soy optimista con el futuro. Hay que sentar una mesa, hay una dirigencia sindical y una dirigencia empresaria que no estamos convocando. Argentina necesita pensar en grande juntos. El país tiene para pensar en grande.
– ¿Es una cuestión de abordaje de los temas económicos?
– Creo que hubo errores importantes, que son errores conceptuales. Para mí no hubo década ganada ni pérdida, hubo década partida. Tuvimos un período 2002-2010 claro, donde los motores fueron el tipo de cambio competitivo, la baja inflación, superávit gemelo, eso te permite crecer al 110% con generación de empleo, acumulación de reservas. Después qué paso? Hubo un error. (El ex secretario de Comercio, Guillermo) Moreno negó la inflación pero de la inflación salimos con inversión. Qué nos pasó? La inflación y otras medidas cortaron el ingreso de dólares, y Moreno en vez de ver la razón puso un cepo. Es como en tu casa, si le decís a tu hija que desde hoy no va más a la escuela y no come más, tu mujer te va a preguntar por qué no salís a laburar para que entre guita. No hay que asustarse de las paritarias; se van a llevar adelante, hay que dejar negociar. Pero insisto, en temas de salarios no hay que hablar con la Industria, hay que hablar con Cavalieri porque nosotros recuperamos salario.
– Cuándo habla de economía no está muy alejado del proceso de los últimos diez años. ¿Lo siente así?
– Ssoy fundador de este proceso. Respeto mucho a la presidenta (Cristina Fernández). Pero el gobierno se equivoca en negar los problemas. La inflación era totalmente atendible a tiempo, la negamos, rompimos el Indec y acumulamos problemas. Hoy mi gran preocupación es el péndulo. Me asusta porque veo que habla (el ex ministro, Domingo) Cavallo y otros, los mismos discursos de hace 20 años atrás.
– Varios candidatos a nivel nacional o local plantean ese tipo de discursos.
– Lo veo todos los días. Un candidato decía el otro día que se extrañan los equipos de 200 personas de Cavallo, que este modelo de populismo industrial no tiene sentido, que hay que trabajar sobre un proyecto rentable agroindustrial. Se olvida que hoy el país tiene 40 millones de habitantes, no 4 como en el Siglo XIX. Y creo que además hay mucha gente que pensamos igual y estamos dispersos. A veces incluso discutiendo como si fuéramos enemigos.
– Son discursos dirigidos a un público de derecha. Pero usted pertenece a un proyecto político que también enfoca para ese lado. ¿Cómo explica eso?
– No, momento. ¿Quién te deja más tranquilo para la valoración productiva, Roberto Lavagna o Mario Blejer? Yo veo por dónde vienen otros y que yo sepa, Lavagna y (Miguel) Peirano ya demostraron lo suyo, pero los asesores de Scioli (Mario) Blejer, (Miguel) Bein… También veo al PRO y lo muestran a Melconian… En el Frente Renovador yo me siento con los Lavagna, con Miguel Peirano.
– Ahora, ese optimismo “económico” con el proyecto massista colisiona con lo que le está pasando a nivel político, donde no atraviesa su mejor momento.
Es un proceso político. Creo que hay dos… Eh… Primero, a ver, yo no soy dentro del espacio… Primero, nosotros, yo, como dirigente industrial desarrollista, hemos ido a todos los espacios que me invitaron a defender mis ideas. Y cuando me invitan a un espacio como el Congreso para poder expresar lo que pienso, como militante, voy. Este espacio tiene varias experiencias como esa. Mi especialidad es el desarrollo, y en ese tema, el equipo visible que más tranquilidad me da es el del FR. Lo primero que planteamos es basta de péndulo: se queda todo lo que está y cambiamos lo que haya que cambiar. Lo otro es la necesidad del Consejo Económico y Social. La Argentina necesita la foto de empresarios y gremios firmando proyectos en conjunto.
– Entiendo que no descarta la posibilidad de un acuerdo amplio.
– Soy coherente, siempre me vas a encontrar en el mismo lugar. Hay que ver quién está en el campo nacional y quién no. Un proyecto nacional es aquél que está comprometido para que la Argentina pase a ser un país desarrollado. No es neutro. Con esto afectás enormes intereses atados a la vieja estructura. A una cerealera le conviene vender los granos en el mundo, y eso hasta tiene poder político porque es alimento. Cuando vos decidís, como nosotros, ir abiertamente contra eso sos un boludo si creés que ese tipo es aliado tuyo.
– ¿Entonces no lo inquieta la salida de dirigentes del Frente Renovador?
No. Lo que vemos es que después de dos años estamos en el pelotón. Decían que íbamos a durar tres meses pero estamos acá. Massa hizo bastante, ahora la cuestión es cómo continúa, si con alguna negociación o con su propio espacio. El quiere presentarse, le puede pasar la de Bordón, que de tener 8 millones de votos por ahí te quedás sin nada. Pero la gente del FR a Macri no lo vota ni loca.