Los modelos de masculinidad hegemónica con los que crecen los varones les enseñan que las conductas de autocuidado y cuidado de otros y otras no son «cosa de hombres«. Estos estereotipos de género los llevan a negar sus problemas de salud, su vulnerabilidad y hace más difícil que pidan ayuda frente a una situación de malestar o enfermedad.
Hablamos con Daniela Giacomazzo, psicóloga y docente. Coordinadora del área de Expansión Comunitaria y especialista de ESI en Casa Fusa.
«Lo principal es hacerse cargo de todo lo que tiene que ver con la orbita de los cuidados y como eso siempre estuvo vinculado a las mujeres».
«Cuidar la salud también #EsDeVarón«. Con esa consigna la Fundación Kaleidos y FUSA lanzaron una campaña para visibilizar cómo los roles de género enseñan a los varones a naturalizar conductas violentas y potencialmente dañinas para ellos y para los que los rodean.
En tanto, la especialista indicó: «Tenemos que entender que esto está ligado a los roles de género y esto hace que los varones no pidan ayuda o asistencia en situaciones que ponen en riesgo su propia vida».
Además, agregó que en Provincia de Buenos Aires el total de egresos hospitalarios es en el 60% de mujeres, mientras que en CABA las consultas de salud sexual solo representan el 2% a varones.
Las consecuencias de esto, en tanto, no sólo atraviesan a los hombres, sino también también a las mujeres y otras identidades feminizadas. «Tenemos que entender que esto está ligado a los roles de género y esto hace que los varones no pidan ayuda o asistencia en situaciones que ponen en riesgo su propia vida y la de las personas a su alrededor, apuntó Daniela Giacomazzo.
Según sostuvo, estos estereotipos “pueden repercutir en conductas de riesgo en los varones, donde es clave la construcción de masculinidad”. A modo de ejemplo, mencionó que “’probar que se es hombre’ puede provocar un incremento de conductas violentas asociadas al estereotipo de ‘ser un varón de verdad’, ser fuerte, ser activo y no hablar de sus emociones”.
Por otra parte, habló sobre la importancia de la ESI y de trabajar el tema de las masculinidades como un tema central desde las infancias y hasta la adolescencia”. Para ella, la Educación Sexual Integral debe incluir aspectos tales como “el género, los vínculos, la perspectiva relacional y la afectividad” como elementos sustanciales para la “prevención de estas cuestiones que afectan a la salud desde un sentido integral”, finalizó.